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Por Danner González

@dannerglez

 

Ha finalizado el periodo otorgado por el INE a los candidatos independientes a la Presidencia de la República para recaudar las firmas que les permitieran estar en la boleta electoral. Las cifras dadas a conocer indican que tres de ellos lo lograrán si pasan correctamente la revisión del INE: Jaime Rodríguez Calderón, “El Bronco” reportó 1,977,283 firmas en 24 estados; Armando Ríos Piter, 1,653,348 firmas en 20 estados; Margarita Zavala, 1,541,173 firmas en 17 estados. En un cuarto lugar aparece el prácticamente desconocido Edgar Portillo, que pese a haber reunido 1,029,386 firmas, parece no haber logrado el requisito del 1% en 17 estados.

 

Durante los 127 días que tuvieron para obtener los apoyos ciudadanos, vimos a los candidatos independientes rasgarse las vestiduras por las reglas inequitativas que les fueron impuestas. Lo habíamos advertido desde que se abrió la puerta a dichas candidaturas: era más fácil crear un nuevo partido político que ser candidato independiente.

 

Es un hecho que la ciudadanía está muy molesta con los partidos políticos. Escándalos de corrupción, opacidad, reparto de cuotas entre los cuates y familiares, ausencia de propuestas que resuelvan los problemas de la sociedad. Se entiende entonces que la ciudadanía considere la opción de los “independientes” a la hora de razonar su voto. Pero, ¿de verdad lo son?

 

Veamos sus cuentas. Se registraron 48 aspirantes, de los cuales solo 33 reportaron sus gastos e ingresos. El Bronco reportó 15.5 millones de ingresos y 12 millones 463 mil 697 pesos gastados. Una considerable parte de sus ingresos provino de funcionarios de su gobierno. Ríos Piter ingresó 4.2 millones de pesos y gastó 4.1 millones. Margarita reportó ingresos por 2.9 millones y egresos por 10.9 millones, mientras que Marichuy logró reunir 290 mil 365 pesos y erogó 186 mil 398 pesos. A Pedro Ferriz de Con, de plano le valió sorbete la autoridad electoral y no reportó ni ingresos ni gastos.

 

La candidatura de Marichuy evidenció la desigualdad entre una candidata indígena, sin recursos económicos para competir con los independientes, en realidad dependientes de los grandes capitales, pues se enfrentó a obstáculos insalvables como recorrer la geografía nacional por tierra, o depender de promotores con celulares de gama media –cuyo costo oscila alrededor de los cinco mil pesos­– en territorios afectados por la pobreza extrema.

 

Así pues, el proceso de obtención de firmas deja más dudas que certezas. ¿Compraron firmas los aspirantes de alto poder adquisitivo y amigos poderosos? ¿Es correcto que el gobernador de Nuevo León haya tenido a funcionarios pagados por el erario público como promotores? ¿De dónde sacó Margarita Zavala los 10.9 millones que gastó si solo recibió 2.9? ¿Cómo le hizo para conseguir las firmas si los stands que había por todo el país estaban más solos que la una? ¿Qué algoritmo aplicó Ríos Piter para conseguir un millón seiscientas mil firmas al 19 de febrero, si en diciembre con dificultades rebasaba las trescientas mil? ¿Alguna mano perversa interesada en diluir el voto les ayudó desde el gobierno?

 

Que 8.8 millones de mexicanos hayan decidido dar su firma a candidatos independientes no es una manifestación menor en un país polarizado y partidizado como el nuestro. El desencanto ciudadano debe obligar a los partidos a reinventarse. El proceso desigual entre aspirantes independientes debe obligar a los legisladores a reformular el sistema electoral para generar condiciones equitativas entre los aspirantes. Al mismo tiempo, los números que presentan los candidatos independientes deben obligar a reflexionar a la ciudadanía acerca de la publicitada independencia de aquellos. Al día de hoy ninguno de los candidatos independientes supone una opción competitiva en la carrera presidencial frente a las coaliciones partidistas registradas. ¿Vale la pena entonces votar hoy por unos independientes que ayer eran priístas, panistas y perredistas? ¿No será más bien que a eso le apuestan quienes controlan el statu quo de este país? ¿No será que juegan a cambiarlo todo, para que todo siga igual?

Danner González

Especialista en comunicación y marketing político. Ha realizado estudios de Derecho en la Universidad Veracruzana; de Literatura en la UNAM; de Historia Económica de México con el Banco de México y el ITAM, y de Estrategia y Comunicación Político-Electoral con la Universidad de Georgetown, The Government Affairs Institute. Máster en Comunicación y Marketing Político con la Universidad de Alcalá y el Centro de Estudios en Comunicación Política de Madrid, España, además del Diplomado en Seguridad y Defensa Nacional con el Colegio de Defensa de la SEDENA y el Senado de la República. Ha sido Diputado Federal a la LXII Legislatura del Congreso de la Unión, Vicecoordinador de su Grupo Parlamentario y Consejero del Poder Legislativo ante el Consejo General del Instituto Nacional Electoral. Entre 2009 y 2010 fue becario de la Fundación Antonio Gala para Jóvenes Creadores en Córdoba, España. Sus ensayos, artículos y relatos, han sido publicados en revistas y periódicos nacionales e internacionales. Es Presidente fundador de Tempo, Política Constante.