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Por Santiago López Acosta

Después de 12 días de la invasión rusa en Ucrania, que no se resolvió en horas para tener el control del país agredido por una potencia militar, como se había vaticinado por los rusos y luego de una resistencia heroica del ejército y del pueblo ucraniano, la situación se ha complejizado en demasía.

Lo que parecía un rápido triunfo militar ruso y que su líder, Vladimir Putin, se pondría con ventaja en las primeras jugadas de este ajedrez político, para poner al mundo occidental a su merced y consideración, no ha resultado así, afortunadamente, ya que además de la resistencia ucraniana y de su presidente, Volodimir Zelensky, mostrando un liderazgo y una capacidad de comunicación impresionante, que le ha valido el reconocimiento internacional, la estrategia del mundo occidental, encabezado por la Unión Europea y los EEUU de establecer un bloqueo y un cerco económico, financiero, de comunicaciones y de todo tipo contra los intereses rusos en casi todas partes, nos está mostrando una novedosa forma de hacer la guerra, sin tener que tomar los fusiles y encauzar los tanques hacia el enemigo, con resultados inmediatos en el frente agresor, impactando su estabilidad interna y provocando malestar y rechazo hacia su gobierno, mismo que inicio ésta guerra, por demás absurda.

El que parecía gran estratega sorprendiendo al mundo se ha quedado prácticamente solo y con el repudio generalizado de la humanidad, después de que 141 países en la Asamblea General de la ONU condenaron la invasión, solo con el apoyo de 4 países periféricos que no pintan en la escena internacional y la abstención de China, que se ha mantenido al margen del conflicto; y si a esto se le agrega el rechazo manifiesto en su orden interno, respondiendo con autoritarismo, aprobando rápidamente leyes que sancionan libertades, reprimiendo las manifestaciones de rechazo, encarcelando a todo aquel que ose hacerlo, sumando hasta la fecha más de 10 mil personas, además de la inconformidad de los oligarcas rusos, que no son pocos y representan fuertes intereses económicos en el mundo, y que no pueden disponer de sus cuantiosas fortunas, han puesto a Putin en una situación muy compleja.

La amenaza de una guerra nuclear, en palabras del propio Putin, en lo que parecía algo totalmente desmedido, por las consecuencias que eso tendría, no solo para Rusia, Ucrania y toda Europa, sino para la humanidad entera, se presentó la semana pasada con el bombardeo a la planta nuclear de Zaporizhzhia, la más grande de Europa, cuyas detonaciones se hicieron a escasos 500 metros de los reactores, que de haberlos impactado, se estima, tendrían una radiación destructiva diez veces superior a la Chernobyl en 1986. Ese ataque les permitió a los rusos tener el control de aquella.

Lo anterior demuestra que Putin está dispuesto a hacer lo que sea, no importándole que acabe con todo, esto lo hace todavía más peligroso, sabiendo además que ha perdido la batalla mediática, política y diplomática, con cada vez más inconformidades internas, mencionándose incluso la posibilidad de su destitución.

Mientras tanto seguimos viendo como son destruidas las ciudades ucranianas y sus habitantes huyendo a los países vecinos, saliendo más de un millón en una semana, estimándose que serán más de 10 millones los desplazados, una cuarta parte de la población de ese país, en las próximas semanas, los cuales, de la noche a la mañana, tuvieron que dejar todo para salvar su vida, considerando desde luego los que se están quedando en el camino, muriendo en las batallas, de ambos bandos.

Es lugar común escuchar y decir que se sabe cuándo empiezan las guerras, pero no como y cuando terminan, y para el caso es todavía más incierto, porque a pesar de los encuentros entre los dos bandos, que han servido para hacer llegar ayuda humanitaria y establecer corredores para permitir la salida de la población civil, las posiciones de fondo parecen irreconciliables. Rusia insiste en que Ucrania es parte histórica de su territorio, que su población se asimila a la rusa, además de desmilitarizarla, dice, porque representa una amenaza para su seguridad, y Ucrania revindica su independencia, autonomía y su deseo de formar parte de la Unión Europea y del mundo occidental como una democracia liberal.

Aunque parezca que estamos muy lejos de la guerra, por la distancia geográfica del frente batalla en Europa Oriental, la globalización mundial, que se ha materializado de múltiples formas las últimas décadas, como sucedió con la propagación de la pandemia del Covid-19 en todo el orbe en unas cuantas semanas, además de las interacciones comerciales, financieras y en general económicas que se ven reflejadas en el costo y abasto de muchos productos y servicios, los cuales pueden ser impactados en buena parte del mundo en muy poco tiempo.

Sin embargo, la amenaza de una guerra nuclear, que tendría proporciones universales, está más que presente, después de lo que acaba de hacer el ejército ruso, y las constantes advertencias que realiza Putin a todo aquel gobierno que se atreva a desafiarlo, de cualquier forma, ha puesto al mundo en vilo. Ojalá se logre una solución pronta, pertinente y prudente, salvaguardando la paz y la concordia internacional.

Santiago López Acosta

Es Doctor en Ciencias Jurídicas, con el grado de suma cum laude por la Universidad de Granada, España. Consejero Electoral del Instituto Electoral del Estado de Guanajuato desde 2014. Ha sido profesor de la Facultad de Derecho de la Universidad De Lasalle Bajío, en la Universidad de Estudios Profesionales de Ciencias y Artes, y de la Facultad de Derecho, hoy División de Derecho, Política y Gobierno del Campus Guanajuato de la Universidad de Guanajuato. Ha publicado más de 40 ensayos y artículos especializados en publicaciones estatales y nacionales, revistas y libros colectivos, es coautor del libro “Derecho Administrativo del Estado de Guanajuato”, en coautoría con el Dr. Jorge Fernández Ruiz, Editorial Porrúa, México 2008 y coordinador de la obra “Centenario de la Constitución Mexicana de 1917” editada por el Instituto Electoral del Estado de Guanajuato y el Tribunal de Justicia Administrativa del estado de Guanajuato. Además, ha sido articulista de distintas revistas nacionales y estatales. Profesionalmente se ha desempeñado en diversos cargos dentro de la administración pública federal, estatal y municipal, en la Ciudad de México y en el estado de Guanajuato, en organismos electorales, federal y locales. Ha sido asesor y consultor en materia jurídica, política y de la administración pública.