Por Javier Santiago Castillo
@jsc_santiago
Heberto Castillo
Xalapa, Veracruz, 23 de agosto 2024
No estoy aquí para suspirar nostálgicamente por los tiempos idos. Estoy aquí entre mis hermanos de lucha, desde hace medio siglo, quienes hemos compartido no sólo el pan, sino la persecución política, la arbitrariedad desde el poder, la cárcel y hubo quienes perdieron la vida. Pero, aquí estamos para intentar escudriñar el futuro retomando un par de granos de arena del pensamiento político de Heberto Castillo, porque una de sus cualidades fue siempre esforzarse por poner su mirada lejos con el ánimo de lograr la transformación económica, política, social y científica de nuestro México.
Los aforismos son un género literario que tiene siglos de creado. Que consiste en máximas, frases u oraciones breves, en las que se expresan ideas profundas de manera concisa y categórica. Quienes han recurrido a este estilo han sido a lo largo de la historia pensadores profundos, porque que esas máximas breves tienen el fin de hacer pensar. Deseo rendir homenaje a Heberto Castillo comentando un par de aforismos de su pequeño gran libro “Apuntes para el quehacer político”, que a pesar de haber sido escritos en 1973 tienen una vigencia trascendental para pensar el presente y el futuro.
Cito:
“La lucha ideológica es actualmente prioritaria. Deben encontrarse caminos y métodos para modificar las concepciones dirigentes de la economía mundial, de creación de la fuerza de la opinión pública, de creación de los ejércitos populares y de las nuevas ideas rectoras de economías, anárquicas o planificadas, solo vistas al aumento de la productividad”
Lo primero que es necesario decir es que, si existe algo complejo que transformar, es el pensamiento social, los atavismos a derribar son múltiples. Hoy, vivimos un paradigma ideológico dirigente de la economía mundial, el llamado neoliberalismo, el cual marca el compás en que se mueven las economías del mundo y nuestro país no es la excepción.
Desde México, la izquierda no está pensando en la construcción de un paradigma que sustituya al neoliberalismo, el cual no se extingue por flamígero que sea el discurso que declare su muerte. Lo que se está haciendo es darle un nuevo rostro al neoliberalismo, tal vez un rostro menos inhumano, que amortigua las desigualdades sociales, de lo cual no se puede disentir, porque cualquier esfuerzo por atemperar la indigencia será positivo, pero, tiene que acompañarse con atemperar la riqueza y, eso no ha sucedido.
Se han realizado esfuerzos loables por recuperar la rectoría del Estado en materia energética, eso es correcto, es progresista. A la par se han incrementado los nudos que atan la economía del país a los intereses estadounidenses, sin explorar otros caminos que fortalezcan la “independencia económica y la soberanía nacional”. Esto último no se encamina en una nueva ruta de desarrollo económico y social.
Eric Hobsbawn en su libro “Como cambiar al mundo” se plantea que fracasó un tipo de socialismo, pero que existen diversos socialismos y que habría que voltear la mirada a los países nórdicos, que a través de políticas fiscales progresivas han alcanzado niveles altos de equidad social.
Por otra parte, tampoco existe una estrategia que fortalezca la construcción de una opinión pública internacional alternativa al modelo neoliberal. El monólogo autocomplaciente es una barrera para lograr, paso a paso, una nueva visión internacional que haga contrapeso al predominio ideológico absoluto de mercado sobre la sociedad.
Segunda cita:
“La crisis no tiene salida dentro del positivismo lógico, con su visión atomizada del universo y de la naturaleza, ni tampoco por las rutas de la inversión idealista, expresión actualizada del viejo platonismo, con su desprecio de la realidad concreta”
El positivismo lógico es un pensamiento mecánico, explica la realidad por la relación entre la causa y el efecto. El idealismo, dicho esquemáticamente, intenta explicar la realidad en base a ideas preconcebidas. Ninguno de los dos métodos atraca en el puerto del conocimiento, pues no consideran que el punto de partida es la realidad, siempre cambiante y paradójica.
El mundo se encuentra convulsionado. Enfrentamos una guerra fría hibrida, con múltiples frentes de batalla: la economía, el ciberespacio, la cultura y descarnadamente el enfrentamiento sangriento. La confrontación económica entre potencias se agudiza. las guerras regionales amenazan con extenderse y, se da una nueva carrera armamentista.
El neoliberalismo está en crisis y no existe alternativa que encamine al mundo a la paz y a una economía equilibrada, sin abuso de los países poderosos sobre los débiles y para que cada nación se afane, de acuerdo a sus circunstancias, en otorgar condiciones de bienestar a su población.
En el ámbito nacional los contendientes en la arena política utilizan alguno de los dos métodos, sin considerar que el conflicto discursivo democracia-autoritarismo está ocultado la realidad de la profundidad de las desigualdades sociales.
No se puede dejar de aludir al cambio del bastón de mando, que abre expectativas de cambio con continuidad o de continuidad con cambio, “el orden de los factores no altera el producto”. Se vislumbra planeación y desarrollo regional, que es un paso para el crecimiento económico, pero únicamente en una lógica productivista del incremento del Producto Interno Bruto, sin que sean claros los mecanismos que distribuirán la riqueza creada socialmente.
Un par de poderosos bancos estadounidense aconsejan no invertir en México porque la propuesta de reforma judicial, en caso de aprobarse, no daría seguridad a los inversionistas. Más allá de coincidencias o discrepancias sobre este asunto, es algo de exclusiva incumbencia de los mexicanos. Debemos rechazar esas acciones intervencionistas.
Estamos obligados a cuestionar, a poner en duda nuestras ideas, nuestras acciones, es la mejor forma de rendirle tributo a Heberto Castillo quien enarboló el pensamiento crítico, en la ciencia y la política, como arietes en la lucha por los oprimidos en cualquier rincón del planeta.
Y, como dice el poeta “Hay quienes luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes lucharon muchos años y son muy buenos. Pero hay quienes luchan toda la vida: esos son los imprescindibles.” De esos eres tú, Heberto Castillo, un imprescindible, que como muchos otros hombres ilustres tienen toda la tierra por tumba.
Abrazo fraternal