La clase política se ha escandalizado esta semana porque el Presidente de Estados Unidos, Donald Trump, envió a negociar en su nombre ante el gobierno de México, a su yerno, Jared Kushner. Su hija lo ha representado también en eventos internacionales.
Y sí, hay razones para indignarse, porque el gobierno de Enrique Peña Nieto, en lugar de fajarse los pantalones, se los ha bajado frente a Trump al primer aspaviento de aquel. Si en un tiempo fuimos reconocidos por haber instituido en el mundo la doctrina Estrada, hoy el gobierno de Peña con Videgaray a la cabeza, ha hecho del nalgaprontismo su principal política de Estado.
¿Pero de qué se indignan nuestros políticos, sean del color que sean, si en esta elección todos han sacado a relucir a los orgullos de sus nepotismos? Esto no será Corea del Norte ni Gringolandia, pero Miguel Ángel Yunes Linares pretende perpetuarse en la gubernatura de Veracruz mediante su hijo, al que los frentistas orgullosos llaman Miguelito o Miguel Chico.
En esa misma coalición, Graco Ramírez ha impuesto como candidato a sucederle en la gubernatura de Morelos a su hijastro, Rodrigo Gayosso y Rafael Moreno Valle ha hecho lo mismo en Puebla, en donde la candidata a la reelección morenovallista será su esposa, Martha Érika Alonso. Salvo contadas excepciones, como Dante Delgado, quien siempre ha mantenido a sus hijos alejados de la política, ese es el Frente Amplio que viene a cambiar el sistema.
México no está para nepotismos. Ya bastante tenemos con la corrupción, el cuatismo, los compadrazgos, las Juanitas y todo lo que se acumule esta semana. Así pues, no insistan, papitos queridos. Dejen a sus juniors guardados en casita. Confórmense con aquello que dice Serrat, de que a menudo los hijos se nos parecen y así nos dan la primera satisfacción.
Segundas partes nunca fueron buenas. Por eso nuestra recomendación, amable lector o lectora, es que si usted es padre, quiera mucho a sus hijos, procure darles la mejor educación, los mejores consejos, pero no aspire a que hereden la tierra, porque eso sólo sucede en el Evangelio y en los comerciales ya olvidados de Cheyenne. Gástese su herencia, viaje, sea feliz. Si ha sido buen padre, sus hijos sabrán abrirse camino por sí solos. Y si no, como dicen en Alto Lucero de Gutiérrez Barrios, pos no.