Por Pamela Robles
@_PamRo_
El miedo es uno de los sentimientos más comunes y el que menos queremos vivir. Algunos estudios afirman que el miedo es la emoción que más consecuencias produce en nuestro interior. Es uno de los sentimientos que deja más marcas físicas, mentales y en nuestro espíritu.
Según la psicología, el miedo es “una emoción básica de alerta y nerviosismo provocada por la sensación de peligro inminente” y nos puede afectar tanto que se llega a convertir en una fobia, que es la respuesta exagerada al miedo de una situación que no siempre es peligrosa.
El caso más “legítimo”; por decirlo así, del miedo es cuando repentinamente vivimos una situación real de peligro: un accidente, un asalto o algo que nos toma de sorpresa y nos asusta. La forma de reaccionar es distinta en cada ser humano, pero en general nuestro cuerpo reacciona en un estado de alerta y activa el sistema nervioso. Nuestro cerebro emite respuestas físicas de huida, el corazón bombea más sangre, así como nuestros pulmones oxígeno, los músculos se tensan y el estómago se cierra. Es normal que después de vivir esta sensación, tengamos cansancio.
También hay un proceso mental de reacción al miedo, sintiendo agobio y malestar. Y como nuestro cerebro activa la alerta, esto nos causa estrés.
El miedo, como cualquier sentimiento es importante conocerlo y sobre todo asumirlo. En una situación, como la que puntualicé anteriormente, será difícil ser consciente de todo lo que está pasando en nuestro cuerpo y en nuestra mente, lo único que nos queda es aceptar la situación mientras sucede y cuando ya pasó, lo importante es que estos daños físicos y mentales, no se conviertan en espirituales. Es decir que lastimen nuestro interior, lo logremos dejar en el pasado y seguir en el presente.
Cuando el miedo se vuelve incontrolable y nos sentimos incapaces de afrontar una o varias situaciones, entonces comenzamos a sufrir baja autoestima, ya que no tenemos la seguridad de nuestras acciones y de nuestro entorno. Esto es lo que comúnmente le llamamos “vivir con miedo”, lo cual es una paradoja. Con miedo no se vive, se sobrevive.
Los estudios budistas definen el temor como un error de percepción, son imágenes fantásticas y horrorosas de nuestra mente. El miedo es un sentimiento que está en nuestro interior, no depende de nada exterior, sino de nuestra mente. El remedio: concentrarnos en el momento presente.
Estos estudios afirman que tanto el miedo como el dolor son inevitables, pero el sufrimiento sí lo es. Una cosa es comprender el miedo y aceptarlo, y otra es asumirlo como una forma de vida.
Un ejemplo claro es cuando una persona cercana fallece. El dolor es inevitable y parte natural de nuestro ser. El problema es cuando pasa el tiempo y seguimos sufriendo esa pérdida y comenzamos a sentir miedo por no poder vivir sin esta persona. La verdad es que esa persona ya no está y nosotros sí estamos viviendo. Si no trabajamos en la aceptación, caemos en un espiral de sufrimiento, con la mente en el pasado.
Otro ejemplo es cuando vivimos en el futuro, cuando el desconocimiento nos lleva imaginar un montón de situaciones espantosas. Personalmente, hace poco viví este sentimiento al tener que entrar a quirófano por algo menor, pero desconocido. Días antes comencé a sentir miedo, entonces utilicé las herramientas que conozco. Una meditación guiada en audio me hizo preguntarme cuál era el origen de ese miedo y descubrí que era el desconocimiento. Entonces solo acepté el sentimiento, cuando tuve la oportunidad hice todas las preguntas que pude y confié. El miedo no se me quitó por completo, pero lo acepté y así fue más fácil. ¿Y qué creen? La vida siguió y al despertar no había miedo. La clave está en no temerle al miedo.