Por Salvador López Santiago
El 4 de octubre de 2025, mi gran municipio cumple 150 años y, por supuesto, voy a aprovechar la oportunidad para escribir al respecto. Comenzaré por el final, con cuatro máximas adquiridas desde la experiencia personal con el ejemplo de mi madre: 1. En La Paz no podemos, no sabemos y no queremos aprender a rendirnos; 2. En La Paz, asumimos la vida con valentía; 3. En La Paz, tenemos la capacidad de avanzar a contracorriente y con el cuchillo entre los dientes; y 4. En La Paz, las y los pacenses de bien, no abandonan cuando el panorama se complica.
Por lo que respecta a la cuestión histórica, el origen de La Paz, Estado de México se registró en mi hogar “la Magdalena Atlicpac”, lugar donde se estableció la erección de la demarcación con ese mismo nombre en 1875 (por decreto presidencial emitido por Sebastián Lerdo de Tejada), el cual mantuvo hasta el 17 de febrero de 1899 cuando se cambió al que lleva la actual cabecera municipal.
Desde mi visión, ser de La Paz, es otra forma de entender la vida y aclaro que es una perspectiva personalísima que deriva de dos cuestiones fundamentales. En primer lugar, en este municipio de la zona oriente del gran Edomex, tengo los mejores recuerdos de mi vida porque en mi hogar tuve la fortuna de crecer al lado de mi extraordinaria familia, comenzando por mi mamá que hasta su último latido me enseñó que vale la pena intentar ser feliz y luchar por los sueños, sin atajos ni trampas. En segundo lugar, objetivamente debo decir que somos un pueblo con mucho potencial que actualmente tiene la oportunidad inmejorable de superar el rezago de décadas que tenemos y para ello, paradójicamente, debemos enaltecer como nunca la grandeza histórica, cultural y artística que tenemos.

Más allá de fechas, acontecimientos, cifras o datos, en el cumpleaños 150 de mi querido municipio, me gustaría exaltar el sentido de pertenencia, orgullo e identidad que produce en mí el hecho de poder decir que soy un digno embajador de la Magdalena Atlicpac y de La Paz, sin falsa modestia y con total objetividad, yo represento, tengo la calidad moral para decir sin titubear que promuevo e impulso los valores esenciales que podrían definirnos como sociedad: disciplina, honestidad, esfuerzo e integridad, los cuales se complementan con la prudencia, talento y paciencia, ésta última como eje articulador de los mejores escenarios, pero quizá, también la virtud más difícil de desarrollar.
En La Paz, hay mucho talento en prácticamente todas las áreas de conocimiento y disciplinas, desafortunadamente muchas veces las y los niños sobresalientes tienen que ir a otros estados e incluso a otros países para explotar su potencial; o peor aún, con el paso del tiempo esas cualidades se diluyen paulatinamente. Ante este panorama que es más frecuente de lo que uno pudiera pensar, yo tengo el sueño de que un día nuestras niñas, niños y jóvenes cuenten con todas las oportunidades y espacios para explotar al máximo su capacidad.
En el 150 aniversario de la erección del municipio La Paz, no me cierro a la posibilidad de radicar en otro lugar en un futuro, pero antes de siquiera pensar en un escenario así, quisiera regresarle un poco al municipio que es mi hogar. Es un orgullo ser mexiquense y de La Paz. Soy del Estado de México: aquí nací, aquí vivo y aquí quiero seguir hasta que, en muchos años, me pueda reencontrar con mi corazón en la eternidad.




