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Por René Cervera Galán

La globalidad tiene como intención un mundo homogéneo, con un país hegemónico, mismas reglas, sin aranceles y en el futuro, sin fronteras. Un espacio identificado con la normatividad del capitalismo en toda su expresión, resaltando de especial manera la libertad del inversionista, en consecuencia, el capital no encuentra límites territoriales y tiene como enemigo al Estado social.

El discurso global se legítima hablando de los derechos humanos de las minorías y afirma ser un pensamiento incluyente contra el racismo, más que contra el clasismo, es pro migrantes, anti patriarcal y desde luego inquebrantable en la libertad de expresión.

En el propósito de disminuir la intervención del Estado en la economía y de influir en la política sin necesidad de obtener el voto popular, se introdujeron fundaciones, Organizaciones No Gubernamentales y se menciona  de mayor manera a la sociedad civil como una especie de Pepe Grillo en la conciencia de partidos políticos y gobierno,  sociedad civil que se presenta como incólume al vociferar los pecados de la política, pero juega a la política, cobrando por fuera en fundaciones internacionales —aparentemente  altruistas—, y descalifica como populistas las acciones solidarias del Estado.

El activo más fuerte de esta intención son los medios de comunicación. Una prensa que descalifica las medidas de atención a la colectividad, medios visuales que manejan un discurso de admiración por los que consiguen grandes fortunas, señalan como tiranos a personajes políticos a su antojo, sus protagonistas en las historias de cine y televisión son seres individualistas, héroes del poder establecido y desde luego las autoridades emanadas de gobiernos no afines a su visión suelen ser los antagonistas de sus narrativas.

La contraparte es el conservadurismo, con su tradicional nacionalismo, temor a toda novedad, su apego religioso, la superficialidad en la interpretación de la historia, su resignación del problema ecológico, su convicción de que detrás del liberalismo hay gato encerrado para reducir la humanidad y la consecuencia de que al nacer menos futuros habitantes es que se tiene que pensionar a mayor edad por la ausencia de jóvenes.

Las manipulaciones políticas suelen tener palabras para descalificar según la época, con facilidad acusan de fascista, misógino, populista, dictador… empleando expresiones despectivas que están de moda. En el ámbito del neoliberalismo son defensores de la libertad de expresión siempre y cuando se ratifique lo que ellos afirman, toda personalidad que está frente a un micrófono se encuentra expuesta a ser considera como alguien misógino, racista o excluyente, con lo que le pueden quitar el micrófono y en consecuencia la misoginia y el racismo toman fuerza en los eventos de humor privados.

Son severos contra los gobiernos que limitan las libertades, sin embargo, es el mundo occidental con presunción democrática el que tiene preso a Julián Assange por hacer público el comportamiento del poder hegemónico. La homogeneidad está cambando y de eso no hay duda, inevitablemente China, tiene reservado un papel protagónico del presente al futuro y Rusia también, sin hacer menos a la India, Brasil y los países árabes.

La pregunta es: ¿Qué pasará con la democracia si la influencia de gobiernos que no llaman a las urnas como China o que llaman, pero no aceptan los resultados como Rusia, se convierten modelos a seguir? Poner a occidente como la región con valores democráticos indiscutibles ha sido una contradicción. Consideremos que la democracia es una utopía digna de perseguirse y como tal nunca se consolida, pero se manifiesta cuando el acceso a los bienes es universal y equitativo.

China es la economía más exitosa del siglo XXI en términos de crecimiento, es una economía diversa con empresas públicas, privadas, mixtas y un buen sector de cooperativas. Tienen como denominador común la conducción del Estado. A diferencia de los Estados Unidos de Norteamérica no condicionan inversiones o préstamos a políticas privatizadoras a través del Fondo Monetario Internacional (FMI) el Banco Mundial e, incluso, la Casa Blanca.

Esperemos que la nueva polaridad conduzca al respeto por las diferentes formas de producción y evite la especulación, demandemos que el espíritu democrático contagie a quienes no lo tienen, considerando que ni China, ni Rusia lo extrañarán ya que nunca lo han vivido.

Voto porque la inclusión no signifique la absorción de un modelo económico, pero sobre todo, que nuestra insistencia por un mundo democrático no esté guiada por la avaricia de un diminuto, pero poderoso grupo a nivel global y, al darse un nuevo contexto internacional, la voluntad de las naciones, sociedades y Estados sea que nadie amanezca sin un techo amable, que le sea posible desayunar lo que se le antoje, tenga un empleo satisfactorio, condiciones para amar y ser amado, sus requerimientos estén presentes en las políticas públicas dentro de un mundo pluricultural con equilibrios sociales, en donde se pueda ejercer sin prejuicio alguno el derecho a tener una identidad.

René Cervera Galán

Compositor y autor del libro Entre el puño y la rosa (visión de La Socialdemocracia), así como de In memorian Olof Palme, La democracia es una fiesta y Antojos literarios. Ex representante del Partido Humanista en el IECM y conductor del programa La Orquesta Filosófica [email protected] En Tempo, publica artículos de análisis político en la sección “Entre espejos y ventanas”.