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Por Salvador López Santiago

@sls1103

“La mejor manera de conocer México es conociéndolo con la mirada de su gente: colectivamente”. —Heberto Castillo Martínez.

El 5 de abril de 2022 se cumplen 25 años de la muerte del Ingeniero Heberto Castillo Martínez, referente indiscutible de la izquierda mexicana y uno de los máximos exponentes del proceso democratizador de nuestro país.

En mi opinión, es preciso reivindicar el legado del notable veracruzano para que sea valorado en su justa dimensión, porque su pensamiento se mantiene como una fuente de consulta obligada si es que existe la aspiración genuina de consolidar la democracia mexicana. En el marco del aniversario luctuoso del Veracruzano universal, es importante hablar de Heberto, reflexionar sobre sus postulados y si acaso lo consideramos pertinente, sumarnos a esta ideología que tiene como esencia a la defensa de la soberanía, la protección de los derechos y la crítica valiente e informada.

Incursionó a la política en 1961 en el Movimiento de Liberación Nacional (MLN), al lado del Gral. Lázaro Cárdenas del Río. En 1968 participó en el Movimiento Estudiantil en defensa de las libertades democráticas, hecho que lo llevó a ser objeto de persecuciones y agresiones que lo pusieron en peligro de muerte. Al respecto, en la obra “Si te agarran, te van a matar”, narra que el mismísimo Lázaro Cárdenas una noche que acudió a brindarle su apoyo, le advirtió que había irritado al presidente Gustavo Díaz Ordaz, al punto de quererlo matar. No fue asesinado, pero un año después fue encarcelado en el Palacio Negro de Lecumberri.

Al salir de Lecumberri en 1971, constituyó el Partido Mexicano de los Trabajadores (PMT); en la década de los 70 y 80, emprendió una férrea defensa de la Soberanía Nacional, al denunciar la corrupción y las incongruencias que prevalecían sobre la política energética. En la elección presidencial de 1988, declinó a su candidatura para convocar a la unidad en favor del Ing. Cuauhtémoc Cárdenas. En 1989 participó en la fundación del PRD y en 1992 fue su candidato a la gubernatura de Veracruz, campaña que fue coordinada por Andrés Manuel López Obrador, que en ese entonces fungía como presidente estatal del PRD en Tabasco.

Durante sus últimos años formó parte de la Comisión Bicamaral de Concordia y Pacificación (COCOPA), mediando en los conflictos entre EZLN y el gobierno de México en Chiapas. Ocupó un escaño en el Senado de la República del 1 de diciembre de 1994 hasta el día de su muerte.

Evidentemente no tuve la oportunidad de conocerlo en persona. Cuando él murió yo tenía 11 años, iba en la primaria y no tenía idea de lo que quería hacer en la vida (no es que ahora lo tenga completamente claro). Confieso que, hasta diciembre de 2018, sabía de Heberto Castillo por sus coincidencias ideológicas con Cuauhtémoc Cárdenas o Demetrio Vallejo, pero igual que muchas personas, no lograba ponderar la magnitud de su legado. Ahora me queda claro que, así como era indispensable en la democratización del país desde los años 60 hasta su muerte, en la actualidad sigue siendo un elemento irreductible en la ecuación.

El 4 de abril de 2019, a propuesta de la Senadora veracruzana, Gloria Sánchez Hernández —máxima exponente del Hebertismo—, el Senado de la República conmemoró el vigésimo segundo aniversario luctuoso del Ingeniero. En honor a la verdad, jamás había visto que propios y extraños; de derecha e izquierda; tuvieran una coincidencia plena alrededor de un político, ese día, no hubo una sola expresión despectiva y mucho menos, un falso elogió, sino que el respeto y admiración que se manifestó en la máxima Tribuna del país fue sincero. Eso mismo ocurre con las personas que sí tuvieron la oportunidad de convivir con él, que caminaron a su lado y que hoy enaltecen su legado siendo personas de bien, con el ejemplo de su gran Maestro y compañero. Cuando hay tanta consistencia en la percepción sobre una persona, te das cuenta de que se trataba de un fuera de serie, de una figura de latitudes formidables.

Por estas razones, el 5 de abril de cada año es un espacio idóneo para recordar al Ingeniero Heberto Castillo, pero más importante aún, representa la oportunidad de refrendar nuestra simpatía con su corriente ideológica o bien, sumarnos a los miles y miles de Hebertistas que hay a lo largo del territorio nacional. Igual que en 1968, igual que en 1988, igual que en 1997, hoy y siempre serán necesarias las voces que promuevan, defiendan y, por supuesto, apliquen el pensamiento del Maestro de tantas generaciones.

Es vital recordar al Ingeniero Heberto, porque después de todo, ¿qué sería del mundo sin los soñadores?, ¿qué sería del mundo sin las personas que se atreven a romper paradigmas por el bien de los demás y no del propio?

Salvador López Santiago

Es Licenciado en Derecho por la UNAM, Maestro en Ciencia Política por la UPAEP, Maestro en Derecho Electoral por la EJE del TEPJF y cuenta con estudios de posgrado en Derecho Parlamentario en la UAEMéx. Fue Consejero Electoral Distrital en el Instituto Federal Electoral (IFE) y en el Instituto Nacional Electoral (INE) durante los Procesos Electorales Federales 2011-2012 y 2014-2015, respectivamente. Asimismo, se ha desempeñado como asesor legislativo en el Senado de la República de noviembre de 2012 a la fecha, en la LXII, LXIII, la LXIV y la LXV Legislatura. Desde enero de 2020 es director editorial en Tempo, Política Constante.