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Por Salvador López Santiago

@sls1103

Hace unos días conmemoramos el 23 aniversario luctuoso del Ingeniero Heberto Castillo Martínez, actor fundamental en la construcción de la vida democrática e institucional de nuestro país, con el que la historia sigue en deuda. Este veracruzano incorruptible murió el 5 de abril de 1997, tiempo en el que se desempeñaba excepcionalmente como Senador de la República.  

El veracruzano universal fue un adelantado a su tiempo que dedicó su vida entera a la defensa del pleno respeto a los derechos político-electorales, la libertad de expresión, la libertad de asociación y que el poder político no estuviera concentrado en unos cuantos, sino que fuera una posibilidad real para quienes en verdad representan el interés del pueblo. 

Por la dimensión de sus aportaciones a la construcción de patria, lo normal hubiera sido que el pasado fin de semana, al menos, se hiciera mención a la trayectoria del Ingeniero Castillo en las comunicaciones oficiales de los tres Poderes de la Unión, los gobiernos de los estados, los Congresos Locales, los representantes populares y medios de comunicación en general. Sin embargo, la realidad es que las alusiones fueron mínimas, casi imperceptibles.  

Es tiempo de reivindicar la figura de este genio veracruzano que bien pudo vivir en la comodidad que le ofrecía ser el inventor de la tridilosa, pero en cambio, decidió dirigir una lucha que parecía imposible y que por décadas lo fue. En una batalla de David contra Goliat, se enfrentó a los abusos, excesos y dominio del régimen del partido hegemónico. Ahora la alternancia, la pluralidad, la competencia política o la fortaleza institucional son parte de la normalidad y, eso en gran medida, es gracias al esfuerzo de hombres como el Ingeniero Castillo.  

El Maestro de tantas generaciones, representó e impulsó un cambio social desde el conocimiento, la razón, el diálogo, los acuerdos, e incluso, desde la construcción de amistades. En el ámbito académico dio clases en instituciones como la UNAM y el IPN. También escribió libros como: Si te agarran, te van a matar; Libertad Bajo Protesta; y Heberto y el petróleo. En la vida pública fue Diputado Federal, Senador, candidato a gobernador de Veracruz, candidato a la presidencia de la República e integrante de la Comisión de Concordia y Pacificación (COCOPA).   

En la actualidad muchos se asumen como parte de una ideología de izquierda, pero en el contexto de la trayectoria del Maestro Castillo, era un acto casi heroico motivado por convicciones y no por intereses mezquinos o coyunturas políticas. El Ingeniero tuvo la capacidad para conciliar a las izquierdas radicales que se negaban al diálogo y a las izquierdas oportunistas que se vendían al mejor postor para legitimar los abusos impulsados desde el poder del partido único. En este proceso fundó el Partido Mexicano de los Trabajadores (PMT), el Partido Mexicano Socialista (PMS) y el Partido de la Revolución Democrática (PRD).  

Heberto Castillo Martínez es quizá uno de los pocos personajes políticos contemporáneos en ser reconocido por propios y extraños. Hace un año, en una de las sesiones más emotivas que he visto en el Senado de la República, con grato asombro escuché a legisladores del PRI, del PAN, del PRD, del PVEM, de MC, del PT, del PES y hasta del Senador sin partido referirse con respeto y admiración hacia el veracruzano universal.  En su mayoría, en los discursos fueron emotivos al recordar anécdotas, expresiones, momentos emblemáticos y virtudes del Ingeniero.   

Cuando uno revisa la trayectoria de este genio multifacético, destaca su lucha a favor de los ferrocarrileros, su apoyo incesante a los maestros y su férrea defensa de la libertad de expresión y la democracia durante el movimiento estudiantil de 1968, se advierte una congruencia inusual y es inevitable sentir admiración. Pero cuando te platican sobre el hombre con gran sentido del humor, el que comía mucho y de todo, el que no sabía darse por vencido en la búsqueda de un México más justo, en fin, de Heberto el individuo y no del político, uno lo admira aún más.  

A 23 años de distancia es tiempo de reivindicar su legado con el lenguaje de la libertad y las convicciones auténticas. Ya va siendo hora de que los jóvenes comiencen a hablar del Ingeniero Castillo, de ese líder nato que a través del ejemplo nos enseñó que, igual que en la política, en la vida, vale la pena conducirse con verdad, con honestidad y con firmeza de convicciones. En mi caso, es un honor caminar junto a la principal hebertista, la Maestra Gloria Sánchez Hernández, quien enaltece extraordinariamente la ideología de su Maestro al mantenerla vigente mediante una política que se basa en servir al pueblo de México por encima de todo.  

 

Salvador López Santiago

Es Licenciado en Derecho por la UNAM, Maestro en Ciencia Política por la UPAEP, Maestro en Derecho Electoral por la EJE del TEPJF y cuenta con estudios de posgrado en Derecho Parlamentario en la UAEMéx. Fue Consejero Electoral Distrital en el Instituto Federal Electoral (IFE) y en el Instituto Nacional Electoral (INE) durante los Procesos Electorales Federales 2011-2012 y 2014-2015, respectivamente. Asimismo, se ha desempeñado como asesor legislativo en el Senado de la República en la LXII, LXIII, la LXIV y la LXV Legislatura. Desde enero de 2020 es director editorial en Tempo, Política Constante.