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Por Jorge Tadeo Guevara Moreno
@ElChinoGue

No es ni será el único, pero si uno de los más importantes y efectivos instrumentos para impulsar el desarrollo entre países, fomentar la solución de controversias, y buscar estrategias para un mundo más seguro y pacífico. La cooperación internacional, más aún, es un mecanismo para tener una posición destacada en la política internacional, y fortalecer o crear buenas relaciones con otros países estratégicos u Organizaciones afines a la política exterior de cada Estado y lograr así beneficios mutuos.

Para México la cooperación internacional no es tema novedoso ni ajeno. La política exterior mexicana exige que el gobierno implemente acciones encaminadas a la solución pacífica de controversias y a la búsqueda de un sistema internacional más justo, al tiempo que le ayuden a tener una posición favorable a nivel internacional y concretar sus objetivos en el concierto de las naciones.

De hecho, la cooperación internacional para el caso mexicano se circunscribe dentro de uno de sus principios de política exterior, consagrado en la fracción décima del artículo 89 constitucional; además, en 2011 México adoptó la Ley de Cooperación Internacional para el Desarrollo, marco legal que favoreció la creación de la Agencia Mexicana de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AMEXCID), por lo que, bajo estos sustentos jurídicos, resulta necesario realizar acciones y políticas a nivel nacional e internacional para lograr este cometido.

Una de estas acciones en las que el gobierno debe reforzar la cooperación internacional, es la diplomacia cultural; un ejercicio que a primera vista no supondría obstáculo para México tomando en cuenta su diversidad cultural, su historia diplomática y los esfuerzos en esta materia llevados a través de los diferentes niveles de gobierno.

Durante la trigésima Reunión de Embajadores y Cónsules celebrada en la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) en 2019, el Canciller Marcelo Ebrard y la Secretaria de Cultura, Alejandra Frausto, anunciaron la creación de un Consejo para la diplomacia cultural, además de que a partir del mismo año opera dentro de la SRE la Dirección Ejecutiva de Diplomacia Cultural encabezada por el poeta Enrique Márquez Jaramillo.

Sin embargo, derivado del endurecimiento de la austeridad republicana y de la crisis originada por la pandemia de coronavirus, se ha puesto en evidencia la débil institucionalización de la diplomacia cultural mexicana, provocando que sus estrategias no tengan la atención ni el éxito que merecen, peor aún, se ha alejado de ser una prioridad en la política exterior del país y su planeación se ha reducido a un corto plazo y sin efectividad.

La diplomacia cultural debe ser una prioridad dentro de la política exterior mexicana, puesto que ayuda a la creación y fortalecimiento de buenas relaciones entre Estados y demás actores del sistema internacional; asimismo, facilita el entendimiento mutuo, la cooperación y el desarrollo entre naciones a través de actividades relacionadas con la promoción cultural; de ahí la importancia de ser planificada para un largo periodo de tiempo.

Si bien dentro de las actividades para fomentar la diplomacia cultural resaltan las exposiciones, ferias y pabellones; muestras de cine; o invitaciones de artistas a eventos culturares, México debe apostar más por actividades que siguen siendo parte de la cultura y no se han promovido, que resulten novedosas en cuanto a su aplicación, que fomenten el desarrollo entre sociedades, y que perduren por un largo tiempo. En este sentido, incentivar acuerdos dentro de los ámbitos educativo y científico (siendo éstos los menos contemplados) con miras al desarrollo, resultarían favorables para México.

De igual forma, los medios para desplegar estas estrategias deben de actualizarse a lo que la situación actual demanda. La pandemia de coronavirus ha abierto la necesidad de incentivar una diplomacia cultural digital. El reto estaría, en diseñar acciones con planeación efectiva a pesar de la frágil institucionalización de nuestra diplomacia cultural.

Asimismo, para poder accionar una buena diplomacia cultural, resulta prioritario fortalecer una imagen país positiva de México, ya que, mientras mejor sea la reputación de nuestro país, más simple será formar vínculos y buenas relaciones con los actores internacionales. Una imagen país que resalte los valores nacionales y la política exterior mexicana, que influya positivamente en la opinión de otros países a través de medios de comunicación y difusión, o por medio de grupos de integración políticos y económicos regionales o globales.

El reforzamiento de esta imagen es de sumo grado importante, ya que se estaría fomentando el poder suave mexicano. Bien habría que recordar que este poder sirve para conseguir objetivos específicos sin recurrir a medios basados en la fuerza, la coerción o disuasión, además de que se fundamenta en la política exterior y los valores domésticos de un país.

En la actualidad, México cuenta con dos grandes oportunidades para fortalecer una imagen país positiva y ejercer un poder suave “a la mexicana”. Esto dentro de su participación como miembro no permanente del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas durante el bienio 2021-2022, y su presidencia al frente de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) durante el 2021 (la cual repite por segundo año consecutivo).

De las prioridades de México dentro de su agenda ante el Consejo de Seguridad destacan: asegurar la protección del personal médico y humanitario para garantizar el acceso seguro, eficiente y sin obstáculos a la asistencia humanitaria; privilegiar la prevención y solución pacífica de conflictos; y la búsqueda por el desarme y estar a favor de un mundo sin armas de destrucción masiva. Ya las autoridades mexicanas relacionadas con la ONU han mencionado que estas prioridades tengan un sello de origen o una impronta mexicana, lo que favorecería a la construcción de una imagen positiva de México con los países que forman parte de este Organismo.

Por otro lado, la presidencia de México ante la CELAC podría ayudar a fortalecer su imagen como un líder regional. Su plan de trabajo comprende la reactivación económica de la región y atender las consecuencias originadas por la pandemia del coronavirus; cooperación aeroespacial; igualdad de género; e integración latinoamericana y caribeña por medio del fortalecimiento de la estructura de la misma CELAC.

Resulta necesario, pues, reforzar (o crear) estrategias enfocadas a la diplomacia cultural que fomenten la cooperación y las buenas relaciones entre Estados y demás actores internacionales, sin dejar de lado la construcción de una imagen país positiva de México.

Por supuesto que la SRE y Secretaría de Cultura deban encargarse de la diplomacia cultural por medio de una agenda bien establecida con las representaciones diplomáticas y consulares, pero también se deben tomar en cuenta las iniciativas privadas. De esta forma, al abrir la posibilidad de que el sector privado se incluya en las actividades, se ampliarían los recursos que tanto faltan para diseñar y poner en práctica estrategias que perduren.

Las condiciones actuales demandan mayor multilateralismo; construir una imagen positiva de México a través de su agenda internacional y fomentar la diplomacia cultural del país debe ser una prioridad de su política exterior para alcanzar el desarrollo y la cooperación a largo plazo. Es fundamental que México aproveche la oportunidad que tiene para fortalecer su imagen y crear un marco de acción efectivo que pueda heredar a otras administraciones en cuanto a su diplomacia cultural, puesto que, así como la durabilidad que se le exige, la cooperación es algo persistente dentro de la política internacional en donde México puede –y debe– destacar.

Jorge Tadeo Guevara Moreno

Jorge Tadeo Guevara Moreno es egresado de la licenciatura de Relaciones Internacionales por la FES Acatlán, UNAM. Cuenta con pre-especialidad en el ámbito político diplomático. Realizó su servicio social en la Dirección General para Europa de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE), complementariamente llevó a cabo una estancia profesional en el área de análisis e investigación del Centro de Estudios Internacionales Gilberto Bosques del Senado de la República. Adicionalmente, sus intereses y enfoques de investigación giran en torno a la política exterior de México, política internacional, análisis geopolíticos, y diplomacia cultural. Actualmente es tesista y se encuentra cursando el diplomado de Diplomacia Cultural y Cooperación Internacional por la FES Acatlán.