Por Golondrina Viajera
@nuezgolondrina
Recién fueron presentados los resultados de la Encuesta Nacional sobre Discriminación (Enadis) 2017, realizada por el INEGI, la CNDH y el Conapred. El tema me llamó la atención porque todo el tiempo estamos quejándonos de discriminación por parte de los estadounidenses, que si el muro, que si nos llaman frijoleros, etcétera.
El problema es que nuestro país pone en práctica todos los días acciones discriminatorias contra nuestros propios paisanos. Figúrense ustedes que la encuesta señala que los principales índices de discriminación se dan por la forma de vestir o el arreglo de las personas, el peso, la estatura, la edad o las creencias religiosas.
Dicen que el hábito no hace al monje, pero el 56% de los hombres encuestados y el 51% de las mujeres dijeron hacerse sentido discriminados por su apariencia o forma de vestir. El hábito no hace al monje pero hace que lo respeten.
El 42% de la población indígena ha sufrido demoras, negativas y todo tipo de excusas para realizar un trámite en instituciones públicas. Alrededor del 40% (promediando la opinión de mujeres y hombres) cree que los pobres se esfuerzan poco por salir de la pobreza, 32% de la población encuestada no rentaría un cuarto a una persona gay y al parecer, se nos olvida que gran parte de la población es –diría José Agustín– de apellido nacional, y de piel morena, porque a la hora de contratar personal, el 21% se inclina por personas de tonalidad clara y apenas poco más de la mitad, el 12% por personas de piel oscura.
Tanto peor le va a “los moditos de hablar”. Casi el 28% de los hombres se han sentido discriminados por su acento o forma de expresarse. Por lo visto tenemos mucho que avanzar en materia de tolerancia a la diversidad, pues la Encuesta arrojó también que las personas con discapacidad son el grupo más discriminado, con un 28.9%, así como las personas que profesan una religión distinta a la católica, se ven discriminadas en un 27.3%.
Los jóvenes por su parte también ven las de Caín. El 26.3% son discriminados; un 62.7% de la población masculina y el 58.1% de la femenina opinan que la mayoría de los jóvenes son irresponsables. En la batalla de las percepciones, en los últimos años se refuerza este estereotipo con el concepto de “millenials”, a quienes las marcas, los publicistas y los opinólogos insisten en presentarnos como jóvenes desobligados, sin metas ni proyectos a largo plazo. Flojos, pues.
Parece que estamos lejos aún de alcanzar un México de igualdades y libertades. La sexualidad y la religión continúan siendo motivos de discriminación y casi la mitad de los encuestados parecen continuar creyendo que “los pobres están pobres porque quieren”. Reducir la brecha de la desigualdad es tarea de todas y todos. ¿No creen que ya va siendo hora de comenzar a mirarnos en los rostros, en las manos y en los pies de aquellos a quienes criticamos?