Por Santiago López Acosta
@LpezSantiago
El Frente Amplio por México (FAM), integrado por los partidos de Acción Nacional, Revolucionario Institucional y de la Revolución Democrática, además de múltiples organizaciones de la sociedad civil culminaron exitosamente su proceso de selección de su coordinadora nacional, que se convertirá en su precandidata presidencial, la senadora Xóchilt Gálvez.
Después de dos semanas muy intensas, donde se dio la declinación de Santiago Creel y los tres últimos foros (en León, Guadalajara y Mérida) se celebraron solamente con las dos finalistas, la ganadora final y la senadora Beatriz Paredes, después de múltiples cabildeos internos y de darse a conocer anticipadamente los sondeos acordados, uno telefónico y otro en viviendas, que le dieron una ventaja de más de 15 puntos a Xóchilt Gálvez ( 57% contra 42%) sobre Beatriz Paredes, lo que provocó que esta última decidiera concluir su participación.
Metió mucho ruido el protagonismo del presidente del PRI, Alejandro Moreno, al anunciar que los sondeos encargados no le favorecían a la priista y que su partido fijaría su posición dos días después, y durante tres días no se tuvo claro la posición de la senadora Paredes, misma que finalmente acepto.
El Comité Organizador del Frente anuncio que tenía todo listo para consulta de participación ciudadana prevista para el 3 de septiembre, con cerca de tres millones de boletas, urnas, mamparas y todos los materiales necesarios para la instalación de 1190 centros de votación y 2500 mesas receptoras para recibir la participación de casi dos millones 300 ciudadanos registrados en el padrón que se construyó en muy breve tiempo.
Sin embargo, esta se canceló por innecesaria, al quedar únicamente la contendiente con mayores preferencias, además de que se señaló las posibles interferencias de agentes externos que buscarían ensuciar el proceso. Al no realizarse este último ejercicio, genero algunas críticas internas, de organizaciones de la sociedad civil prestas a participar, pero también de actores del oficialismo, que extrañamente casi pedían que se realizara.
En lugar de ese ejercicio se convocó a la glorieta del Ángel de la Independencia para la entrega de la constancia correspondiente a la ganadora del proceso, Xóchilt Gálvez, y concentraciones similares en más de 60 ciudades de la república y algunas del extranjero, para seguir el evento y concluir el proceso, el cual resulto con amplia participación de la sociedad civil organizada y de militantes y simpatizantes de los tres partidos del FAM.
Con cuestionamientos, críticas y deficiencias, desde el punto de vista operativo y técnico, como también de vaticinios de que habría fracturas, divisiones y desavenencias entre los aspirantes, los partidos políticos y las organizaciones de la sociedad civil participantes, pero el resultado del proceso, sin adjetivos ni calificativos, fue exitoso.
Fue un método totalmente nuevo, sin ninguna experiencia similar previa, promovido por las organizaciones de la sociedad y aceptado por los partidos políticos, preparado y ejecutado en escasos dos meses, y por ende con muchos riesgos que se descarrilara, con partidos divididos y organizaciones sociales lastimadas, pero no sucedió así, y el producto generado posiciono a la oposición en la escena pública en un lugar que no tenía hace muy poco tiempo.
Coincidiendo con la repentina aparición protagónica de la senadora Gálvez, tocando la puerta del palacio nacional, con su amparo en mano, para exigir al presidente de la república que le concediera el derecho de réplica en su conferencia mañanera, que previamente le había otorgado un juez de distrito.
Hasta antes de ese hecho, era una senadora del PAN, que llego a través de la lista plurinominal del PRD, sin militancia en ningún partido, que buscaba ser candidata a Jefa de Gobierno de la CDMX de la oposición, cambiando radicalmente todos los escenarios previos, y después de ganar ese proceso, impulsada fundamentalmente por la sociedad civil es sin duda, la precandidata mejor posicionada de todas las oposiciones.
Después de cinco años de gobierno del presidente López Obrador, donde éste tuvo el control de la agenda y la discusión pública, ahora el protagonismo lo tiene la oposición, pero sobre todo la senadora Gálvez, en su carácter de coordinadora del FAM, como se demostró en el inicio del periodo ordinario de sesiones del Congreso General y la presentación del informe presidencial el pasado 1 de septiembre.
Esta semana veremos cómo termina el proceso de selección de Morena y sus aliados, el PVEM y el PT, que ha estado muy cuestionado por varios participantes, principalmente por Marcelo Ebrard, cuyos apoyadores han presentado hasta denuncias penales y administrativas, algunas de ellas por hechos muy graves. No sabemos cuál es la capacidad de control de daños, de las actitudes y acciones de quienes no resulten favorecidos. Los vaticinios no son nada halagüeños para el oficialismo.
Por el momento y en un periodo de tiempo muy corto, después de estar prácticamente en la lona durante años, la oposición se ha puesto a la vanguardia y en posición competitiva para la gran cita electoral de junio de 2024, donde se pondrán en juego miles de cargos públicos.
Estaremos atentos a la reacción del oficialismo, que no tardara en aparecer, y sin duda tendremos contiendas muy competidas, no solo para la presidencia de la república, sino para el Congreso de la Unión, gubernaturas, presidencias municipales, congresos locales y algunos otros cargos. Esperamos que la institucionalidad democrática este a la altura de las circunstancias, pero también lo debemos exigir de las autoridades de todos los ámbitos de poder, pero sobre todo de los partidos políticos, de los candidatos y de los actores políticos que participaran.