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Por Itzel Ahuactzin  

@itzeelam

 

El 23 de junio del 2016 se celebró un referéndum para marcar el destino del Reino Unido en la Unión Europea (UE), el 48.1% de los ciudadanos votó a favor de mantenerse en el bloque; mientras que el 51.8% pronunció su inconformidad ante la situación. Ese este contexto marcó el comienzo de la salida del país del mayor bloque supranacional fue inevitable.

Esta decisión trajo consigo la división interna de la gente que integra el gobierno y de la misma población, pues había quien creía que era necesario salir sin un acuerdo; mientras que, por otro lado, ese resultaba ser la única opción. Esta inestabilidad interna complicó los intentos de negociación de la ex Primera Ministra Theresa May, pues al no dar resultados, May anunció su salida en julio de 2019.

Sin embargo, la llegada del actual Primer Ministro Boris Jonhson dio un giro total a la dinámica que hasta el momento se mantenía con T. May, pues se anunció el apoyo total a un “Brexit sin acuerdo”. En este sentido, la fecha límite para abandonar el bloque estaba prevista para el 31 de octubre del 2019, pero al no lograr un claro acuerdo y con la presión social y del Parlamento, se inició un proyecto de ley que postergaría una vez más la culminación de aquel referéndum.

Finalmente, tras tres años y medio de buscar soluciones que no afectaran de manera negativa la economía inglesa, el pasado 31 de enero se llevó a cabo el esperado Brexit, bajo el marco de un acuerdo que lo deja sin participación alguna dentro del bloque europeo, pero sometiendo su soberanía a las leyes que regulan la UE por un periodo de un año, tiempo dentro del cual deberán negociar un tratado comercial para beneficio de ambos.

Pero… ¿qué tan factible es esto?, ¿no el único fin del Brexit era poder despegarse del bloque en su totalidad al momento de su llegada?, ¿no se está renunciando una vez más a su soberanía e identidad? La gente dentro del Reino Unido manifestaba esta pérdida de cultura por la homogenización que causaba la pertenencia a la UE y aún después de eso, lo que resta del año deberán estar bajo la “protección europea”.

Por otro lado, el tiempo que se ha establecido para poder lograr un acuerdo comercial implica un reto para las partes. Históricamente, la UE es conocida por las largas negociaciones que entabla con los actores ajenos a la región; ejemplo de esto es el tratado con Canadá o el mismo Tratado de libre comercio de la Unión Europea y México (TLCUEM), por lo que, si esta línea perdura, ¿se podrá concretar un acuerdo horizontal?

Hasta el momento, el único posible escenario visible y contemplado es poder lograr una negociación exitosa para que así las repercusiones económicas no afecten al Reino Unido ni a la UE, pero al mismo tiempo al resto del mundo. Será ese preciso momento cuando podremos hablar de un Brexit real y exitoso pues habrá logrado el objetivo del referéndum: volver uno al Reino Unido.

 

Itzel Ahuactzin

Estudiante de la carrera de Relaciones Internacionales en la Universidad del Valle de México. Ha fungido como auxiliar analista en la Secretaría de Relaciones Exteriores en la región de Centroamérica y el Caribe. Asimismo, ha cursado y acreditado diversos de actualización sobre Derecho Internacional Público y sobre la región de América Del Norte.