Galo Le Madec Beverido
@galolemadec
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El 7 de mayo de 2017, Emmanuel Macron es electo presidente de la República francesa después de una contienda que lo opuso durante la segunda vuelta a la candidata de la extrema derecha Marine Le Pen (FN), es investido tan solo una semana después el 14 de mayo. Desde entonces numerosas reformas han sido aprobadas a marcha forzada. Código del Trabajo, cotizaciones sociales, fiscalización del capital, seguro de desempleo, transparencia de la vida pública, SNCF (Sociedad Nacional de Ferrocarriles Franceses), eliminación del impuesto sobre la fortuna (ISF), por citar solo algunos. El gobierno no ha dudado en llevar a cabo todas estas reformas sin temor alguno, a pesar del posible rechazo social que podían suscitar en ciertos extractos de la población estos cambios, toda vez no todo es miel sobre hojuelas, precisamente el aumento de la Contribución Social Generalizada (CSG) a los jubilados ha generado malestar e inconformidad no solo en este sector afectado sino en general a la población como lo muestran numerosas encuestas al respecto y la multiplicación de marchas en todo el país, lo mismo ocurre con el estatus de los conductores ferroviarios, que si bien en un inicio la población era favorable, la opinión pública ha cambiado, el gobierno en suma ha encontrado mayor resistencia de la que esperaba inicialmente.
“Joven, audaz, talentoso y desconocido del gran público” eran algunas características que señalaban los titulares de la prensa al entonces joven candidato Macron a la presidencia, pero ¿cuál es el realmente el balance que podemos hacer de su primer año de gestión?, si habláramos únicamente desde un punto de vista de la posición de Francia en el Mundo, este sin duda seria no solo positivo sino halagador. Esto podemos observarlo de manera muy sencilla analizando el tratamiento que recibe el presidente, su gobierno (aunque en realidad él sea jefe de Estado y no de gobierno) y en general las acciones y reformas realizadas durante este primer año (independientemente que algunas dependen del poder legislativo o de otros poderes) en la prensa internacional. Ciertamente los periódicos y medios en general que mayoritariamente lo han respaldado o tratado de manera favorable pueden ser catalogados como conservadores (política y económicamente hablando) y liberales, aunque esto parezca una contradicción, esto se debe al tipo de políticas que ha impulsado internamente y a la composición de su gabinete, entre otros factores.
En cuanto a la política interna como lo mencionamos de manera introductoria, el balance es a primera vista igualmente positivo, sin embargo si lo miramos más de cerca nos daremos cuenta que la cosa es un tanto más compleja, en primer lugar porque si ciertamente hay una reducción del desempleo, una economía en aceleración, menor déficit público, en gran medida estos resultados son consecuencia de las reformas y políticas llevadas a cabo por el gobierno socialista que lo precedió, por otro lado muchas de sus reformas han sido agresivas (tanto en la forma como en el fondo) y todavía no han generado resultados propios, el problema por lo tanto es que el éxito de la presidencia imperial de Macron ha sido reformar, no generar resultados, ciertamente una política ambiciosa desde un inicio puede producir beneficios concretos en un menor lapso de tiempo, puesto que entre la legislación de un tema y su aplicación pueden pasar meses o hasta años antes de ver concretamente que ocurre, además de que si esperaba algún tiempo en impulsar su agenda podría haber encontrado aún mayor resistencia, puesto que habría permitido probablemente la recomposición de una oposición, perdido el impulso inicial (momentum) y sobre todo desaprovechado su aceptación inicial –factor de legitimidad–.
Otro aspecto importante que vale la pena mencionar es el sistema que impuso Macron desde un inicio a su gabinete y a los legisladores de su partido para evitar tropiezos, mismo que ha dejado poco margen de acción a sus colaboradores y correligionarios, además de que independientemente de este sistema ha buscado a través de los decretos reforzar la figura y el modelo presidencial, limitando el contrapeso de los otros poderes, algunos autores de hecho sugieren al respecto por ejemplo que el Parlamento ha sido de alguna forma sometido a vigilancia, los sindicatos maltratados, y los medios de comunicación –tradicionales– distanciados, por otro lado también a logrado incidir en los medios públicos a través de nombramientos dudosos, como el de Bertrand Delais a la cabeza del canal del parlamento francés o el de Sibyle Veil como PDG de Radio France (radio pública francesa), mismos que han significado una victoria y un cierto control de los medios públicos [influyentes en la política francesa].
Emmanuel Macron ciertamente renovó de alguna forma el lenguaje presidencial, a través de conceptos y palabras raras, de un vocabulario empresarial y del uso de términos familiares. Estos tres registros de lenguaje son indudablemente el fruto de su trayectoria y traducen también una intención política y un carácter liberal y europeísta que le han valido muchas críticas pero también el respaldo de cierta élite económica francesa, que es la que ciertamente lo respaldo durante la campaña presidencial y la que parece que lo apoya en sus “ambiciosas” reformas.
Un año después de la elección presidencial la población francesa sigue divida, como lo revela un sondeo Elabe-Wavestone para ” Les Echos”, periódico francés de circulación nacional. El 52 % de los franceses interrogados opinan que la elección de Emmanuel Macron fue ” una mala cosa». Si bien se ve globalmente a Macron como una persona seria, profesional, talentosa y hábil, y al macronismo con buen ojo, su acción parece desequilibrada. La mayor parte de los sondeos consultados muestran que existen todavía muchas expectativas pero también que cada vez hay mayor oposición y resistencia al modo de llevar a cabo las reformas, y en algunos casos al contenido mismo de estas.
Las preguntas que surgen de esta breve reflexión son: ¿Podrá mantener Macron el ritmo de reformas que lleva? ¿Qué consecuencias tendrá su acción tanto en la opinión pública como en las propias metas (institucionales y políticas) que él mismo se ha fijado? Y por último, ¿Logrará el presidente su apuesta de ganar las elecciones europeas el próximo año y conformar una bancada en el parlamento europeo?