Por René Cervera Galán
Desde antes de ser reconocidos como país independiente hemos luchado por ser protagonistas en la construcción de nuestra historia, eso significa ser ciudadanos en toda la extensión para que nuestros sentimientos políticos estén presentes a lo largo y a lo ancho de las políticas públicas. Y no ha faltado la reacción de quienes insisten en tratar al común de los mexicanos y en especial de las mexicanas como infantes a quienes una superioridad moral debe tutelar.
El consejero nacional del INE, Uuc-kib Espadas, lo expresa muy bien en su más reciente artículo en el que expone los motivos por los que votó en contra de los demás consejeros del Instituto Nacional Electoral.
El artículo 39 de la Constitución mexicana afirma que la Soberanía Nacional reside originariamente en el pueblo. Y aunque se puede delegar dicho poder en sus representantes, ni los consejeros y ni las consejeras del INE son representantes del resto de la ciudadanía puesto que no son electos directamente por las y los electores, tampoco lo son los magistrados del tribunal electoral que aprobaron la obligación de que en los procesos para elegir quien gobierna en las entidades federales en 2024 sean por fuerza 8 mujeres y 7 hombres, de hecho, no hay paridad en lo que se ordena.
He mencionado muchas veces mi inconformidad por el autoritarismo que hay al ordenar saltarse la voluntad ciudadana al imponer una paridad que da lugar a espacios ficticios en los órganos de representación popular.
Pero lo más preocupante es que estas medidas desvían el sentido de la política que es el de proponer como debemos vivir colectivamente, como debemos relacionarnos entre todos y todas sin atorarnos en cuestiones de género.
Las concepciones de quienes insisten en la paridad de género como tema central dan lugar a pensar que los intereses de la mujer que trabaja como sirvienta y el de su patrona tienen los mismos intereses y están representados en la mujer que alcanza un cargo público por cubrir una cuota obligatoria. O que da igual si los principios del feminismo están en una curul panista o morenista.
¿En qué medida es necesario obligar a la paridad de género en cargos de elección popular so pretexto de apoyar a la mujer cuando la mayoría del padrón son mujeres?, de fondo son quienes tratan este tema de esta manera quienes consideran a la mujer como inhábil para escoger su representación libremente y si la consideran no apta para elegir, ¿por qué va a ser apta para ser elegible?
Hay mujeres que son más aptas que el común de los hombres en la conducción política que el común de los hombres y hay hombres más aptos que el común de las mujeres en el mismo tema y por eso deben ser electas o electos, pero no porque son hombres o son mujeres, ni los hombres, ni las mujeres empobrecen la política de por su género, pero hacerlo por cuotas forzadas sí quita calidad en el pensamiento.
Hay un serio cuestionamiento a la democracia representativa y de mayor manera la que se organiza a través de distritos electorales, es absurdo que un diputado te represente por un espacio fisico y peor todavía es que te represente por un físico de género.
Es necesario poner a la democracia como la columna vertebral de la evolución humana, en donde lo que llama a votar es el pensamiento, la definición de las políticas públicas, los propósitos sociales, económicos y políticos, por lo tanto, el debate para impulsar el voto y no para impulsar el género.
La puerta de las políticas de bienestar social o no está en la construcción de leyes y en la aplicación de éstas, hay que preocuparnos porque sean los mejores perfiles, quienes sean electos y electas, que sean quienes tienen los diagnósticos precisos, la capacidad de orquestar una plataforma política y una profunda visión de Estado para edificar políticas satisfactorias para la mayoría.
Desde luego con integridad de culturas y en los cargos este presente la diversidad de todo género que enriquece. En opinión de quien esto escribe con inclusión social y económica, con pluralidad ideológica.
Seamos claros el INE nació para hacer valer la voluntad del electorado en el marco de la legalidad, no para imponer la suya.
Entendamos que el instrumento de la democracia está en la elocuencia y que los derechos humanos no se construyen fingiendo una paridad con decretos autoritarios.