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@sls1103

Por Salvador López Santiago

Independientemente del pensamiento ideológico bajo el que se conciba un proyecto político que tenga el poder político por haber sido elegido mediante el sufragio, el mayor reto que enfrentan las y los representantes populares consiste en mejorar las condiciones de desarrollo de la población, para lo cual es necesario articular diversas habilidades, conocimientos, experiencias y fortalezas, así como voces y expresiones, tanto de las fuerzas políticas favorecidas con el voto popular, como de las minorías y desde luego, de la ciudadanía y la sociedad civil organizada.

En todo momento, el objetivo tendría que ser buscar el bien común y para que eso sea más probable de materializar, es de elemental deducción que se requieren los perfiles más aptos e idóneos. Al respecto, como en cualquier otro tema, existen infinidad de debates y uno de los más recurrentes tiene que ver con la pregunta sobre ¿qué es más importante el escritorio o el territorio?, el cual debo decir que me parece algo ocioso porque en mi opinión surge de la mezquindad de quienes de alguna manera tienen participación en la construcción de la vida pública ostentando un cargo de representación popular, o incluso, desde una labor auxiliar o técnica:

Sin embargo, lo que sí estimo útil es poner sobre la mesa algunos elementos de análisis para la valoración de quienes alguna vez han tenido dicha disyuntiva. En este sentido, siempre me ha llamado la atención como las personas que predominante o completamente se desempeñan en el territorio se expresan con desaire hacia las funciones que se realizan desde el escritorio; y al revés, como las personas que predominante o completamente tienen responsabilidades de escritorio, manifiestan ese mismo desdén hacia el territorio.

La reacción natural o al menos la más evidente es que exista una defensa por las responsabilidades que tiene cada persona, dice el clásico, si no me echo porras yo mismo, ¿quién?, y esto no debería ser motivo de estigmatización ni descalificación, pero sí de una reflexión objetiva. La persona de territorio seguramente argumentará que la mejor política es la que se hace en las calles y que para tener resultados positivos hay que gastar suela; y un perfil de escritorio, que la fórmula requiere de documentos base sólidos y que por eso hay que arrastrar lápiz.

Pensando en criterios de desempate, caminar el territorio sin trabajo de escritorio o al revés, trabajo de escritorio sin territorio, ¿realmente puede es sello de buena política?, ¿una sin la otra te garantiza la victoria electoral?, y en caso de ganar la elección, ¿una sola es suficiente para realizar un buen ejercicio de gobierno?, ¿basta con caminar, aunque no se cuente con una base teórica mínima?, ¿una base teórica sólida alcanza por sí misma?, ¿a quién le resulta más sencillo aprender la otra actividad?, etc. La verdad es que ambas funciones son esenciales y complementarias.

Son múltiples y de gran relevancia las variables a considerar en la ecuación del permanente e interminable camino hacia mejorar el estado de cosas —siempre hay que buscar estar mejor—, por eso insisto, ese debate surge de la mezquindad. Lo cierto es que se requieren ambas cualidades, no necesariamente en una sola persona. En los proyectos políticos debe estar presente el yin-yang, entendido como un principio filosófico que expresa dualidad y armonía, que en el caso particular se debe integrar con equipos multidisciplinarios que tengan funciones específicas enfocadas a conseguir metas comunes, incluyendo a los perfiles que reúnen ambos elementos: saber arrastrar lápiz y recorrer el territorio. Más allá de sí una cualidad es más importante que la otra, lo que debería prevalecer es la certeza de que más bien, son complementarias.

Salvador López Santiago

Es Licenciado en Derecho por la UNAM, Maestro en Ciencia Política por la UPAEP, Maestro en Derecho Electoral por la EJE del TEPJF y cuenta con estudios de posgrado en Derecho Parlamentario en la UAEMéx. Fue Consejero Electoral Distrital en el Instituto Federal Electoral (IFE) y en el Instituto Nacional Electoral (INE) durante los Procesos Electorales Federales 2011-2012 y 2014-2015, respectivamente. Asimismo, se ha desempeñado como asesor legislativo en el Senado de la República en la LXII, LXIII, la LXIV y la LXV Legislatura. Desde enero de 2020 es director editorial en Tempo, Política Constante.