Por Javier Santiago Castillo
@jsc_santiago
El año, 365 días, 8 mil 760 horas, 525 mil 600 minutos, 31 millones 536 mil segundos es el ciclo que la sociedad se ha dado para realizar un balance temporal de su derrotero y desear un futuro generoso con la vida.
El 2023 está marcado por dificultades trascendentes. Una de ellas es el fin de la pandemia. Cuatro grandes laboratorios: Pfizer, BioNTech, Moderna y Sinovac obtuvieron beneficios de hasta 90.000 millones de dólares durante 2021 y 2022 por sus vacunas contra el Covid-19 (informe del Centro de Investigaciones Multinacionales, con sede en Holanda).
Es así como las ganancias de Pfizer fueron 35 mil millones de dólares; BioNTech de 20 mil; Moderna de 20 mil y Sinovac 15 mil. Son los laboratorios que más dinero han ganado, con unos márgenes de ganancias netas situados entre 62% y 76%.
Es necesario hacer notar que los siete más grandes laboratorios recibieron fondos gubernamentales de 5 mil 800 millones de dólares para sus investigaciones sobre las vacunas contra el Covid-19. Ya controlada la pandemia, la estrategia de las grandes farmacéuticas es el incremento de precios para mantener altas sus tasas de ganancia. Tienen un afán inagotable por obtener las mayores ganancias posibles. Son insaciables.
La naturaleza anuncia otras amenazas. La presencia de las “superbacterias”, resistentes a los antibióticos son un reto científico para la humanidad. En la actualidad ya matan alrededor de un millón 200 mil personas. Tampoco se deben descartar la aparición de nuevos virus letales.
Una secuela del Covid-19 es el impacto en la salud mental. La ansiedad, la procrastinación, la depresión y el suicidio se incrementaron de manera significativa en el mundo. Según un estudio de la Organización Panamericana de la Salud, los niños, los jóvenes y las mujeres has sido los más afectados. Sólo como ejemplo, en 2021, nueve países de América Latina el 27% de los jóvenes de 13 a 29 años reportaron haber sentido ansiedad y 15% depresión. Estas secuelas de la pandemia prácticamente no han sido atendidas en ningún país.
Otro riesgo natural es el cambio climático propiciado por la polución. Los principales emisores de gases invernadero son China con el 30% del total mundial. Le siguen EU (11%), India (7%), la UE (7%) y Rusia (5%). Si sumamos a los otros quince países del G-20, las emisiones llegan al 78%. El resto de los países del mundo,175, producen el 22% de gases invernadero.
La última cumbre climática de Dubai (COP28), concluida el 13 de diciembre del 2023 logró más desacuerdos que coincidencias. Los desacuerdos esencialmente son que el texto no refleja el compromiso de eliminar las energías contaminantes, sólo menciona la reducción condicional de su producción y consumo. Una deficiencia mayor es que no existen compromisos financieros de las economías más desarrolladas para ayudar a los países más pobres para financiar su transición energética y las pérdidas por los daños causados por el cambio climático.
Además, propuso reducir el uso del carbón sin tecnologías para capturar los residuos de carbono lo que significa un paso atrás al acuerdo de Glasgow, en la COP26, de 2021. Asimismo, al texto le falta un calendario claro y objetivos a corto plazo para limitar el calentamiento global a 1,5 grados, la única meta concreta que tiene es la de reducir el uso de energía fósil para mediados de siglo, la cual es considerada tardía por los científicos.
Otro riesgo grave para el mundo es sin duda la ausencia de paz. Según la Academia de Derecho Internacional Humanitario y Derechos Humanos de Ginebra, en Medio Oriente y el norte de África se encuentran activos 45 conflictos armados, 35 en el resto del continente africano, Asia cuenta con 21 conflictos en activo, Europa tiene 7 y América Latina es escenario de 6 conflictos armados, aunque estos incluyen también violencia criminal, como en el caso de México.
En África y Medio Oriente la mayoría de los enfrentamientos bélicos son guerras civiles, en algunos casos uno de los bandos es apoyado por las antiguas potencias coloniales. Como siempre son los intereses de las grandes potencias por explotar las riquezas naturales, en primer lugar el petróleo, de los países periféricos.
Son las guerras Rusia-Ucrania y Palestina-Israel, las que han elevado la tensión global por la posibilidad del involucramiento directo de las grandes potencias, lo cual pondría en riesgo la paz mundial. La competencia económica entre Estados Unidos y China subió de tono por ambiciones geopolíticas derivadas del incremento de la capacidad económica de la nación asiática.
En 2023 la economía mundial vivió una lenta y desigual recuperación y con esfuerzos múltiples por contener la inflación, por medio de la decisión de los bancos centrales de elevar las tasas de interés. El Producto Interno Bruto creció más de lo esperado, China superó todos con un incremento del 5% y, sorprendentemente México obtuvo el 3.2. El crecimiento de Estados Unidos fue de 2.1.
En relación con las tasas de inflación la de Alemania es la más alta, 6% y la más baja España con el 3.5; la de México será de 5.5, China es caso inusual, pues culminó el año con una inflación debajo de cero. Los pronósticos para 2024 no son halagüeños se dará un menor crecimiento del PIB, a pesar del crecimiento del déficit público y de la deuda pública. El desempleo en todos los casos será superior al 3% de la Población Económicamente Activa.
Otro grave problema por sus implicaciones económicas, políticas y sociales es la delincuencia organizada. El fenómeno va en aumento, pues en 2023 el 83% de la población mundial vivía en países con un alto nivel de criminalidad, en comparación con el 79, en 2021.
Por otra parte, según el informe 2023 de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito sitúan la estimación mundial de personas que se inyectaron drogas en 2021 en 13.2 millones, 18% más de lo estimado anteriormente. A escala mundial, más de 296 millones de personas consumieron drogas en 2021, lo que supone un aumento de 23% con respecto a la década anterior. Por su parte, el número de personas que padecen trastornos por consumo de drogas se ha disparado hasta los 39.5 millones, lo que supone un aumento de 45% en 10 años.
Según el informe del Foro Económico Mundial (FEM) del año 2015 sobre el estado de la economía ilegal a nivel global, las principales actividades ilícitas significaban entre el 8% y el 15% del PIB mundial. Entre los negocios ilegales más lucrativos estaban el tráfico de drogas (750 mil millones de dólares al año), las falsificaciones de productos (650 mil millones) y las actividades ilegales vinculadas al medio ambiente (entre 20 mil y cuarenta mil millones).
Otros negocios criminales como el tráfico de personas, el tráfico ilegal de petróleo, la venta de bienes artísticos y culturales, el tráfico de oro, el comercio de órganos humanos, la venta ilegal de diamantes y el tráfico clandestino de armas guardaban cierta distancia de las actividades principales.
La cara más dolorosa de la migración son los refugiados, para 2022 se calcula fue de 35 millones. La migración por pobreza, en 2020, consistió en alrededor de 140 millones de personas.
Estos son algunas de las graves dificultades que aquejan al mundo y México no es ajeno a ellas; algunas se manifiestan con una gran crudeza en nuestro país. Es un buen deseo de año nuevo que el gobierno salga de su letargo e impulse políticas públicas de largo aliento y una política internacional que articule múltiples voluntades estatales para atender los problemas del mundo, que también son de México.