Heberto Castillo, un genio con el que estamos en deuda
Por Salvador López Santiago
@sls1103
En la LXIV Legislatura del Senado de la República se han discutido temas de gran relevancia para el desarrollo de la vida pública en México. Tan solo en el segundo periodo ordinario de sesiones que concluyó el pasado 30 de abril y en un par de periodos extraordinarios celebrados en mayo, se lograron los consensos para aprobar la reforma constitucional en materia de Guardia Nacional y sus leyes reglamentarias (ambas aprobadas por unanimidad), la nueva reforma educativa, derechos de las personas trabajadoras del hogar y paridad de género en todos los niveles de la administración pública, por mencionar algunos.
Haciendo énfasis en la trascendencia de esos y otros temas como nombramientos de embajadores, cónsules generales o magistrados, celebro que en la vida parlamentaria de la Cámara Alta también haya espacio para reconocer a grandes legisladores que han dejado un legado que se traduce en un modelo a seguir para todos. Para recordar uno de esos días, basta remitirnos a la sesión ordinaria del jueves 4 de abril de 2019, en la cual se conmemoró el vigésimo segundo aniversario luctuoso del Ingeniero Heberto Castillo Martínez.
A manera de contextualizar aquella sesión, recordemos que el Ingeniero Castillo falleció el 5 de abril de 1997. Murió siendo Senador de la República en la LVI Legislatura e integrante de la Comisión de Concordia y Pacificación (COCOPA), instancia para construir la paz en Chiapas, encomienda en la que se entregó por completo -al grado de descuidar su salud-. No es fortuito que sea considerado uno de los máximos exponentes de la izquierda mexicana y me atrevería a decir, del proceso de democratización en México; pero al mismo tiempo es un personaje con el que la historia nacional está en deuda.
En medio de la pluralidad natural, sana y deseable del Senado de la República, hay temas donde todas las voces se unifican y la memoria de Don Heberto es un claro ejemplo. En la sesión del pasado 4 de abril, todos los grupos parlamentarios (Morena, PAN, PRI, PRD, PES, PT, PVEM y MC, más el legislador sin partido), expresaron emotivos mensajes para homenajear a un hombre que, alejado de todo protagonismo, dio mucho a México.
Las intervenciones comenzaron con la Senadora Gloria Sánchez Hernández, discípula directa del Ingeniero Heberto Castillo Martínez. La Maestra veracruzana dirigió un discurso bien estructurado, con amplio contenido y, sobre todo, con gran sentimiento -no podía ser de otra manera-. Al sintetizar el ideario del Ingeniero, puso en relieve la dimensión del gran constructor de acuerdos, ese que después de haber sido objeto de tanta controversia en vida, ahora es merecedor del reconocimiento de todos, incluso de quienes fueron sus perseguidores.
El mensaje tuvo varios momentos especiales, pero particularmente, me quedó con dos: el primero cuando mencionó que al declinar a su candidatura presidencial en 1988 para ponerse al servicio de la de Cuauhtémoc Cárdenas, Don Heberto dio muestra de inteligencia y previsión política, pero también fue un símbolo de que la unidad de la izquierda exigía anteponer el interés común a las ambiciones personales o de grupo; y el segundo, cuando -retomando lo dicho por su Maestro-, hizo el llamado a trabajar desde la pluralidad con tolerancia, respeto y buena fe, concluyendo que aspira a la altura que llegó a tener el extraordinario veracruzano.
En las demás intervenciones los puntos de coincidencia fueron el reconocimiento, respeto y admiración hacia el Ingeniero Castillo, en su mayoría fueron palabras honestas, sin buscar el reflector -en especial de quienes coincidieron con el Ingeniero en distintos momentos y facetas-. Es interesante ver como un hombre que emana y representa a la izquierda mexicana, e insisto, al proceso de democratización del país, es capaz de convocar a la unidad, incluso cuando han pasado más de 22 años de su muerte.
En estos tiempos donde ha llegado el primer gobierno de izquierda a México y en el que las personas que dicen asumirse como parte de esta corriente ideológica han aumentado considerablemente, vale la pena tener en cuenta la trayectoria, obra e ideología de personajes como: Cuauhtémoc Cárdenas, Salvador Nava, Manuel Clouthier, Porfirio Muñoz Ledo, Ifigenia Martínez, Doña Rosario Ibarra de Piedra, Demetrio Vallejo y desde luego, Heberto Castillo Martínez.
Al revisar la vida de este hombre multifacético que destacó en la academia, la ciencia y la política, quizá dejaríamos de lado la confrontación, la hostilidad, la intolerancia, la agresividad y la polarización que se obsesiona por defender (hasta llegar a lo absurdo) posturas unilaterales, cuando precisamente es la diversidad de ideas la que alimenta una democracia donde la legalidad y legitimidad tienen equilibrio.
Heberto Castillo Martínez fue un hombre de izquierda, cuando ser de izquierda significaba estar sometido a un clima de permanentes vejaciones promovidas y fomentadas por un sistema que por muchos años se negó a reconocer el derecho a la diferencia, pero fue gracias al esfuerzo de hombres y mujeres como el Ingeniero que logramos superar esas ataduras. Sería lamentable y peligroso regresar a escenarios de esa naturaleza.
Recordar al Ingeniero Heberto Castillo es un llamado a sumar esfuerzos para seguir construyendo el México que él tanto anheló. Asimismo, es una invitación a buscar una sociedad más justa e igualitaria a partir de las diferencias; y por supuesto, a evitar reproducir factores de violencia, intolerancia y persecuciones ante ideas distintas. Es pues, un buen punto de partida para esforzarnos por ser mejores mexicanos.