Hay quienes piensan que hablar en público es un don que solo tienen unos cuántos, lo cual equivale a pensar que alguien nació predestinado para ser pintor, músico o literato y que para nada influyeron en su éxito la formación y el esfuerzo. Terminemos de una vez por todas con ese mito. Todos tenemos el poder de comunicar eficazmente un mensaje e incluso de ser memorables. ¿Qué se requiere para hacerlo correctamente? A continuación, algunas recomendaciones que podrán ayudarte.
- Define tu objetivo. Antes de hablar en público debes preguntarte por qué y para qué vas a hacerlo, qué esperas transmitir y qué esperas que tu audiencia haga como resultado de lo que les has dicho. Estos son los cimientos de la comunicación efectiva en un mundo de mensajes efímeros y palabrería que nadie está dispuesto a escuchar.
- Planea el mensaje de principio a fin. El discurso es como una partida de ajedrez. Prepara con antelación tu apertura y prepara con mayor esmero y atención aún tu cierre. Muchos oradores arruinan un discurso genial con un final infame. Reescribe las veces que sea necesario lo que vas a decir. Si te parece que acabas de escribir el discurso del siglo, serénate, descansa y vuelve a leerlo objetivamente. Somételo a la opinión de quien en vez de adularte, esté dispuesto a criticarte. Piensa como Pushkin: “Llegará lejos quien sabe tachar lo que ha escrito”.
- Haber hablado en público muchas veces no te hace un experto. Puedes haber sido alcalde, diputado, senador, gobernador, Presidente de la República, emperador galáctico… Nunca debes subestimar el poder de un público y la necesidad de prepararte. Las mayores crisis de comunicación son resultado de una preparación deficiente o inexistente. Nunca está de más preparar tu discurso.
- Entrénate. ¿Lograste conducir un auto por mera intuición o requeriste un guía que te mostrara cómo hacerlo? No tienes por qué saberlo todo. Solicita ayuda. Ensaya. Hablar bien en público solo se consigue practicando. Lee en voz alta. Grábate y observa tus errores. Escucha tu tono de voz. ¿Es cálido? ¿Transmite confianza? ¿Es aburrido, autoritario, o demasiado agudo? Practica. Practica. Practica.
- Sigue la máxima de los boy scouts. ¿Estás siempre listo para hablar? Lograrlo es muy simple: Antes de cualquier evento al que asistas, incluso aquellos a los que vayas solo como invitado, incluso si piensas sentarte en la última fila y nadie te conoce, piensa de camino hacia allí: ¿Qué diría yo si me pidieran hablar de improviso? Si te gusta el futbol recordarás que Menotti tenía una táctica de calentamiento conocida como “la imaginaria” porque todos los jugadores de la banca se preparaban para entrar a la cancha, aunque como es obvio, no todos lo harían. ¡Siempre listo!
- Imprime un sello personal a tu mensaje. No trates de ser como todos los demás oradores que conoces. No seas una mala copia de algún orador famoso. Nadie quiere escuchar de nuevo lo que le han dicho una y otra vez, hasta el hartazgo. Y más importante aún: si en tu temprana juventud participaste en concursos de oratoria decimonónica, cambia tus tópicos gastados, tus ademanes de político viejo y tus “florituras alambicadas”. ¡Despierta, estamos en el siglo XXI!
- Sé agil, conciso. ¿Ya te diste cuenta de que mientras hablas quienes te escuchan tienen a la mano Facebook, Twitter, Whatsapp, Snapchat, Instagram, y un millón de aplicaciones más para distraerse? Por lo tanto es más imperioso que nunca aprender a comunicar efectivamente. Haz el siguiente ejercicio para quitarte las telarañas de tu oratoria antigua: Al escribir tu mensaje piensa en frases de 140 caracteres. Si no cabe en un tuit, es muy probable que aburra.
- Todo lo que digas puede ser usado en tu contra. Parece una verdad simple, pero muchos errores de comunicación surgen de una emoción desbocada o de la excesiva confianza de quien habla. Mide tus palabras, no te dejes llevar por el momento ni hables irresponsablemente. Recuerda que las redes están ansiosas de viralizar un mal mensaje, una respuesta airada, un gesto. Sé consciente como Don Quijote, de que “estamos siendo leídos, estamos siendo vistos.” Siempre hay alrededor una cámara conectada a internet, que puede transmitir en vivo tus errores o aciertos.
- No caigas en la monotonía de los tecnicismos. Haz esta prueba antes de colgar en tu presentación una gráfica o citar una estadística: ¿Qué tan interesante sería para mí el tema de las “importaciones de tornillos” si yo no fuera un importador de tornillos? ¿Vale la pena hablar de lo que están haciendo en los países nórdicos o es solo para intentar impresionar a oyentes novatos? Que tu mensaje sea lo más sencillo posible.
- Cuenta una historia. Anuncia que lo siguiente que vas a decir es importante, algo similar a cuando en el circo un redoble de tambores hace llamar la atención para el siguiente acto. ¿Por qué crees que la humanidad se reunía desde la noche de los tiempos a contar historias alrededor de una fogata? Por la riqueza visual de esas narraciones. Oye el crepitar del fuego, siente el viento a tus espaldas. Disfruta el momento y transmitirás mayor empatía.
- Y por último, pero no por ello menos importante, lee poesía. Aprende a escuchar la música de las palabras. La Ilíada y la Odisea fueron escritas para decirse en voz alta. También todo Shakespeare. Allí se encuentra el compendio de lo humano, con su claridad y sus tinieblas. Y piensa, cada que te levantes para hablar en público, que para bien o para mal, tus palabras habrán de juzgarte un día. Ojalá que estén siempre al servicio de las mejores causas.
*Danner González. Ha sido diputado federal (LXII Legislatura), vicecoordinador del Grupo Parlamentario de Movimiento Ciudadano y Consejero del Poder Legislativo ante el Consejo General del INE (2015). Su obra ha recibido entre otros los siguientes premios: Premio al Estudiante Universitario en la categoría de Ensayo Humanístico (Universidad Veracruzana, 2002), Premio Nacional de Cuento Fantástico y Ciencia Ficción (Secretaría de Cultura de Puebla, 2009), Premio de Relato Breve (Museo Arqueológico de Córdoba, Andalucía, España, 2010). Ha sido dos veces campeón nacional de oratoria y campeón de debate político en Veracruz.