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Por Danner González

@dannerglez

 

 

No está en mi naturaleza odiar, y menos a alguien que no conozco. Sé que corro el riesgo de pasar por aguafiestas, pero qué caray, correré el riesgo. Me interesa explorar el hecho irrefutable de que una bioserie de Netflix sobre Luis Miguel cautiva domingo a domingo a los espectadores y hace que toda la semana laborable la gente comente lo que vio el fin de semana. El capítulo es noticia nacional, los protagonistas de la vida real salen a desmentir lo que presenta el novelón de moda como si fuera la “realidad real” y a los actores en la calle ya se les confunde con los personajes. Algo similar le ocurrió a Tomás Eloy Martínez después de haber publicado Santa Evita. La gente asumía como real la ficción de su novela. Es probable que ese solo hecho ya haga loable la serie. Pero nuestra realidad va siempre más allá y se desborda, el país entero se vuelca en el debate acerca de la inconmensurable maldad de Luisito Rey, o de si Mariana Yazbek es culpable o no.

 

¿Cuál es el éxito de las bioseries, en aumento constante? Paquita la del Barrio, Julio César Chávez, Juan Gabriel, Joan Sebastian, Lupita D’Alessio, son algunas de las vidas que han desfilado por la pantalla chica.  Y vienen más. Están anunciadas ya las de Alejandra Guzmán, Silvia Pinal, Gloria Trevi, Selena, Cantinflas, Chespirito y Julio Iglesias. Nunca Plutarco soñó tal eco para sus Vidas paralelas ni Emerson pensó en índices de audiencia para sus Hombres representativos. Pero es que, ¿tan aburridas son nuestras vidas que buscamos en las de otros un salvoconducto?

 

Es duro pero nos sentimos solos, ansiosos y con ganas de ser parte de la tribu. Aunque la tribu no esté de cuerpo presente en ningún sitio y solo sea una sensación que divaga en las redes como ánima en pena. Llenamos el Panini del Mundial para poder compartirlo en Facebook. Le damos asistiré a la marcha para ir a Italia en busca de la mamá de Luis Miguel, o a cualquier otra marcha a la que por supuesto no iremos. Nos mama el mame del meme, para usar una feliz expresión millenial.

 

Hemos vuelto a la urgencia de llenar nuestros vacíos escuchando a un contador de historias alrededor de la hoguera, como en la larga noche de los tiempos. Quizá por ello los artistas se juntan cada vez con mayor frecuencia para grabar duetos o hacer conciertos acompañados. Los videos musicales de los últimos tiempos tienen formato de tertulia, cuentan la historia de una fiesta en la intimidad del hogar, en el jardín, o en la calle si se quiere, pero cada vez con más y más gente, en comunión que alivia. No es menor el tema, nos urge recobrar la alegría y la paz. La Encuesta Nacional de Hogares recién publicada por estos días arroja datos para seguir documentando nuestro pesimismo. El 70% de los veracruzanos mayores de 6 años viven en permanente preocupación y nerviosismo. Le siguen Tlaxcala en segundo lugar con el 69.8, Coahuila con el 65.2 y la Ciudad de México con el 64.3%. En el país, el 30.5% de los mayores de 6 años, dice la encuesta, viven en depresión y 30% viven cansados. El Reino Unido tuvo que crear un Ministerio de la Soledad porque los ingleses descubrieron que las personas solas se habían convertido en un problema de salud pública. Kafka diría que hay esperanza, pero no para ninguno de nosotros.

 

En medio de la angustia y la desesperación, nuestras sociedades están construyendo subterfugios en la red para guarecerse de las tempestades de la vida moderna. Allí, en todos los que no somos, somos capaces de reconocernos, como Borges fascinado con las historias de gauchos matones que puñal en mano salen a la llanura a aguardar su destino.

Danner González

Especialista en comunicación y marketing político. Ha realizado estudios de Derecho en la Universidad Veracruzana; de Literatura en la UNAM; de Historia Económica de México con el Banco de México y el ITAM, y de Estrategia y Comunicación Político-Electoral con la Universidad de Georgetown, The Government Affairs Institute. Máster en Comunicación y Marketing Político con la Universidad de Alcalá y el Centro de Estudios en Comunicación Política de Madrid, España, además del Diplomado en Seguridad y Defensa Nacional con el Colegio de Defensa de la SEDENA y el Senado de la República. Ha sido Diputado Federal a la LXII Legislatura del Congreso de la Unión, Vicecoordinador de su Grupo Parlamentario y Consejero del Poder Legislativo ante el Consejo General del Instituto Nacional Electoral. Entre 2009 y 2010 fue becario de la Fundación Antonio Gala para Jóvenes Creadores en Córdoba, España. Sus ensayos, artículos y relatos, han sido publicados en revistas y periódicos nacionales e internacionales. Es Presidente fundador de Tempo, Política Constante.