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Sumarnos a los aires de la época

 

Alejandra Cerecedo Constantino

@alejandraconst

 

Un amigo que conozco de hace algunos meses me invita a tomar algo en un bar brasileño. Al llegar, lo acompañan una chica colombiana y otro amigo uruguayo; yo llego con mi amiga de Perú. El lugar está obscuro, se acaba de ir la luz hace aproximadamente media hora en la Roma, algunas mesas tienen velas, en otras tratamos de alumbrar un poco con celulares; mientras tanto, el grupo toca y la esposa del dueño (con un cuerpo espectacular) baila al ritmo de samba.

 

Después de unas cervezas decidimos movernos a otro lugar. Los llevo a un karaoke en Polanco. Cantamos (no tan bien), bailamos (un poco mejor) y en algún momento de la noche salimos a la terraza. Él enciende un cigarrillo, hablamos sobre las compras consolidadas de medicamentos, las negociaciones para el Tren Maya, me dice que ya está por vender el avión presidencial (junto con su equipo, forma parte de la Oficina de las Naciones Unidas de Servicios para Proyectos, UNOPS).

 

Conversamos sobre ciertas decisiones que se han tomado de forma generalizada, sobre la austeridad, el medio ambiente y sobre el grado de corrupción, cuando de repente viene LA FRASE, esta frase que no me he sacado de la cabeza: “Mira esos hoteles, (me dice con su acento brasileño, señalando el Hyatt, Presidente, el JW y otros que están frente a nosotros) cobran 400 dólares la noche, imagínate ¡400 dólares la noche! Yo podría quedarme ahí pero no lo hago, porque estoy trabajando para los pobres.”

 

“Mejor que se quede donde quiera y que venda el puto avión presidencial”, dice un amigo consultor mientras le platico la historia un domingo en la tarde. Puede ser, pero a mí el escuchar eso me hace sentir que vamos en el camino correcto, me inspira a seguir confiando en que no estamos ante un gobierno ambicioso, sino ante uno congruente que ha logrado permear el concepto en la mente de sus colaboradores.

 

Leonardo Núñez González, Investigador de Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad escribió para Nexos una columna denominada Todos ponen. Hacienda toma todo, en donde señala los peligros de redireccionar el gasto y modificar el presupuesto, lo que puede llevarnos a vivir en la era del gasto discrecional y poner en riesgo la prestación de servicios tan indispensables como el de salud.

Al respecto, Raquel Buenrostro señala en su entrevista para La Jornada, el hecho de que había corrupción por doquier en las compras oficiales, que la falta de planeación incrementaba los costos desorbitantemente, por ello la tendencia a la consolidación de las compras en seis principales rubros: medicamentos, libros de texto, vigilancia, materiales, útiles de oficina y servicios de limpieza.

 

Es importante poner atención al framing o encuadre para entender las dos caras de una misma moneda. La percepción dista mucho de la realidad, la cual, sabemos por la obra de Magritte, puede ser otra cosa completamente distinta.

 

En mi área de comunicación social la curva de aprendizaje no termina, nada se hace como antes. Todos los procesos, contrataciones y adjudicaciones exigen una amplia justificación técnica, estudios de mercado, cotizaciones a proveedores, los cuales deben contar con tarifas autorizadas por Hacienda, (inferiores a las de 2018 o en algunos casos iguales, donde la reducción consiste en no tomar en cuenta la inflación).

 

El presupuesto 2019 debe ser menor al ejercido en 2018 y el 2020 igual o inferior al autorizado en 2019. A esto, se agrega una reducción del 30% del monto total de la partida y el lineamiento de que ningún proveedor puede llevarse más del 25% del monto total.

 

Aunado a lo anterior, el 1% debe destinarse a radios comunitarias indígenas. La espera genera incertidumbre, en ocasiones caos, pero me gusta pensar que, como menciona Javier Gullón en Enemy, (una película sobre la novela El hombre duplicado de José Saramago) “el caos es orden aún sin descifrar”.

 

No obstante, lo que yo siento no es lo mismo que siente quien perdió su empleo por las medidas de austeridad y cambios estructurales impuestos por la nueva administración, quien no pudo acceder a medicamentos para continuar un tratamiento por los retrasos en la entrega de medicamentos que han presentado las farmacéuticas, o quien perdió a un familiar por un contagio de dengue que se convirtió en hemorrágico, pues como ya lo vaticinaba Salomón Chertorivski, esta epidemia se incrementaría en más del 300% por retrasar las fumigaciones.

El Dr. Carlos Urzúa escribió una columna sobre lo que se puede y no se puede recortar. La salud es una de ellas. Que los gobiernos tomen en cuenta la evidencia técnica, nunca ha sido tarea fácil, lo cierto es que no se puede evitar la incertidumbre del futuro con la descalificación rotunda del pasado.

 

Gibrán Ramírez señalaba hace algunas semanas en La hora de opinar con Leo Zuckermann que si bien el crecimiento aún no es evidente, es porque “estamos sembrando desarrollo”, eso es lo que yo veo, eso es lo que siento. Actualmente se requieren cambios estructurales en donde se analicen, evalúen y ponderen todas las alternativas e implicaciones que conlleva una decisión o la implementación de una política pública para no tomar decisiones generalizadas que traigan consigo consecuencias catastróficas, incertidumbre en los mercados y fuertes crisis en materia de comunicación social.

 

Ante los infortunios esperados, hoy el mensaje en la importación de medicamentos de Francia es claro, no debe existir cabida a chantajes por parte de farmacéuticas. He de confesar que yo no vi tan descabellado el hecho de cuestionar “¿Qué sociedad somos si la enfermera, el médico, el director del hospital, si cualquier ciudadano no toma la decisión de comprar el medicamento?” nunca estaré en contra de aquello que se dice, mientras tenga de fondo la buena voluntad.

Sumarnos a los aires de la época significa tratar de ser mejores ciudadanos, dejar un poco de lado el consumismo, la ambición, pensar en las siguientes generaciones; ya lo dijo Rosa Montero en su más reciente columna para El País “Creo que no sabemos desear. La sociedad de consumo, está cada día más acelerada, se alimenta de nuestros deseos: los parasita, los secuestra…” cambiar este estilo de vida ya era necesario; la austeridad es un primer paso para una conciencia social y ambiental.

 

Debemos seguir exigiendo, Mario Campos comentaba en el diplomado en Comunicación institucional y diseño de campañas políticas de la UNAM, que la postura del próximo presidente de Estados Unidos podría definir el futuro climático del mundo. Greta Thunberg se ha pronunciado contra los líderes de la cumbre climática de la ONU: “si nos fallan, nunca los perdonaremos”. México tampoco puede ni debe fallar. Para sumarnos a los aires de la época, es ahora o nunca.

Alejandra Cerecedo

Licenciada en Publicidad y Relaciones Públicas por la Universidad Veracruzana (UV), Estudiante de Ciencia Política y Administración Pública en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) Estudiante del Diplomado en Análisis Político Estratégico por el Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE) Cuenta con un curso en Technology Entrepeneurship por Universidad de Stanford. Ha sido premiada con un Master en Alta Dirección por la Organización Continental de Excelencia Educativa (ORCODEE) Actualmente es columnista en The Mexican Times, Roastbrief y las revistas Campaigns & Elections y Líder Veracruz.