Por Santiago López Acosta
El pasado 8 de marzo se conmemoró el Día Internacional de la Mujer, establecido así por la ONU en 1975; ha sido una larga y constante lucha durante varios siglos, particularmente los últimos dos, donde se ha presentado una participación más activa de muchas mujeres, como la de Elizabeth Cady Stanton y Lucretia Mott, quienes en 1848 congregaron a cientos de personas a la primera convención nacional por los derechos de las mujeres en New York, indignadas por la prohibición que impedía a las mujeres hablar en una convención contra la esclavitud. Siguieron huelgas y manifestaciones que fueron violentamente reprimidas; pero a pesar de eso, fueron marcando el rumbo a seguir para la demanda, conquista y reivindicación de derechos para todas.
El reconocimiento de muchos derechos de las mujeres ha sido particularmente relevante en las últimas décadas, sobre todo en materia político-electoral y de acceso a la función pública, aunque no podemos decir lo mismo en otros ámbitos de la vida social, económica y familiar.
Hoy tenemos paridad en la integración de las cámaras legislativas de diputados, tanto la federal como de la mayoría de las entidades federativas, más gobernadoras y presidentas municipales y más servidoras públicas en cargos directivos por designación o por concurso. Se han tipificado conductas delictivas contra mujeres, como el feminicidio y la violencia política y de otras naturalezas. Han sido avances constitucionales y legales muy importantes, necesarios, pero no suficientes.
El matrimonio infantil sigue siendo un problema muy grave, se calcula que 650 millones de mujeres en el mundo se casaron siendo niñas y 10 millones en esa condición fueron obligadas a contraer matrimonio por la crisis del covid-19, misma que incluyo cierre de escuelas, desempleo y carencia de acceso a servicios de salud en las comunidades más vulnerables.
La brecha salarial de género sigue siendo considerable, estimada en el 16%, la cual se traducen que las mujeres que perciben un salario ganan, en promedio, el 84% de lo que ganan los hombres. Esta diferencia es mayor si se trata de mujeres de color, inmigrantes y otro tipo de discriminaciones. Además de que, el 42% de las mujeres en el mundo no pueden acceder a un empleo remunerado porque son responsables de los cuidados en el hogar, en contraste con el 6% de los hombres.
La violencia contra las mujeres sigue siendo uno de los problemas más graves, el 2021 en México fue uno de los más años violentos, al ser asesinadas más de 3 mil 500, aumentándose en forma significativa los casos de violencia familiar y las violaciones. Tan solo en enero de este año se han registrado 76 feminicidios a nivel nacional. Sigue demandando una respuesta más clara y contundente de las autoridades competentes, además de la inseguridad en la que se encuentra la población en general, en muchas partes del país.
Son muchas las cargas históricas y emocionales que se vienen arrastrando, con las que algunos pretenden explicar y/o justificar que las manifestaciones o movilizaciones de mujeres durante ese día, en los últimos años, se han tornado violentas contra los gobernantes, sin dejar de notar que se han infiltrado grupos de choque, con mujeres encapuchadas que han cometido toda clase de actos vandálicos, y partir de esos hechos se ha querido identificar a las mujeres con los mismos, lo cual es por supuesto, un despropósito fuera de lugar.
Contra todos los pronósticos de algunos gobiernos, las manifestaciones de este año fueron preponderantemente pacíficas en México, y salvo algunas expresiones violentas en algunas capitales de entidades federativas, el saldo fue claramente blanco. Este hecho debe servir para erradicar la obtusa visión de que las manifestaciones de las mujeres, que son legítimas y necesarias, se relacionen con violencia y vandalismo.
Los saldos y pendientes en esta lucha siguen siendo muchos, aun y cuando en el reconocimiento constitucional y legal los logros son innegables, en materia de políticas públicas y en muchas de las relaciones familiares, económicas y sociales todavía falta mucho por hacer. La desaparición de las estancias infantiles, de los centros de apoyo de las mujeres violentadas y del programa de escuelas de tiempo completo son el ejemplo de políticas y decisiones gubernamentales que afectan directamente a muchas mujeres en México, y las han puesto en serios problemas y en mayor vulnerabilidad.
La lucha por los derechos de las mujeres sigue y debe seguir hasta donde sea necesario, una vez que se han reconocido normativamente, corresponde ahora exigir que se hagan efectivos, que se materialicen en los hechos y en la realidad concreta, más allá de los discursos y los buenos deseos, trascendiendo los ámbitos de la clase política, buscando permear los espacios familiares, económicos y sociales para ir construyendo una nueva cultura de igualdad, respeto y reconocimiento de las importantes aportaciones que han realizado y realizan las mujeres.