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Por Salvador López Santiago
@sls1103

“El niño que no juega no es niño, pero el hombre que no juega perdió para siempre al niño que vivía en él, y que le hará mucha falta”. –Pablo Neruda.

Como ocurre desde 1924, este 30 de abril celebramos una edición más del Día del Niño y de la Niña en nuestro país. Es la segunda vez que este día de fiesta y alegría tiene sus festejos en casa a causa de la pandemia por la COVID19 y a pesar de lo complejo del tiempo que vivimos, a pesar de las dificultades que puedan existir… a pesar de todo, sin duda la niñez mexicana merece disfrutar a lo grande su día.

Somos muchos los que estamos comprometidos con el pleno desarrollo de la niñez. Las niñas y los niños son el futuro, pero también son parte invaluable de nuestro presente. En una pandemia que lleva más de un año y cuyo final todavía es incierto, la población infantil nos ha dado verdaderas lecciones de vida, en muchos casos –sin pedir mayor explicación–, han tenido un comportamiento estoico ante el confinamiento, han sido la luz que ilumina los hogares, han sido fuente de esperanza inagotable que lanza un mensaje contundente: ¡Prohibido rendirse, prohibido dejar de luchar!

Este 30 de abril, representa la oportunidad de consentirlos como se merecen –hoy y siempre– y refrendarles nuestro cariño –con palabras y con acciones–. Pero también sería muy bueno aprovechar la fecha e incorporar a nuestra forma de enfrentar la vida algunas de las virtudes inherentes a la infancia, tales como la nobleza que lleva a hacer lo correcto sin que haya cálculos perversos de por medio y, por supuesto, la ilusión de buscar cada uno de nuestros sueños. Igual de importante es redoblar esfuerzos en el permanente anhelo de construir un mundo mejor para las niñas y los niños.

En este sentido, es obligada una pregunta, ¿cuál es el panorama de la niñez mexicana? De acuerdo con el Censo de Población y Vivienda 2020 elaborado por el INEGI, en México residen 31.8 millones de niñas y niños de 0 a 14 años de edad, cifra que equivale al 25.3% de la población total en todo el territorio nacional. Por otro lado, comparte que el 5.4% de las niñas y niños de 3 a 14 años hablan alguna lengua indígena y 1.7% de los menores de 15 años de edad son afromexicanos o afrodescendientes; y que el 87.9% de las niñas y niños en el país disponen de drenaje, energía eléctrica, agua entubada y piso firme en sus viviendas y precisa que este porcentaje es menor para el caso de las niñas y niños en cuyos hogares se habla alguna lengua indígena (61.0%).

Aunque hay indicadores muy positivos como el hecho de que, en las últimas tres décadas, las defunciones de menores de un año han disminuido de manera importante (65.0%), también persisten desafíos mayúsculos ante los que no podemos ni debemos ser indiferentes como sociedad. Nos referimos a dos problemáticas: el trabajo infantil y el matrimonio infantil. En el primer caso se menciona que ocurre con mayor frecuencia entre las y los hablantes de lengua indígena, seguidos de la niñez afrodescendiente, y en menor grado entre los no hablantes de lengua indígena y los menores de 15 años con alguna discapacidad; y en el segundo, se refiere un incrementó en 2020 respecto a 2010 en el país, toda vez que actualmente, 6 de cada mil niñas de 12 a 14 años se han unido o casado, y 122 de cada mil niños y niñas trabajan.

Las cifras expresadas invitan a una profunda reflexión y también nos llevan a asumir compromisos ante la niñez, comenzando en casa, siendo una buena madre, un buen padre, una buena tía, un buen tío, una buena abuela, un buen abuelo… un ejemplo digno para ellas y para ellos –no solo en la narrativa o de manera esporádica, sino en los hechos y en todo momento–. La base de las historias más fabulosas es un núcleo familiar que brinda respeto, seguridad y confianza: ¡No les podemos fallar!

“Sé el adulto que necesitabas cuando eras niño”. Hagamos lo que esté en nuestras manos para que las niñas y los niños tengan la oportunidad de luchar por cada uno de sus sueños, que su única preocupación sea jugar, estudiar y soñar; y que el único límite sea su imaginación, su creatividad y su deseo de materializar aquellos anhelos que los hacen tan especiales e irrepetibles.

¡Feliz Día del Niño y de la Niña!

Salvador López Santiago

Es Licenciado en Derecho por la UNAM, Maestro en Ciencia Política por la UPAEP, Maestro en Derecho Electoral por la EJE del TEPJF y cuenta con estudios de posgrado en Derecho Parlamentario en la UAEMéx. Fue Consejero Electoral Distrital en el Instituto Federal Electoral (IFE) y en el Instituto Nacional Electoral (INE) durante los Procesos Electorales Federales 2011-2012 y 2014-2015, respectivamente. Asimismo, se ha desempeñado como asesor legislativo en el Senado de la República de noviembre de 2012 a la fecha, en la LXII, LXIII, la LXIV y la LXV Legislatura. Desde enero de 2020 es director editorial en Tempo, Política Constante.