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Alejandra Cerecedo Constantino

@alejandraconst

 

No era falta de inspiración, inspiración había desde hace varios meses, entonces pensé que era falta de concentración, eso debe ser, me dije, y es que esa manía de escapar de mis deberes o intentar hacer mil cosas podría ser la respuesta, pero la verdad es que era una cuestión de falta de confianza en mí misma que se combinaba con el temor de desnudarme al escribir, sentía que cada palabra que ponía en el documento estaba siendo monitoreada en vivo, y no es que tuviera muchos lectores esperándome, acaso 5 o 6 que cada vez que me leían me recargaban de energía y hacían que todo valiera la pena. Como decía Kafka, “escribir cartas significa desnudarse ante los fantasmas que lo esperan ávidamente”

 

 

Entonces, una vez descubierta la génesis del problema, me encontré con una nota de Ivan Lasso. Me llamó la atención que, sin sentirme muy orgullosa por ello, estaba en ese segundo grupo que él mencionaba, de quienes desean haber escrito, en lugar de aquellos que desean escribir. Lo cierto es que,  como leía en una columna reciente sobre cosas de community managers, “digan lo que digan, las marcas están en redes sociales para vender más. Ni esto es solo branding, ni lo único que queremos es ser una marca simpática” analógicamente, así pasa con la personas, así pasa con gran parte de todo lo que hacemos, aunque muchas veces, los miedos vienen en forma de demonios y, como decía García Márquez, a los demonios no hay que creerles ni cuando dicen la verdad.

En su obra “Del amor y otros demonios” señala que nunca relee sus libros porque “le da miedo”, sinceramente no pensé que fuera un hecho común el miedo a escribir, y digo al escribir, no al publicar, pero ¿Cuál es el trasfondo? ¿A qué tememos antes de escribir y al intentar leernos?  Tememos a no ser lo suficientemente originales, tememos a no haber sabido encontrar el hilo conductor y transmitir claramente nuestras ideas, tememos descubrir si al final aparece un error ortográfico, tememos encontrar un pensamiento contradictorio o mal expresado, tememos haber dicho algo que no es del todo cierto, tememos a la crítica.

 

Esto supone el hecho de que es más fácil compartir la vida pública que exteriorizar lo que llevamos en nuestro interior y mostrarnos sin máscaras, tal y como somos, por último, tememos no ser capaces de aplicar en nuestra vida, aquello que en el fondo tanto aconsejamos.

No obstante, parte de esta realidad, es que escribimos porque tenemos la inherente necesidad de expresarnos, de crear, de compartir, de dejar una huella, un legado,  y sin duda, nada se compara con la catarsis de terminar aquello que iniciamos y descubrir que del otro lado del miedo, está la vida.

 

 

Alejandra Cerecedo

Licenciada en Publicidad y Relaciones Públicas por la Universidad Veracruzana (UV), Estudiante de Ciencia Política y Administración Pública en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) Estudiante del Diplomado en Análisis Político Estratégico por el Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE) Cuenta con un curso en Technology Entrepeneurship por Universidad de Stanford. Ha sido premiada con un Master en Alta Dirección por la Organización Continental de Excelencia Educativa (ORCODEE) Actualmente es columnista en The Mexican Times, Roastbrief y las revistas Campaigns & Elections y Líder Veracruz.