Por René Cervera Galán
Aún le tengo admiración por su papel como organizador de los no alineados en la ONU en plena Guerra Fría, más tarde como el primer senador de la oposición y su capacidad combativa a pesar de estar rodeado de excompañeros priistas que deseaban ganarle al menos un debate.
Un hombree difícil de tratar, alzaba la voz para imponerse en un tono de regaño y tenía la manía de voltear a los lados en sus discursos viendo la reacción de sus escuchas, en espera de su aprobación.
Conocí personalmente a Don Porfirio Muñoz Ledo en el PRD y mi primer acercamiento fue cuando buscó ser presidente del partido y decidí apoyarlo, contendiendo contra Cuauhtémoc Cárdenas, hubo un debate entre ambos y lo felicité, por primera vez conversamos unos minutos y exclamó con enfado que él había ganado y la prensa afirmaba que habían empatado, no tuve el valor para decirle que sí había ganado pero eso no era mucho mérito porque hasta Diego Fernández de Cevallos le ganó a Cuauhtémoc en el debate por la presidencia.
Pero mi sincera aprobación de que el ganó le satisfizo, frecuentemente lo topaba en la colonia Condesa y me saludaba, a veces con mucha indiferencia y otras con entusiasmo dependiendo de las reuniones sociales de las que salía.
Coincidimos en diversas reuniones y tratamos el tema de la necesidad de convocar a promover la reforma del Estado, más parlamentarismo y menos presidencialismo era la idea central.
Pero este proyecto no coincidía con la mayoría de la militancia del PRD, en donde Cuauhtémoc Cárdenas era el tlatoani a pesar de que ya había topado con el techo electoral.
La coyuntura se presentó cuando después de 70 años el PRI perdió el gobierno y Vicente Fox al menos aceptó tratar el tema, pero enseguida lo mandó como embajador en la Unión Europea y especulamos que fue la manera diplomática para deshacerse de él.
Desde la obsesión Neoliberal los presidentes de la República sólo pusieron sus conocimientos en el tema de cómo conseguir más votos, repitiendo las recetas de la globalidad y el pensamiento político alternativo no fue tema.
Mi acercamiento con Porfirio Muñoz Ledo aumentó cuando le regalé el libro “Entre el puño y la rosa” de mi autoría que expresa la historia, filosofía y mis concepciones de la Socialdemocracia, además le obsequié el libro “INMEMORIAM” sobre la vida de Olof Palme a quien conoció y por quien tuvo admiración.
Me llamó después de leerlo o igual después de hojearlo y notó que lo puse como representante del pensamiento socialdemócrata en México, y toqué su ego, me pidió unos datos sobre los protagonistas de la socialdemocracia, le comuniqué mi carencia de empleo y contestó que estaba creando su fundación y me daría empleo más tarde, lo cual no hizo.
Me pidió ponerme en contacto con ciertos personajes y entre ellos destaco el exembajador Luis Ortiz Monasterio con quien a pesar de no verlo mucho siento una profunda amistad.
Pero lo que deseo destacar de esta leve amistad con nuestro protagonista es su ánimo de impulsar una reforma del Estado, hacer una revisión de la estructura nacional y ver que rectificamos y que ratificamos, evitar que el poder este tan concentrado en una sola persona, impulsar un modelo electoral en donde el programa de gobierno destaque por encima de personalidades.
Aceptó que lo entrevistara en el programa de “La orquesta Filosófica” y conversamos tanto fuera como dentro del aire sobre la ventaja del sistema relativo proporcional, de los buenos resultados de la socialdemocracia en la zona escandinava al hacer que los programas de gobierno originalmente de la socialdemocracia que dan gratuidad en la salud y la educación pasaran a ser políticas de Estado.
Nadie como él supo marcar la diferencia entre gobierno y Estado, un hombre con sus luces y oscuridades como el mismo solía referirse a su época en el PRI y considero que el mejor homenaje a su persona es insistir en una reforma de Estado que profundice la democracia integralmente.
