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Danner González

@dannerglez

 

En el mundo de la posverdad en que vivimos, ¿cómo se sabe cuál es el bando de los buenos y cuál el de los malos? ¿Cómo se vive y con qué valores en un mundo en el que ya no es posible ocultar nada? Estas son algunas de las preguntas que plantea Rendición, de Ray Loriga, que ganó el año pasado el Premio Alfaguara de Novela.

 

El mundo de la novela es uno posapocalíptico. Una guerra ha pasado pero el horror apenas comienza. Una pareja se ve obligada a poner a revisión sus principios, después de haber recibido la orden de quemar su casa, tras haber sufrido la expoliación de sus bienes y sin noticias de sus hijos, que fueron al frente de batalla.

 

Destaco un acierto de la novela: es pura narración, sin largas disertaciones sin diálogos y sin que los personajes tengan nombres. Es decir, él y ella podrían ser cualquier hombre y cualquier mujer. Los seres humanos son presentados en un ejercicio de universalidad, como sucedía en Ensayo sobre la ceguera de José Saramago.

 

Trasladados a una ciudad de cristal, el hombre se enfrenta a un dilema. ¿Por qué todos parecen aceptar la normalidad de la transparencia? ¿Les dan acaso una droga que les hace celebrar su nueva vida con optimismo? Loriga nos recuerda que nuestro tiempo exige asideros, subterfugios que nos permitan soportar una realidad de vértigo a la que no fuimos acostumbrados.

 

La ciudad se interpreta en clave de colectividad: “No había beneficio sino para la ciudad entera, y cada uno se debía a su función por el bien de lo común y no de lo propio. Tampoco existía el sueldo como tal ni, como ya me había figurado al no ver tiendas por las calles, nada que comprar, ya que la ciudad suministraba a cada quien lo necesario y hasta de los caprichos o las distracciones se encargaba la ciudad, o sea, nosotros, los ciudadanos”.

 

Quizá cuando en el mundo no quede nada, tendremos que acudir como en la fábula de Loriga a las ciudades transparentes, a una comunión obligada, cobijados por el ideal rousseauniano del contrato social, del bien de la colectividad. Entonces no quedará de otra que aprender a ser, nuevamente, ciudadanos.

Danner González

Especialista en comunicación y marketing político. Ha realizado estudios de Derecho en la Universidad Veracruzana; de Literatura en la UNAM; de Historia Económica de México con el Banco de México y el ITAM, y de Estrategia y Comunicación Político-Electoral con la Universidad de Georgetown, The Government Affairs Institute. Máster en Comunicación y Marketing Político con la Universidad de Alcalá y el Centro de Estudios en Comunicación Política de Madrid, España, además del Diplomado en Seguridad y Defensa Nacional con el Colegio de Defensa de la SEDENA y el Senado de la República. Ha sido Diputado Federal a la LXII Legislatura del Congreso de la Unión, Vicecoordinador de su Grupo Parlamentario y Consejero del Poder Legislativo ante el Consejo General del Instituto Nacional Electoral. Entre 2009 y 2010 fue becario de la Fundación Antonio Gala para Jóvenes Creadores en Córdoba, España. Sus ensayos, artículos y relatos, han sido publicados en revistas y periódicos nacionales e internacionales. Es Presidente fundador de Tempo, Política Constante.