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Por Golondrina Viajera

@nuezgolondrina

Oigan, ya hace tiempo que quiero contarles de Arango, un restaurante bien acá que está en la calle De la República 157, en el mero corazón de la colonia Tabacalera de nuestra sufrida CDMX. Arango se llama así en honor a Pancho Villa, que como ustedes saben, y si no, ahora ya lo sabrán, se llamaba Doroteo Arango. Con una declaración de principios basados en los ideales y los sueños de las nuevas generaciones, los jóvenes de Arango hacen un homenaje a nuestras raíces no solo mediante el nombre, sino también luchando por la sustentabilidad y las comunidades. Es fácil autodenominarse “empresa sustentable”, pero demostrarlo en los platos que se sirven es todo un reto, que en los fogones de Arango encaran y salen airosos.

La cocina es responsabilidad del chef poblano Alejandro Cuatepotzo, quien ha sido reconocido como “Rising Star Chef de México” por el Festival Wine and Food Festival de Cancún Riviera Maya en 2015 y por las revistas Travel and Leisure y Food and Travel México, como una de las mejores propuestas culinarias del país. Alumno del reconocido Enrique Olvera, hoy se consolida como uno de los chefs con los más interesantes planteamientos en torno a la cocina tradicional mexicana.

Arango se encuentra en una terraza de vista inmejorable, frente al monumento a la Revolución mexicana. Su amplio salón, dividido en áreas de fumar y de no fumar, permite gracias a sus espléndidos ventanales, postales de excepción. Es un remanso de paz que permite sentirse a gusto mientras se come y se bebe en buena compañía. Apenas cae la tarde, sus candiles y lámparas de estilo art decó resaltan el interiorismo de buen gusto, cuidado hasta en sus mínimos detalles. Y si ustedes tienen un evento privado, Arango cuenta con un salón para ese propósito de alrededor de 15 personas.

La cocina es magnífica y su barra de bebidas también. Apenas llegamos mis amigas y yo, pedimos unos mezcales ensamble de Montelobos, que llevan papalote, espadín y tobalá, muy bien equilibrados. Yo, como ustedes saben, necesito siempre una cerveza como chaser, para acompañar un mezcal, y en ese sentido Arango cumple al tener cervezas artesanales de buena calidad como son Allende, Bocanegra o Cucapá. Luego pedimos al centro unas láminas de pescado con aguachile de piña y una ensalada tibia de langosta confitada y jaiba que fueron la espléndida antesala de, en mi caso un suadero al borguignon que al recordar, todavía me hace salivar. Mis amigas pidieron un lechón confitado con salsa de chipotle tatemado y un rack de cordero con mole barroco. Ustedes disculpen, es que estamos a dieta. Por último, pedimos unos carajillos y una natilla celestial de vainilla y rompope porque tenemos que cuidar también nuestros niveles de azúcar y salimos felices y contentas a conquistar la ciudad de noche. En resumen, que Arango es un gran lugar que vale la pena visitar para ser felices, porque hay que ser feliz, como dice el gran Joaquín Sabina, aunque sea por joder. ¡Hasta la próxima!

Golondrina Viajera

Mexicana. Foodie. Bon vivant. Always on the road…