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Efrén Calleja Macedo

@lem_mexico

 

Antes de ser padres, Cristina Durán y Miguel Giner Bou compartieron un largo trayecto. Primero como estudiantes en la facultad de Bellas Artes de Valencia y después, durante tres lustros, como socios y pareja en su despacho de ilustración. En este recorrido construyeron una certeza: querían tener dos hijos, uno biológico y uno adoptado. Así lo hicieron. En cada uno de los casos, el caos puso a prueba su fortaleza individual y de pareja: Laia, su primera hija, los introdujo en el mundo de la parálisis cerebral; posteriormente, la adopción de Selamawit, una niña etíope, los hizo vivir sucesos desquiciantes.

Para compartir sus vivencias, los ilustradores publicaron una novela gráfica por cada odisea (Una posibilidad entre mil y La máquina de Efrén, respectivamente). Una posibilidad. Edición integral (Astiberri, 2017) reúne ambas obras y permite acompañar a la pareja valenciana en sus viacrucis y sus gozos.

En la primera parte, Una posibilidad entre mil —finalista del Premio Nacional de Cómic 2010 otorgado por el ministerio de Cultura de España y Accésit en Francia en el 1 Trophée Les Bds qui Font la différence— el nacimiento de Laia también es la irrupción de un lenguaje que altera por completo la realidad. Tras la primera alerta por “falta de tono” en la niña, de los uniformes blancos y los rostros preocupados —o evasivos— brotan términos incomprensibles que construyen nuevas y desordenadas realidades: APGAR, TAC, trombosis, neutrófilos, Vojta, Petö, Bobath.

Cada vocablo trae consigo afectos y afecciones que exigen sensibilidades, capacidades, actitudes y respuestas externas a la experiencia acumulada. La historia cambia, la narrativa es transformada y los ilustradores deben aferrarse a la empatía y los arraigos.

Además, se ven obligados a mantener diálogos como el siguiente: “Es mi responsabilidad preguntarles si en caso de una nueva crisis extrema… ¿quieren que la reanimemos a toda costa o dejamos que la naturaleza siga su curso?”, pregunta el médico. “¿Cuáles son las consecuencias si forzamos la reanimación?, responde Cristina. “Viendo el daño cerebral que tiene… quedará bastante mal. Prácticamente vegetal”, puntualiza el especialista. “No. Preferimos que la naturaleza siga su curso. No queremos que sufra más”. Indica Miguel. Entonces, Cristina interroga: “¿Pero hay una posibilidad entre mil de que salga adelante?”. En esa intervención materna se concentra la fortaleza vital.

Así, mientras el apabullante discurso médico se posiciona como epicentro de las desesperaciones, la sombría ausencia de Laia se extiende: de la camita al pecho de Cristina a los brazos de Miguel a la habitación al piso del hospital a los cuerpos de los abuelos al auto a la casa familiar a la cuna a los juguetes a los desayunos a los senos maternos… a la vida. El mundo se oscurece y los padres deben andarlo a tientas.

En la primera etapa, todas las ilusiones se estrellan contra la puerta del área de neonatos. Tras este punto, Laia permanece en la incubadora. Los padres rebotan entre la visita a la pequeña, las consultas médicas, el aprendizaje sanitario, la reorganización laboral, los quiebres emocionales y la esperanza titilante.
Después aparecerán otros padres animosos, los especialistas fraternos, los colegas prudentes, los amigos solidarios y las maestras admirables. La familia también hará su parte.

Laia, por fin, saldrá al mundo. Sólo que el mundo no está listo para personas como Laia. Entonces, iniciará otra batalla y otra y otra y otra, siempre detrás de una oportunidad para ensanchar la sonrisa de Laia. Si la contienda es interminable, también es imbatible la necedad de los padres porque, como afirma Eduard Punsent en el prólogo: “Cuando hay una posibilidad entre mil de que las cosas salgan bien, sabes que eres afortunado. La diferencia que hay entre esa chance y ninguna es un abismo insondable. Evitarlo ha sido el propósito de los humanos desde el inicio de los tiempos, y Cristina y Miguel lo han logrado”.

Después de esta aventura —que continúa cada día de vida familiar— los ilustradores vencieron sus dudas y decidieron cumplir su deseo de adoptar. Esa historia, La máquina de Efrén, está en la segunda parte del libro, y es tan emotiva como la primera.

En LEM celebramos la autobiografía, la novela y la gráfica.

 

  • artículo originalmente publicado en el Periódico “El Popular” (que puede consultarse en el siguiente enlace: https://www.elpopular.mx/2018/09/24/opinion/la-biografia-como-batalla-grafica-190225)
Efrén Calleja Macedo

Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Veracruzana (UV), Maestro en Gestión Cultural por el Instituto Universitario Ortega y Gasset campus México y Maestro en Diseño y Producción Editorial por la Universidad Autónoma Metropolitana campus Xochimilco (UAM-X), durante poco más de dos décadas ha acompañado, conceptualizado, desarrollado y materializado propuestas de contenido para editoriales, instituciones gubernamentales, organismos descentralizados, festivales, ferias del libro, universidades, autores independientes, museos, organizaciones internacionales, centros de salvaguardia del patrimonio y empresas de muy diversos ámbitos.