Por Santiago López Acosta
@LpezSantiago
El pasado 5 de junio tuvimos elecciones para elegir gobernador en seis entidades, Aguascalientes, Oaxaca, Hidalgo, Tamaulipas, Durango y Quintana Roo, en estas dos últimas también se votaron ayuntamientos y congreso local, respectivamente.
Los resultados fueron los anticipados por casi todas las encuestas publicadas previamente, con cuatro triunfos para Morena y sus aliados y dos para la alianza opositora integrada por PAN, PRI y PRD. Las sorpresas fueron la ventaja holgada de los opositores al ganar Durango, donde se preveía una contienda más reñida, además de la competencia muy cerrada que se dio en Tamaulipas, misma que se definirá hasta la última instancia en los tribunales.
El claro ganador es Morena y sus aliados, pues de no gobernar ninguno gana claramente en Hidalgo, Oaxaca y Quintana Roo (aquí con una candidata del PVEM, y única entidad donde este partido obtiene una votación decorosa), y muy probablemente Tamaulipas.
El PAN pierde Quintana Roo, conserva Aguascalientes y Durango, aunque con un candidato del PRI y está en disputa por Tamaulipas.
Se dice que el gran perdedor es el PRI, lo cual es parcialmente cierto, pues no refrenda Oaxaca e Hidalgo, pero gana Durango con los votos de su otrora rival, el PAN. El descrédito se hizo más grande con los audios, obtenidos ilegalmente, que se han difundido ampliamente donde se escucha al dirigente nacional Alejandro Moreno hablando de actos ilícitos y despropósitos contra la prensa.
Poco se ha dicho que el gran triunfador de estas elecciones fue el abstencionismo, solo en Tamaulipas, donde se presentó una fuerte competencia apenas se redujo a menos del 50%, pero en el resto de las entidades fue más de ese porcentaje y en Oaxaca llegó casi al 70%. El aumento del abstencionismo es un fenómeno viejo de nuestro sistema político y electoral, de cuando no teníamos propiamente un sistema de partidos y en la etapa de su construcción este no era competitivo, y ahora debemos agregar el enorme descrédito en el que se encuentran los mismos. Sin embargo, con eso y todo son necesarios en cualquier democracia, mientras no inventemos algo eficiente que los sustituya.
Aunque en algunas entidades los gobernadores electos ganaron con diferencias muy amplias, no dejarán de ser gobiernos de minoría, pues el porcentaje de votos con los que obtuvieron los cargos son muy menores, en proporción con los ciudadanos votantes, no solo de la totalidad de los registrados en la lista nominal, sino de los que efectivamente acudieron a votar.
Por otra parte, es revelador como los dirigentes de los partidos de la alianza opositora han festinado sus dos triunfos, aun y cuando el marcador les fue adverso por 4-2, claramente con el propósito de mantenerse en las respectivas dirigencias, a pesar de la derrota. Tal parece que hasta ellos mismos se creían la consigna del dirigente de Morena de que iban por 6 de 6, y luego 5 a 1, como lo vaticinó el dirigente del PAN, Marko Cortés, varios meses atrás. Con el 4-2 dicen que ‘hay tiro para el 2024’, o sea que no se sienten tan derrotados y que pueden competir para esa elección.
En el seno del PAN se cuestiona fuertemente la alianza con el PRI, y no son pocas las voces influyentes diciendo que les quita más que aportar, además de que desnaturaliza la identidad, los valores y principios de Acción Nacional.
Aunque tibiamente, en el PRI se han manifestado algunas supuestas organizaciones y ciertos personajes por el cambio en la dirigencia nacional, pero Alejandro Moreno ya dijo que no se va y será muy difícil destituirlo, pues tiene el control de las estructuras partidistas. Los ataques en su contra seguramente continuarán, por lo que el desgaste y los negativos para el partido muy probablemente irán en aumento, y trascienden el ámbito personal del dirigente.
Del PRD hay muy poco que decir, su aportación electoral a la alianza es mínima, y es casi un hecho que perderá las prerrogativas estatales en la mayoría de las entidades referidas, por los escasos votos alcanzados, por lo que permanecer en la misma la ven como prácticamente su única y última alternativa para conservar el registro como partido nacional.
Han manifestado que la alianza opositora se mantiene para las elecciones de 2023 y 2024, pues lo ven como la posibilidad para ser competitivos. Al interior del PAN, partido que se mantiene como el mejor cohesionado como oposición, seguramente se dará el gran debate para que aquella continúe o no.
Decíamos en otras entregas que la apuesta de MC de participar en solitario en 2018 y 2021 le resultó muy redituable, alcanzando triunfos importantes como la gubernatura de Nuevo León, las alcaldías de Monterrey y Guadalajara, buenas bancadas en el Senado y en la de Diputados, entre otras posiciones, sin embargo, en 2022 no sucedió lo mismo, pues salvo Quintana Roo, en ninguna entidad no alcanzó ni el 5% de las votaciones correspondientes; sin duda tendrá que revisar la estrategia para las próximas contiendas. Su dirigente nacional, el senador Dante Delgado ya está haciendo los cálculos para realizar las maniobras y operaciones necesarias y lograr los mejores réditos políticos para su causa, como por ejemplo convertirse en el factótum de decisiones fundamentales en la eventual alianza opositora total.
La efervescencia política rumbo al 2024, iniciada hace casi un año se mantiene, ahora con las elecciones de Coahuila y del Estado de México, con las precampañas presidenciales informales en el oficialismo y luego de las oposiciones, que se están tardando. La política-electoral es la actividad que más importa a la clase gobernante y política, pero los problemas de fondo siguen ahí, rezagados y agravándose.