Por Santiago López Acosta
@LpezSantiago
Después de haber tenido un receso en la elaboración de esta columna a finales del año pasado, la retomamos deseando los mejores parabienes para mis escasos pero dilectos lectores para el año 2024, que recién inició.
2024 será un año eminentemente electoral en buena parte del orbe. De acuerdo con el portal El Orden Mundial (EOM), 79 países celebrarán 87 procesos electorales, donde podrán participar más de la mitad de la población mundial, y algunos países, por su extensión territorial y densidad humana, importancia económica y política serán de gran trascendencia como las elecciones en los Estados Unidos de América (EEUU), la India, la Unión Europea, Rusia y Sudáfrica.
El calendario electoral inició en Taiwán en donde el 13 de enero pasado se celebraron elecciones presidenciales, continuará en febrero con las elecciones parlamentarias en Pakistán el día 8, Indonesia el 14 con elecciones generales, Senegal celebrará presidenciales el 25 del mismo mes.
Llaman la atención las elecciones generales en la India en donde aproximadamente más de 1, 400 millones de personas podrían asistir a las urnas, lo que coloca a este país como el más poblado de todo el mundo; será muy importante observar las elecciones del parlamento de la Unión Europea cuyos resultados pueden reconfigurar la fuerza de la próxima Comisión Europea; y por supuesto las elecciones generales que se librarán en los EEUU, ya que se renovará la Presidencia de dicho país, la Cámara de Representantes, así como un tercio del Senado, más diversos cargos estatales; de llegar Trump a la candidatura republicana, como se está vislumbrando en las primarias que recién iniciaron en Iowa, donde obtuvo un triunfo apabullante, y de acuerdo con diversas mediciones estadísticas registradas en medios de comunicación de ese país, estas elecciones estarán reñidas, siempre y cuando se presente el Presidente Biden para la reelección, después de que la apuesta inicial para el crecimiento político y electoral de la Vicepresidenta Kamala Harris para asumir esa candidatura simplemente no solo no creció, sino que ni siquiera prendió, convirtiéndose en un inconveniente frente a la edad, estado físico y anímico del Presidente Biden.
Ucrania, pese al conflicto bélico con Rusia, tiene programada elecciones, aunque, el presidente Zelenski ha manifestado que sería prudente no celebrarlas en este momento porque alrededor de un 20% de su territorio se encuentra ocupado.
La realización de elecciones es una condición necesaria de cualquier régimen democrático, pero además es muy importante observar las condiciones y circunstancias en las cuales se llevan a cabo, pues cuando éstas no son con garantías democráticas, como sucede en sistemas políticos y de gobierno considerados como autoritarios, y algunos hasta dictaduras, como es el caso de Rusia, donde Vladimir Putin ira por su quinta reelección, Corea del Norte, Irán, Venezuela, a pesar de las exigencias de organismos internacionales regionales, o la controvertida reelección de Bukele en El Salvador, contra disposición expresa en su propia Constitución, mismas que también tendremos este año.
Por supuesto las elecciones generales que tendremos en México, con la renovación de los poderes federales, el Ejecutivo, 128 senadores y 500 diputados federales, 9 Gubernaturas (Guanajuato, Jalisco, Morelos, Chiapas, Tabasco, Veracruz, Yucatán, Puebla y la Ciudad de México), 31 Congresos Estatales y cerca de 2500 Ayuntamientos, que dan un total de más de 20,000 cargos en disputa. Sin duda una elección crucial, no solo para el futuro inmediato, sino mucho más allá.
Estarán en juego el futuro de muchas democracias, desde luego las más jóvenes, incipientes y frágiles como la nuestra, pero también otras más consolidadas, entre ellas una de las antiguas del mundo como son los EEUU, con el nada remoto retorno a la Casa Blanca del casi declarado delincuente Donald Trump, con abiertas y claras amenazas autoritarias.
La polarización rampante y la proliferación de los populismos de diversos signos ideológicos, de izquierda, de derecha, con diferentes presentaciones y envolturas, con discursos de confrontación, exclusión y rechazo hacia los “otros”, quienes no piensan igual que ellos, predominando la propaganda facciosa, las mentiras, calumnias y difamaciones, pululan en diferentes regiones del mundo y son la gran amenaza para las democracias liberales, construidas y desarrolladas después de la segunda guerra mundial, junto con los derechos y principios de libertad, respeto, tolerancia, pluralidad, división de poderes, estado de derecho, constitucional y democrático, que han permitido una convivencia organizada y civilizada, donde la competencia política y electoral y las alternancias en el poder no han sido el problema, sino parte fundamental para la solución de muchos de ellos.
No olvidemos que los regímenes más destructivos de nuestra historia, como fue el caso del partido nacional socialista (el nazismo) encabezado por Hitler, ascendió al poder por la vía de elecciones democráticas, para luego desmontar esas estructuras y conformar el totalitarismo más nefasto que hemos conocido.
Toda proporción guardada, sin embargo, no creo exagerar que un riesgo similar se está corriendo en diferentes partes del mundo, con el ascenso y consolidación de regímenes autoritarios, algunos francos candidatos, abierta o veladamente hacia dictaduras, que creíamos superadas.
Las democracias se construyen y consolidan durante décadas, hasta siglos, pero pueden ser destruidas en muy poco tiempo, ojalá que no ocurra, ojalá que no lo permitamos.