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Por René Cervera Galán 

Quienes se sienten satisfechos con su democracia están matando la que tienen. La democracia tiene que revisarse continuamente, cuestionarse y refundarse constantemente.

La democracia es básicamente una forma de convivencia que reglamenta como relacionarnos entre nosotros mismos en la comprensión de que algo de nosotros es para los demás y algo de los demás es para nosotros, implica un grado de sacrificio personal en intercambio por la ganancia de vivir en comunidad. La diferencia con una dictadura es que en el modelo democrático se procura que todo acto sea voluntario y el instrumento para lograrlo es la elocuencia y en la dictadura las reglas de convivencia emanan de una autoridad que recurre a la violencia que conlleva toda imposición.

La democracia ha sido una exigencia para frenar el privilegio de las elites, por lo tanto es un objetivo de las izquierdas y  es una incongruencia que sea la bandera en que se cobijan grupos diminutos pero poderosos.

En repetidas ocasiones me han preguntado si creo en la democracia y mi respuesta es que la democracia no es un acto de fe; es una construcción y como tal debe diseñarse colectivamente, pero lo que se concluye de la constante afirmación de tomarla como una creencia, es que la gente común suele darle un sentido religioso a los pensamientos políticos.

No es casual que politeístas como los griegos hayan iniciado al menos oficialmente los procesos democráticos y la creencia en un solo Dios se preste a decisiones autoritarias.

El mundo está pasando por una etapa coyuntural la hegemonía anglosajona occidental está en descenso, en menos de 10 años China pasará a ser la primer economía y es una dictadura, en consecuencia la eficiencia democrática entra en un serio cuestionamiento.

En el marco de la globalidad China fue el país que más se benefició, y curiosamente con las sanciones económicas Rusia extendió su influencia en Asía, África, y   ambos países también aumentaron su presencia en Latino américa y convirtieron el BRICS en una real alternativa.

Las potencias occidentales acostumbraron  dividir el mundo en demócratas y autoritarios, si hacemos un retrato hablado de las exigencias para considerar que haya democracia en las aseveraciones  neoliberales, encontraremos que a su entender al menos debe haber  dos partidos políticos, elecciones periódicas y libertad de expresión. Si observamos vamos a ver  que se refieren a “la democracia” que se practica en los Estados Unidos de Norte América.

Si dejamos la superficialidad a un lado y somos capaces de hacer una radiografía con ultra sonido y toda la tecnología para ver lo que hay de fondo, hallaremos que China es efectivamente una dictadura, que Rusia tiene una democracia dudosa y que en el  mundo de las libertades para el capital  hay mucha hipocresía, porque en donde gobierna el capital no mandan los electores.

Nos toparemos con muchas incongruencias, por ejemplo mientras en Ucrania el discurso de la Unión Europea y la OTAN intenta justificar su intervención en el nombre de la democracia, lo cierto es que un personaje icono de la libertad de expresión “ Julián Assange” ha pasado por varias acusaciones y encarcelamiento de quienes forman parte de la Unión Europea o de la OTAN por informar sobre las actividades ilícitas de las instituciones que dicen defender la democracia.

Encuestas recientes y el aumento electoral de partidos conservadores dicen que cada día más personas aceptan una dictadura si esta les da estabilidad, lo que significa su preferencia por  el viejo orden,  que la incertidumbre derivada de la violencia delincuencial, de los vaivenes económicos y de la corrupción que se esconde detrás de los procesos que se hacen en el nombre de la democracia les da intranquilidad y están dispuestos y  dispuestas a ceder su voluntad a cambio de certidumbre.

Los  derechos humanos tan íntimamente ligados a la democracia son incuestionables en la concepción de sectores profesionales vinculados al derecho, pero en sectores populares los identifican como protectores de la delincuencia que obstaculizan la acción del Estado.

Es difícil encontrar la medida idónea para que no haya ni inocentes en la cárcel ni culpables en la calle, pero en términos democráticos no hay tabúes y la premisa de que el bien social debe estar encima del bien particular tiene vigencia.

La democracia es incluyente, respetando facultades y competencias, reconociendo derechos y obligaciones universales y teniendo mucho cuidado de que los poderes no se concentren en determinado sector social, especialmente el poder económico.

Todos cabemos en una democracia sabiéndonos acomodar, lo que corresponde en estos momentos es dignificarla de manera transversal,   y seamos activos en el proceso de un mundo cada día menos injusto, actores en la construcción de la historia con el grado de protagonismo que entre nosotros mismos otorgamos y dejar en claro que el acceso universal a los bienes materiales, culturales y espirituales es su objetivo y la consulta electoral nos da dignidad.

René Cervera Galán

Compositor y autor del libro Entre el puño y la rosa (visión de La Socialdemocracia), así como de In memorian Olof Palme, La democracia es una fiesta y Antojos literarios. Ex representante del Partido Humanista en el IECM y conductor del programa La Orquesta Filosófica [email protected] En Tempo, publica artículos de análisis político en la sección “Entre espejos y ventanas”.