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Por Javier Santiago Castillo

@jsc_santiago

Los cambios en la economía son el corazón de cualquier transformación profunda que se desee realizar en nuestro país. La democracia con defectos, rijosidad y achaques funciona aceptablemente. Se quejan los desplazados del poder, independientemente de su signo ideológico, es parte de la normalidad democrática.

Entrando en materia, en las economías contemporáneas existen diversos mecanismos de acumulación de capital, lo que lleva a diferentes formas de distribución de la riqueza producida socialmente. Por ejemplo, las economías de los países nórdicos (Suecia, Noruega, Dinamarca, Islandia) y la de Estados Unidos tienen diversos mecanismos que regulan la producción y distribución de la riqueza.

Para intentar ubicar a nuestro país en el lugar correspondiente tomando en cuenta los extremos mencionados, requerimos considerar alguna información macroeconómica.  De la firma del primer tratado de Libre Comercio a la actualidad la economía mexicana se ha transformado. El nivel de integración o subordinación, depende del color del cristal con que se mire, de la economía mexicana a la estadounidense se ha incrementado. Se ha convertido en una economía articulada al engranaje global, pero sobre todo acoplada a los requerimientos del mercado estadounidense.

En algo más de 30 años las exportaciones mexicanas han crecido de 21,800 millones de dólares (mdd) a más de 400,000. Y las importaciones mexicanas se incrementaron de 12,000 mdd a más de 400,000. Actualmente, alrededor del 80 % de las exportaciones van a los Estados Unidos. A su vez en ese mismo país adquirimos el 50 % de nuestras importaciones. La suma del valor de las exportaciones e importaciones representa más del 70% del Producto Interno Bruto. De los doce países exportadores más importantes, en 2020 con todo y pandemia, México ocupó el lugar decimo primero superando al Reino Unido.

La mayor cuantía de las exportaciones la ocupan las manufacturas (89.6% del total), les siguen las agropecuarias (4.5%), las petroleras (4.1%) y extractivas (1.8%). En los 80s el petróleo y sus derivados significaban alrededor de 70% del valor exportaciones. De las exportaciones manufactureras, destacan: la industria automotriz, electrónica, espacial y electrodoméstico. Somos exportadores importantes de automóviles, televisores, computadoras y otras manufacturas lo que convierte a México en el décimo primer país exportador del mundo y el primer exportador entre los países de América Latina y el Caribe. Aunque, en 2021 México pasó de ser la décimo quinta a la décimo sexta economía más importante a nivel global, nos deja ver su relevancia en el concierto mundial.

A la par de una economía exportadora y de dimensiones relevantes existe otro mundo marginal. Es así como el 78.1% del PIB lo generó el sector formal con 44.4% de la población ocupada formalmente. Es decir, que, por cada 100 pesos generados del PIB del país, 78 pesos lo generan 44% de ocupados formales, mientras que 22 pesos los generan 56% de ocupados en informalidad. Por otra parte, 31.3 millones de personas de 15 y más años ocupadas se encuentran en el empleo informal, lo que representa 56.2% de la población ocupada (encuesta Nacional de Ocupación y Empleo, 2019).

Por su parte, Coneval informa que para 2020 el 52.8% de la población tiene ingresos inferiores a la línea de pobreza. Lo cual significa que 67 millones de habitantes viven en la pobreza, de los cuales 11 viven en pobreza extrema. Además, la pandemia de Covid ha impactado la estructura social, pues la clase media, de ser el 42.7% de la población en 2018, decreció al 37.2 en 2020 (Encuesta Nacional de Ingreso y Gasto de Hogares INEGI, 2020).

Se podría abundar en datos sobre las insuficiencias en salud, educación, vivienda, alimentación, acceso a la cultura, carencia de servicios, desnutrición, etc., pero estas pocas cifras gruesas son suficientes para mostrarnos un México bipolar. Por un lado, se encuentra una economía de las más importantes en el mundo por su capacidad productiva y exportadora, por el otro la mayoría de la población en situación de pobreza o de deterioro de sus condiciones de vida.

El origen de esta situación está más allá de la pandemia de Covid, se encuentra en causas estructurales del modelo de desarrollo que tiene mecanismo de acumulación de capital que ha convertido a México en una gran maquiladora. Exporta productos y equipos de alta tecnología, pero todos son de marcas extranjeras. Por ejemplo, no existen automóviles o computadoras de marcas nacionales. El TLC y, ahora el TMec limitan el desarrollo de una industria nacional cuyo uno de sus objetivos sería que el capital se invirtiera en el país.

Ante este modelo de acumulación de capital llamado neoliberalismo cual ha sido la respuesta del gobierno de la 4T. El esfuerzo por recuperar la soberanía energética es, sin duda alguna, la medida estructural de mayor calado. El adagio de la vieja izquierda nacionalista (Partido Mexicano de los Trabajadores) de que “los recursos naturales producen la riqueza donde se transforman” es una verdad de la que dan testimonio países de escasos recursos naturales, pero una industria innovadora consolidada (Japón y Corea). Este rescate tiene enfrente superar el abandono y la expoliación de políticos y empresarios hicieron por décadas de las industrias petrolera y eléctrica.

Otro aspecto relevante de las acciones gubernamentales son las grandes obras de infraestructura (Aeropuertos Internacional Felipe Ángeles y de Tulum, los trenes Maya y Transístmico y, la refinería de Dos bocas). Sin duda alguna las dos acciones que tendrán un impacto estructural relevante son: 1. La refinería es una pieza esencial en el objetivo de lograr la autosuficiencia en la producción de gasolina para el consumo interno. Objetivo que en el mediano y largo plazos tendrá repercusiones importantes para los consumidores particulares y empresariales porque permitirá mantener estabilidad en los precios de venta, ante la posibilidad de salir del juego del mercado internacional. 2. La construcción del ferrocarril transístmico, indudablemente se convertirá en un polo de desarrollo.

En la construcción del Aeropuerto Felipe Ángeles y del Tren Maya existen dudas sobre su viabilidad técnica y financiera, se observa un alto grado de improvisación en ambos proyectos. En el primer caso, apenas en diciembre de 2021, con un avance del 70% en su construcción, la Secretaría de Comunicaciones y Transportes publicó el Manual de Publicación e Información Aeronáutica que contiene los procedimientos de llegada, salida y aproximación para las operaciones civiles del aeropuerto. A la vez, la empresa francesa NavBlue, encargada de realizar el estudio de aeronavegabilidad, apenas en diciembre concluyó su trabajo, pero hace falta enfrentarlo a la prueba de la realidad. En el caso del Tren Maya la decisión de esta semana de cambiar la ruta muestra la improvisación derivada de la prisa en su construcción.

El Plan Nacional de Desarrollo y el Programa Sectorial de Economía, que contiene un diagnóstico acerca de las debilidades de nuestra economía, no definen un objetivo estratégico global que consista en modificar el modelo de desarrollo inserto, desventajosamente, en el proceso globalizador. Lo más relevante del Programa es plantear de manera genérica la innovación y el apoyo a las Pequeñas y medianas industrias, sin acciones definidas con claridad.

Para transformar el modelo de desarrollo es indispensable la participación del Estado en la investigación científica y ubicar las ventanas de oportunidad innovadoras. La electrónica, la nanotecnología, la biotecnología, que de manera natural desemboca en la industria farmacéutica y la petroquímica son áreas en la que México cuenta con conocimiento, experiencia, pero requieren de impulso.

No existe un programa de desarrollo industrial, que verdaderamente sea una palanca real de la transformación económica del país. En lo sustancial, el gobierno de la 4T está administrando lo que el modelo neoliberal le heredó. Ese no es el camino de una transformación profunda.

Javier Santiago Castillo

Licenciado en Ciencias Políticas y Administración Pública, con mención honorífica por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Candidato a Doctor en Ciencia Política en la misma institución. Es profesor titular “C” tiempo completo de la UAM-I, actuó en los 80's como coordinador nacional de capacitación electoral del Partido Mexicano Socialista; y representante de casilla del Partido Mexicano de los Trabajadores, de cuyo Comité Nacional formó parte. En los procesos electorales de 1991 y 1994 fue Consejero en el XXXVI Consejo Distrital Electoral del Instituto Federal Electoral en el D.F; se desempeñó como coordinador de asesores de Consejero Electoral del Consejo General en el Instituto Federal Electoral; representante del IEDF ante el Consejo de Información Pública del Distrito Federal; y Consejero Presidente del Instituto Electoral del Distrito Federal.