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Por Javier Santiago Castillo

@jsc_santiago

El fin social de la política es buscar el beneficio de la población. Indagar la coherencia en el ejercicio del poder es un sendero pedregoso e inescrutable que se extravía en los laberintos de los egos, intereses personales o de grupo. La atención o desatención de la pandemia se ha convertido en una carta en los juegos de poder global y nacionales; en contra parte muchas buenas voluntades “intentan hacer el bien sin mirar a quien”. La guerra fría del pasado no remoto ha encontrado un nuevo nicho para incrementar la temperatura a las desavenencias entre las grandes potencias: la búsqueda del predominio científico.

Para llegar a este punto debemos tener presente el proceso globalizador que ha transitado a lo largo de los siglos, a través de la conquista de unos pueblos por otros, el colonialismo europeo del siglo XIX, la hegemonía estadounidense durante el siglo XX, el surgimiento de China como Potencia económica. Desde el ámbito económico se inició con la expansión comercial desde la edad media, la transnacionalización del capital a partir el siglo XIX, el boom de las comunicaciones de la era digital comenzando a fines del siglo XX.

Ahora la globalización ha tocado una de las zonas más sensible de la humanidad: la salud. Si bien es cierto la pandemia de gripe española de 1918 ocasionó la muerte de alrededor de cincuenta millones de personas en el mundo, alrededor de 300 mil en México, no tuvo el impacto de hoy en las emociones humanas. En el presente la incertidumbre social es alimentada no cotidianamente, sino instantáneamente, pues las redes sociales nos inundan de información cierta y falsa y en muchas ocasiones más falsa que cierta.

En tanto el virus se defiende mutando para acelerar la trasmisión de la enfermedad, ante el descubrimiento y producción de las vacunas contra el Covid. En el ínterin la población del mundo está a la expectativa ante la insuficiente producción y acaparamiento por los países ricos.

Ya se producen distintas vacunas; algunas más vienen en camino, hasta el mes de diciembre de 2020 existían más de 220 vacunas en desarrollo contra el Covid. En tanto la industria farmacéutica obtiene ganancias estratosféricas. En Estados Unido, 15 laboratorios generaron en conjunto en la Bolsa de Nueva York 121 mil 224 millones de dólares en valor de mercado; fueron Novavax y Moderna, quienes más elevaron el valor de sus títulos, sus acciones se incrementaron en 921.86% y 233.23%, respectivamente, logrando ganancias de $17,678 millones de capitalización para Moderna y $2,229.33 millones para Novavax. La alemana BioNTech incrementó el valor de sus acciones en 88,40%. La británica AstraZeneca tampoco se ha quedado fuera y logró subir un 19,18% en la bolsa de Londres. La alemana Merck y la estadounidense Pfizer, la que junto a BioNTech consiguieron la primera vacuna aprobada contra el virus, lograron ganancias, hasta septiembre de 2020, de $20 mil millones de dólares.

Los precios por dosis de las vacunas van desde 2.8 dólares, el costo de producción, la de AztraZeneca (Reino Unido), que será producida en argentina y México para su distribución en América Latina, a excepción de Brasil; por su parte, el Presidente Argentino informó que costará entre 4 y 5 dólares. La China Cansino alrededor de 4 dólares. Pfizer-BioNTech (EU Alemania) acaba de fijar el precio en 19.50 dólares y pretende proporcionar 600 millones de dosis a EU. La vacuna rusa Sputnik V se venderá a 20 dólares y la de Moderna (EU) a 25.

Los grandes laboratorios de los países ricos tienen una estrategia dual, atender las necesidades de vacunación de sus países y obtener ganancias multimillonarias, hacer negocios con la enfermedad, parece que la excepción es AztraZeneca. En cambio, China y Rusia tienen una estrategia geopolítica con la distribución de sus vacunas, que, ante la virulencia de la pandemia, han resistido las iniciales campañas de descalificación. El primer país se propone construir la ruta de la seda de la salud; ofrece créditos por 2 mil millones de dólares a los países que lo requieran a lo largo de dos años para hacer frente a la pandemia. También ofertó mil millones para América Latina y el Caribe con el fin de acceder a sus vacunas. Rusia promueve la Sputnik V por el mundo y, al menos, Hungría rompió el bloque europeo y le compró un millón de dosis. Se agregan Serbia, Bielorrusia y los Emiratos Árabes; en América Latina, Argentina, México Bolivia y Brasil se han sumado a la adquisición.

Cuba, sin hacer demasiado ruido ha enfrentado con eficacia la pandemia, con una población de 11,2 millones de habitantes sólo ha tenido 19 mil122 casos registrados y 180 fallecimientos. Además, está desarrollando tres vacunas anti Covid. La más avanzada es Soberana 2, que pasó el lunes 18 de enero a la fase II b, con la aplicación a 900 voluntarios. Si tiene éxito entraría a la fase III (la última antes de la aprobación), con 150.000 voluntarios en marzo. En 2021 tiene capacidad para fabricar 100 millones de dosis, que de sobra es suficiente para vacunar a toda su población y exportar. Al menos, Cuba ha firmado un acuerdo para que se realicen pruebas de su vacuna con Irán. Todavía no se conoce cual será el precio de esta vacuna, pero, sin duda alguna será de las más baratas. Lo cual, manejado estratégicamente por su gobierno colocará a Cuba en el tablero geopolítico mundial y puede contribuir a sacar a la isla del aislamiento provocado por el bloqueo estadounidense. Lo anterior de ninguna forma sería una mala jugada.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) que debiera llevar la voz cantante en una estrategia global que buscara contener la pandemia, en base a criterios científicos sustentados, definiendo las regiones prioritarias para efectuar la vacunación, poco ha podido hacer para enfrentar los juegos de poder geopolíticos y de negocios.

Todavía es temprano para vislumbrar las consecuencias políticas de la pandemia. Donald Trump es el primer gran damnificado, pero habrá más. Los demócratas intentarán volver a colocar a Estados Unidos como potencia hegemónica. Su poderío militar está dañado ante la prácticamente derrota en Afganistán y en la disputa con China, todavía no se vislumbran acuerdos de solución. Internamente enfrenta problemas estructurales serios.

Ante el tablero de juego de poder mundial construido por la presencia de la pandemia, México ha jugado la carta de las relaciones multilaterales, sin atarse a ninguna alternativa de vacuna. Así es como 77 millones de dosis las recibirá de AstraZaneca, 34 de Pfizer, 35 de CanSino y 32 de Sputnik. Pero algo que debe ser muy claro es que las vacunas contra el Covid no dejarán de continuar siendo negocio de los grandes laboratorios trasnacionales, porque se desconoce el tiempo de duración de la inmunidad.

Ante el complejo escenario internacional que augura enfrentamientos por la hegemonía mundial, México debe moverse con cautela y jugar la ficha de la multilateralidad en las relaciones diplomáticas, económicas y científicas. Es claro que la pandemia no concluirá con el fin de la vacunación en 2022. Nuestro país debe jugar la carta de la soberanía en la prevención de las enfermedades infectocontagiosas, es un asunto de Seguridad Nacional. Debe buscar asociarse para ser autosuficiente o casi autosuficiente en la producción de vacunas. Cuba, con todas las dificultades y carencias que tiene, produce el 80 por ciento de las vacunas que requiere.

México tiene instituciones científicas importantes, estrechar la relación con el país caribeño en la investigación virológica y una asociación de los gobiernos de ambos países con la iniciativa privada mexicana para la producción de vacunas son alternativas, que traería beneficios y repercutiría en una presencia internacional positiva. Hacer algo así, naturalmente implica riesgos políticos, pero los beneficios para la salud de la población mexicana, bien los vale.

Javier Santiago Castillo

Licenciado en Ciencias Políticas y Administración Pública, con mención honorífica por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Candidato a Doctor en Ciencia Política en la misma institución. Es profesor titular “C” tiempo completo de la UAM-I, actuó en los 80's como coordinador nacional de capacitación electoral del Partido Mexicano Socialista; y representante de casilla del Partido Mexicano de los Trabajadores, de cuyo Comité Nacional formó parte. En los procesos electorales de 1991 y 1994 fue Consejero en el XXXVI Consejo Distrital Electoral del Instituto Federal Electoral en el D.F; se desempeñó como coordinador de asesores de Consejero Electoral del Consejo General en el Instituto Federal Electoral; representante del IEDF ante el Consejo de Información Pública del Distrito Federal; y Consejero Presidente del Instituto Electoral del Distrito Federal.