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Por Javier Santiago Castillo

@jsc_santiago

La aparición de diversas vacunas no ha terminado con la incertidumbre colectiva ante la pandemia. Los grandes laboratorios y los países ricos acaparan las vacunas. Los primeros con la intención de acrecentar sus ingresos, incumpliendo compromisos contractuales y los segundos, porque los gobiernos desean vacunar primero a sus connacionales. Los afanes de lucro desmedido motor de la economía de mercado y los intereses políticos, una vez más ocasionan más daño a los que menos tienen. Es temprano para tener un diagnóstico preciso de las repercusiones sociales del Covid-19, pero con los datos y proyecciones de instituciones internacionales y nacionales nos percatamos del posible perjuicio a los países en vías de desarrollo.

Los análisis parciales pueden desembocar en conclusiones superficiales, así sean producto de la mente de personajes galardonados con el premio nobel de economía, como Angus Deaton, quien muestra que, al menos en 2020, a medida que la pandemia golpeaba desproporcionadamente a las economías de altos ingresos, la brecha entre los países pobres y los países ricos se reducía. Y, que esto al menos nos muestra que la reciente recuperación de las naciones en desarrollo ha continuado. En sus reflexiones no habla de las considerables desigualdades dentro de los países más ricos.

La caída del Producto Interno Bruto (PIB) de las economías desarrolladas es sensible, pero afecta de manera diferenciada a las economías de los países pobres, algunas de ellas se han visto menos afectadas, al estar menos articuladas a las cadenas productivas mundiales y, en consecuencia, no han sido arrastradas drásticamente en la caída. En cambio, las que están acopladas a las cadenas productivas globales, por ejemplo, la industria automotriz y electrónica, como es el caso de México, el deterioro ha sido más profundo. El que, por la crisis económica derivada de la pandemia, los países desarrollados vean disminuir su riqueza no se puede deducir que los países pobres mejoren su situación. Existen países que ya no pueden ser más pobres.

El Banco Mundial estima que el promedio de la disminución del PIB mundial en 2020 es de 4.3%, el de las economías avanzadas 5.4% y el de las economías emergentes y en desarrollo 2.6%. En la disminución por regiones América Latina es la de mayor caída -6.9%. La crisis económica profundizada por la pandemia del Covid-19 no ha sido obstáculo para que las grandes fortunas crezcan, sobre todo las relacionadas con la tecnología. En el artículo del 24 de enero analizo las implicaciones geopolíticas y financieras de las vacunas contra el covid-19. Pero la bonanza en los negocios no se queda en las farmacéuticas, la lista de los diez multimillonarios más ricos es elocuente:

1. Elon Musk.

Empresario tecnológico estadounidense, automotriz (Tesla) y quien además lidera la carrera espacial privada con SpaceX, tiene una fortuna de 187 mil millones de dólares.

2. Jeff Bezos.

Empresario tecnológico estadounidense, líder mundial de las ventas en línea (Amazon). Bezos lideraba la lista de ricos desde 2017. Su fortuna ronda 185 mil millones de dólares.

3. Bill Gates.

Empresario tecnológico estadounidense, de los primeros en emprender la carrera computacional con Microsoft. Gates tiene una fortuna estimada de 132 mil millones de dólares.

4. Bernard Arnault.

Es un hombre de negocios francés. Propietario del grupo de artículos de lujo LVMH que incluye licores, arte y marcas de ropa y accesorios de lujo. Arnault tiene una fortuna de 114 mil millones de dólares.

5. Mark Zuckerberg.

Empresario tecnológico estadunidense, dueño del grupo de redes sociales Facebook, Instagram y WhatsApp. Su fortuna viene a menos tras enfrentar cargos por monopolio y otras demandas. Su fortuna actualmente es de 99 mil millones de dólares.

6. Zhong Shanshan.

Empresario chino, presidente de la empresa de agua embotellada Nongfu Spring. Es el sexto hombre más rico del mundo. Su fortuna ronda los 93,500 millones de dólares.

7. Warren Buffett.

Empresario estadounidense, presidente ejecutivo de Berkshire Hathaway, un consorcio dueño de varias empresas en diferentes rubros. Su fortuna ronda en 87,200 millones de dólares.

8. Larry Page.

Empresario estadounidense, creador junto con Serguéi Brin de Google, el buscador de internet más usado del mundo. Su fortuna es de 81,500 millones de dólares.

9. Serguéi Brin.

Empresario e informático teórico estadounidense de origen ruso que, junto a Larry Page, fundó Google. Su fortuna se estima en 78,900 millones de dólares.

10. Larry Ellison.

Empresario informático teórico estadounidense, fundador de Oracle, donde fue director ejecutivo desde 1977 hasta 2015. Su fortuna se estima en 78,900 millones de dólares.

Los datos sobre el incremento de las fortunas de los multimillonarios no son del todo precisos, pero los cálculos realizados son sorprendentes. Se calcula que la riqueza de estos diez potentados ha crecido un 27% el último año, lo que equivale a 540 mil millones de dólares. Si sólo tomamos en cuenta a las empresas tecnológicas el incremento es del 44%. El incremento individual mayor lo tuvieron Zhong Shanshan con el 997%, Elon Musk con el 482% y Jeff Bezos con un 68%. Para tener una idea de su magnitud podemos comparar lo ganado el último año: 540 mil millones de dólares con la deuda externa de nuestro país, según el Banco de México, a diciembre de 2020 era 223 mil millones de dólares. Según el Fondo Monetario Internacional México, por su PIB, es la décimo quinta economía del mundo. Con la mitad de las ganancias de estos potentados México podría saldar su deuda externa.

Existen diversos aspectos que se pueden observar de estas grandes fortunas. En primer lugar, predominan los estadounidenses (ocho) un francés y un chino. Todas ellas son de decenas de millones de dólares y la mayoría están relacionada con la innovación tecnológica o la utilización de ella para la producción de nuevos productos relacionados con las comunicaciones. La pandemia impulsó el comercio en línea, del cual el líder mundial es Amazon.

Otro aspecto es que estas empresas de alta tecnología están jugado el papel de disruptores de la economía tradicional y la pandemia potenció su uso, pues permitió mantener ciertas actividades gubernamentales y económicas a distancia y otros ramos de la actividad económica se deprimieron por el confinamiento y el cierre de actividades económicas tradicionales.

Pero, y aquí está, el pero: ¿cuáles son las condiciones regulatorias de carácter jurídico y fiscal para el desarrollo empresarial que permitieron tal acumulación de riqueza en unas cuantas manos? El afán de lucro no tiene diques que lo puedan contener, las crisis, incluyendo la humanitaria resultado de la pandemia no detiene la acumulación de la riqueza. El análisis de la otra cara de la moneda: la pobreza lo realizaremos en el próximo artículo.

Javier Santiago Castillo

Licenciado en Ciencias Políticas y Administración Pública, con mención honorífica por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Candidato a Doctor en Ciencia Política en la misma institución. Es profesor titular “C” tiempo completo de la UAM-I, actuó en los 80's como coordinador nacional de capacitación electoral del Partido Mexicano Socialista; y representante de casilla del Partido Mexicano de los Trabajadores, de cuyo Comité Nacional formó parte. En los procesos electorales de 1991 y 1994 fue Consejero en el XXXVI Consejo Distrital Electoral del Instituto Federal Electoral en el D.F; se desempeñó como coordinador de asesores de Consejero Electoral del Consejo General en el Instituto Federal Electoral; representante del IEDF ante el Consejo de Información Pública del Distrito Federal; y Consejero Presidente del Instituto Electoral del Distrito Federal.