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Por Salvador López Santiago

@sls1103

El 6 de junio del próximo año viviremos una jornada electoral histórica en México. Así como en su momento, la elección de 2018 fue la más grande de la historia, ahora, la de 2021 ocupará ese lugar. Además, de ser un convencido de que el momento de mayor importancia siempre es el presente, hay cifras duras que dejan de manifiesto la trascendencia del proceso electoral que está por iniciar. De acuerdo con información del INE, para 2018 la lista nominal era de 87 millones 556 mil 179 mientras que para 2021 será de 94 millones 980 mil, además, hace tres años hubo elecciones concurrentes en 30 entidades federativas, ahora será en 32; se instalaron 156 mil 808 casillas, ahora serán 164 mil 550; y se eligieron 18 mil 299 cargos de elección popular, ahora serán 21 mil 368.

En medio de las marcadas deferencias que se exponen y de los nuevos procedimientos que se implementaran a causa de la pandemia por el coronavirus, existen coincidencias que se mantendrán vigentes –incluso con las adecuaciones que se lleguen a realizar –, una de ellas es la propaganda política, que esencialmente, es una herramienta de comunicación utilizada recurrentemente a través de la historia en diferentes ámbitos, pasando por ideologías económicas, sociales o culturales. Incluye mensajes propagandísticos que constituyen el cauce de los mensajes persuasivos, cuyo interés principal radica en convencer y mover la acción. En virtud de que la propaganda política ha estado presente en diferentes etapas de la historia, es importante precisar que se debe ir reinventando o adaptando a cada tiempo y el contexto mundial por la crisis sanitaria supone retos mayúsculos.

La propaganda política es el medio a través del cual, el discurso político y, por ende, la comunicación con la ciudadanía, se desarrolla. Se trata de los materiales, conceptos e ideología con los que el candidato es identificado, partido político o coalición, en consecuencia. Es un elemento fundamental para las aspiraciones de una persona que tiene una candidatura.

La construcción de la comunicación masiva de la propaganda política se debe hacer, entre otras cuestiones, mediante un lenguaje sencillo que entiendan todos; con ideas puntuales que sean repetidas constantemente y desde todas las aristas posibles; con símbolos, imágenes o conceptos con los que se identifiquen la ciudadanía; y que pueda convencer a mucha gente de que se piensa como todo el mundo, creando la impresión de ser unánimes. No es comunicar lo que la mayor parte de la población quiera escuchar, es identificar las principales preocupaciones y necesidades de la ciudadanía, para después plasmarla en propuestas atractivas y viables.

Por último, aunque parezca frío, al final del día lo que importa es obtener votos (hablando de una elección) y, a partir de ese objetivo, lo primero que debemos buscar es generar una conexión con el electorado y hacerlo manteniendo nuestra personalidad, de lo contrario, en lugar de generar esa simpatía, se podría exponer al candidato.

Salvador López Santiago

Es Licenciado en Derecho por la UNAM, Maestro en Ciencia Política por la UPAEP, Maestro en Derecho Electoral por la EJE del TEPJF y cuenta con estudios de posgrado en Derecho Parlamentario en la UAEMéx. Fue Consejero Electoral Distrital en el Instituto Federal Electoral (IFE) y en el Instituto Nacional Electoral (INE) durante los Procesos Electorales Federales 2011-2012 y 2014-2015, respectivamente. Asimismo, se ha desempeñado como asesor legislativo en el Senado de la República de noviembre de 2012 a la fecha, en la LXII, LXIII, la LXIV y la LXV Legislatura. Desde enero de 2020 es director editorial en Tempo, Política Constante.