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Editorial

@tempomxcom

 

 

Ya por cumplirse un año y medio del gobierno de Miguel Ángel Yunes Linares en Veracruz, no hay una sola acción de gobierno que redunde en beneficio de los veracruzanos. Yunes aceptó ser candidato para un ejercicio tan efímero con un solo objetivo en mente, extender su mandato a través de su hijo Miguel, hasta 2024 en el peor de los escenarios y hasta 2030 en el mejor, con su hijo Fernando en el relevo. Esto, que pareciera un descabellado objetivo en cualquier estado democrático, ha sido lo que ha ocupado la totalidad de los esfuerzos del gobernador veracruzano mientras el Estado parece no tener futuro.

 

El cambio que prometió no se ha visto reflejado en más y mejores empleos, en educación y salud pública. Las finanzas públicas no han podido ser saneadas, se administra la pobreza, se licúan los recursos de todos los ramos tal como lo hacía el gobierno de Duarte y se desvían a campañas electorales. “Todo se tiene que ir con Miguelito, para que no haya sorpresas”, nos confía un funcionario de nivel medio de la Secretaría de Finanzas.  La inseguridad, traducida en asaltos, secuestros, robos de vehículos y hurto con violencia a casa habitación, se ha recrudecido. El territorio estatal es todos los días escenario de disputas por la plaza entre “los que se fueron” y “los que llegaron”, se dice.

 

Mientras tanto, Yunes Linares gobierna todos los días desde las redes como un Trucutú Digital. Si López Obrador va a Veracruz, le dedica furiosas invectivas retándolo a debatir, como si fuera un candidato rival y no el titular del Poder Ejecutivo. La campaña de su hijo es apuntalada con golpes efectistas. La fiscalía del Estado sirve como brazo talibán amenazante. Un día cita a comparecer a diputadas y alcaldes que no piensan como ellos y otro anuncia con vistosos despliegues órdenes de aprehensión contra el ex fiscal del Estado que acompañó a Javier Duarte. Apenas ayer llegó finalmente la tan esperada orden de aprehensión contra Karime Macías, por quebranto al DIF veracruzano.

 

Nadie duda de la complicidad de Karime o de Luis Ángel Bravo con Duarte. Lo que cualquiera se pregunta en cambio es por qué el gobierno del Estado esperó diecisiete meses para librar órdenes de captura en su contra, justo en la recta final de la campaña electoral, cuando el candidato de Morena se acerca en las encuestas a Miguelito. Yunes Linares hace mucho que no gobierna, o para decirlo con justeza, nunca ha gobernado. Ha dedicado el tiempo y la hacienda del Estado a hacerle campaña a su hijo. Es un gobernador solitario, encerrado en su torre. De ganar su hijo, sería una victoria pírrica, en razón de lo caro que han salido las alianzas que ha debido realizar para evitar sobresaltos. De nada le ha servido, no obstante, comprar diputados, alcaldes, regidores. Todos le han tomado el pelo, se han mofado en su cara aprovechando su debilidad filial, mientras él se resigna a gobernar desde las redes.

Tempo

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