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Por Raymundo Moreno Ibáñez 

@Ray_More_CNC

En México y el mundo tenemos una contingencia que exige, por parte de los gobiernos, la instrumentación de políticas y acciones que realmente respondan a la magnitud del COVID19. Lo mencionaba en mi publicación anterior y lo reitero, se requiere unidad y altura de miras de cara a lo que se vive pero también a lo que se aproxima. 

Para resolver la crisis sanitaria que enfrentamos, debemos tener bien claro que no se trata de un asunto del PRI, del PAN, del PRD, de Morena o de ningún otro partido o actor político, aunque algunos se siguen empeñando en sacar “raja política”. El PRI se ha conducido como una oposición propositiva y responsable, es tiempo de que todos asuman su responsabilidad, comenzando por Morena y por el presidente, que al mismo tiempo en que llaman a la unidad y la solidaridad, siguen con esa narrativa de descalificación, manejo sesgado de la información y ambigüedad en la estrategia para superar esta crisis.    

Parece que el gobierno no entiende o no quiere entender la dimensión de la pandemia, que dicho sea de paso, entrará en su fase más crítica en las próximas semanas, la respuesta del gobierno Federal se soporta en un discurso ideológico y no en la postura de un jefe de Estado. ¿En dónde está ese personaje enérgico que tenía la respuesta a todos los problemas?, hubiera sido bueno verlo el pasado 5 de abril, en su lugar, en Palacio Nacional el presidente se presentó a “rendir cuentas” como si no estuviera pasando nada y con lujo de detalle hizo un recuento de los programas y apoyos entregados en la administración actual. Lo que no se dijo pero todos vemos, es el manejo clientelar que le dan algunos de sus superdelegados. 

En contraste, el Plan de Emergencia por el COVID19 se reduce a tres ejes: Inversión pública y social; Pleno empleo; y Honestidad y austeridad republicana. Dichos ejes sintetizan la conducción y la postura del actual gobierno: frases rimbombantes, descalificaciones a la primer oportunidad y vaguedades que buscan producir gran impacto entre la población, pero que en la realidad son poco viables. Las intenciones son buenas, la cuestión siempre son los ¿cómo?  

Hay que decirlo sin rodeos, el domingo en Palacio Nacional no hubo plan, no hubo empatía, no hubo capacidad de rediseñar ante la realidad, y lo peor, no hay futuro con este gobierno. Contrario a lo pregonado, no hay esperanza. Esto no es mera apreciación, ejemplos sobran, pero me refiero a algunos: las respuestas de corto plazo con los programas sociales, el falso fin del neoliberalismo, las acciones insuficientes para atender el tema laboral y económico y la falta de apoyo a las mujeres. 

Aunque el diálogo ha sido sometido por la imposición de la voluntad presidencial, hay que reconocer aspectos positivos como elevar a rango constitucional los programas sociales con la reforma del artículo 4 de la Constitución, por cierto, aprobada sin regateos en el Congreso por legisladores del PRI. También hay que decirlo, decisiones como adelantar cuatro meses de pago de la pensión para ocho millones de adultos mayores no son suficientes y solo maquillan la realidad, cuando pasen esos cuatro meses lo que tendrán esos beneficiarios serán deudas, lo que muestra la mínima visión de la dimensión de la problemática. 

Se habló de esperanza, de optimismo, de una crisis transitoria y de la fortaleza histórica del pueblo de México, en eso estamos de acuerdo, pero es falso cuando afirma (por enésima vez) que se acabó el neoliberalismo. A propósito, conviene preguntarse ¿en verdad se acabó el neoliberalismo en México?, la respuesta es contundente: ¡No! Aunque repiten hasta el cansancio que el actual gobierno tiene como ejes a la austeridad y al anti neoliberalismo, en la práctica AMLO es el más neoliberal de todos, privilegiando a ese grupo minúsculo de super ricos y dando la espalda al país cuando más lo necesita, no importa lo que suceda, no habrá endeudamiento, determinación neoliberal a ultranza. 

En temas económicos y laborales, la nota se la llevó la determinación de reducir los sueldos y privar de aguinaldo a servidores públicos a partir de subdirectores y hasta el presidente. En principio parece una medida solidaria, pero es cuestionable cuando se aprecia que ello se hace desde la violación de derechos reconocidos en la Constitución y en tratados internacionales. Otra medida poco viable, es la promesa de crear dos millones de nuevos empleos en los próximos nueve meses (lo que equivale a la creación de más de 7 mil empleos por día), sin explicar ¿cómo?, en todo caso, la pregunta es ¿qué tipos de empleos serían?

Se dijo que ahora el gobierno es el que se aprieta el cinturón, pero si eso es cierto, también lo es que a las empresas que representan la fuente de millones de empleos, se les puso la soga al cuello. AMLO anunció que no habrá un enorme plan de estímulos al empresariado y de esta forma los empresarios no podrán mantener las plantillas de trabajadores. Me refiero a las empresas que tienen entre 20 y 50 trabajadores, quienes muy probablemente perderán sus empleos durante esta contingencia,  no me refiero a los grandes consorcios con ganancias multimillonarias. 

Hubiera sido pertinente, al menos, suspender pagos de impuestos y una vez que pase la contingencia, se empiece a operar la industria poder diferir el total del impuesto pendiente de pagar en los meses que resten del año. Eso sí sería ayudar a todos y no solo a los beneficiarios que utilizan como estructuras clientelares. Sería muy conveniente que el presidente o las personas que lo asesoran entendieran que no es cuestión de rescatar empresarios, sino de salvar empleos productivos que representan el sustento de millones de mexicanos. ¿Acaso alguién podría estar en contra de ello?

Por último, aunque igual de importante, es el hecho de que en el Informe dado en el patio de Palacio Nacional el 5 de abril de 2020, no hubo ni siquiera una mención de apoyos específicos a las mujeres, a las madres solteras, a las jefas de familia. En medio de la tragedia, preocupa saber que tenemos un presidente que minimiza los feminicidios del país, la violencia de género y la causa de las mujeres. No hay que olvidarlo. 

Raymundo Moreno Ibáñez

Raymundo Moreno Ibáñez es Licenciado en Contaduría Pública y cuenta con diversos Diplomados en materia de Finanzas. Su trayectoria profesional se ha enfocado en el servicio público. Es militante del PRI y dirigente agrario en el municipio La Paz, Estado de México, donde realiza diversas gestiones en beneficio de la economía de las familias mexiquenses. Asimismo, fue diputado federal suplente en la LXIII Legislatura y es un referente político en la zona oriente de la entidad.