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Por Danner González

@dannerglez

Si las cuentas cuadran y no cejo en el empeño, este año habré culminado una novela sobre el poder en una provincia imaginaria que, por ahora, se llama Tierra Firme. La creación tiene, desde luego, obstáculos, pretextos. La vida se impone, pero el escritor encuentra la manera de salirse con la suya, es decir con la literatura. Somos, esencialmente lectores que, a veces, también escriben. Nunca podremos leerlo todo, pero seguiremos intentándolo, leyendo de a dos y tres libros simultáneamente, descansando de una lectura con otra o clarificando un libro con otro que busca explicarlo. Hay quien sostiene que si una novela requiere de un diccionario para entenderla, ya ha fallado. Disiento de tan lapidaria afirmación. Hay novelas que nos fascinan por su dificultad, por el desafío que tema y estilo nos plantean.

Desde hace más o menos un mes, avanzo lento en mis lecturas. Acometo una tarea poco ortodoxa impuesta con locura y ánimo. Leo al mismo tiempo dos catedrales narrativas: Nostromo de Joseph Conrad y Porque parece mentira la verdad nunca se sabe de Daniel Sada. No se lo recomiendo a nadie. Pero en el trayecto, he descubierto a dos entrañables ancestros. Brincos diera. ¡Qué potencia la de Conrad! ¡Vaya ritmazo el de Sada! Así pues, voy temprano a Costaguana (república bananera imaginada por Conrad); por las noches y hasta el alba, me solazo en Remadrín (pueblo del desierto sádico). El desafío diario es, en medio de la pasión lectora, encontrar un espacio para consagrarse a la escritura.

Conrad escribe de lo que sabe y uno puede ver a Nostromo en la oscuridad demostrando su marinería, pero ese mamotreto de alrededor de seiscientas páginas es más que una historia de marinos y mineros. Es un libro que discurre sobre las luchas por el poder del que pudiera ser cualquier país de nuestra América Latina. Sada, por su parte, es un esteta y uno se extasía entre octosílabos, endecasílabos y alejandrinos, pero ese otro tocho de más de seiscientas páginas es mucho más que sus pirotecnias verbales, tan alabadas por el continente literario. Habla de caciques y fraudes electorales, de los fantasmas y desaparecidos de cierta república, ¿imaginaria? Y en el ínterin, un rapsoda que sostiene la narración como si se jugaran la vida en un pulso vigoroso Góngora y el Piporro. ¡Barroco, Sada, barroco!

Llegado este punto conviene preguntarnos: ¿Por qué les costará tanto a muchos escritores aceptar que los entresijos del poder aún pueden y deben narrarse? Ya sabemos que lo público no goza de buena salud y que no está de moda en tiempos de corrección “política”, remitirse a ella en la narrativa. Pero si el papel de la literatura es dar luz a las zonas oscuras de nuestro acontecer, entonces alguien tendría que estar escribiendo la novela política de nuestro tiempo y todos tendríamos que intentar asimilar el ejercicio de esta como lo que es: una fracción –no menor– de esa asignatura universal que conocemos con el vasto nombre de “cultura”.

¿Ustedes leerían una novela política? Escríbanme sus comentarios. Yo mientras tanto, continuaré el reto que me he autoimpuesto: De mañana, Costaguana; por las noches, Remadrín.

Danner González

Especialista en comunicación y marketing político. Ha realizado estudios de Derecho en la Universidad Veracruzana; de Literatura en la UNAM; de Historia Económica de México con el Banco de México y el ITAM, y de Estrategia y Comunicación Político-Electoral con la Universidad de Georgetown, The Government Affairs Institute. Máster en Comunicación y Marketing Político con la Universidad de Alcalá y el Centro de Estudios en Comunicación Política de Madrid, España, además del Diplomado en Seguridad y Defensa Nacional con el Colegio de Defensa de la SEDENA y el Senado de la República. Ha sido Diputado Federal a la LXII Legislatura del Congreso de la Unión, Vicecoordinador de su Grupo Parlamentario y Consejero del Poder Legislativo ante el Consejo General del Instituto Nacional Electoral. Entre 2009 y 2010 fue becario de la Fundación Antonio Gala para Jóvenes Creadores en Córdoba, España. Sus ensayos, artículos y relatos, han sido publicados en revistas y periódicos nacionales e internacionales. Es Presidente fundador de Tempo, Política Constante.