Más liderazgo, menos protagonismo
Por Salvador López Santiago
@sls1103
<Hay quienes dirigen a través de la imposición, mientras que otros lo hacen desde la inspiración. Lo primero es pasajero, lo segundo perdura en el tiempo>.
El dinamismo de los tiempos actuales hace casi inevitable que diariamente lidiemos o tengamos conocimiento de conflictos originados o agravados por la presencia de egos y protagonismos que carecen de sustento y razón de ser. Este mal del siglo XXI puede surgir en los centros de trabajo, las escuelas, los grupos de esparcimiento y en prácticamente todos los ámbitos en los que interactuemos con otras personas -aunque no es una generalidad, cada vez son más los casos de este tipo-.
Lo anterior, es en gran medida, consecuencia de la confusión o malintencionada interpretación del concepto de liderazgo. Muchos lo confunden con individualismo o protagonismo, situación que deriva en conflictos de diversa índole y el fracaso de todo proyecto. Delimito esta problemática en la conducción de equipos o grupos, desde los relacionados con el ámbito de trabajo hasta los que tienen que ver con actividades en las que participamos en el plano personal.
Con dicha precisión, observamos que aquellas personas que dirigen grupos mediante engaños, intimidaciones o imposiciones coercitivas, carecen de un verdadero liderazgo y en el mediano o largo plazo, son descubiertos o evidenciados como falsos líderes que lejos de buscar objetivos comunes, privilegian su bienestar, aunque ello implique atropellar o vulnerar los derechos de las personas que se encuentran bajo su mando. “Un líder es mejor cuando la gente apenas sabe que existe, cuando su trabajo está hecho y su meta cumplida ellos dirán: lo hicimos nosotros” (Lao Tzu).
En contraste, hay personas que poseen o se preocupan por adquirir la capacidad de influenciar a través de la inspiración. En este supuesto, las personas se involucran más con quienes se conducen con transparencia, rectitud, congruencia, consistencia y claridad, lo cual deriva en una ecuación virtuosa compuesta por la identidad de metas, mejores ambientes y mayor efectividad. En este tenor, es necesario buscar generar liderazgos, insisto, no protagonismos incapaces de contribuir a la consecución de metas que beneficien a un grupo o colectividad y, en consecuencia, a uno mismo. “Al mirar hacia adelante al próximo siglo, los líderes serán aquellos que empoderen a otros” (Bill Gates).
Aunque solo algunas personas están en la posibilidad de conducir a grupos, todas y todos podemos tener o intentar poseer liderazgo. Los falsos lideres son identificados con situaciones que tienen que ver con manipulación, engaños, inconsistencias, incoherencia, ambigüedades, ausencia de convicciones y comportamientos egoístas. Un líder tiene como bases a la ética, integridad, entereza y competencia.
A partir de esos elementos mínimos, hay otras conductas que distinguen a un líder de quien no lo es. Un líder inspira confianza, predecibilidad, congruencia con los valores, confiabilidad e integridad. Se transmite confianza con el ejemplo, congruencia y constancia en las acciones. Hay predecibilidad cuando las posiciones se conocen, prevalece una posición clara y las acciones y palabras coinciden. “El ejemplo no es lo principal para influenciar a otros. Es la única cosa” (Albert Schweitzer)
La congruencia con los valores pone de manifiesto la integridad del líder, con lo cual las personas saben que esperar y lo que no está sujeto a negociación. La confiabilidad se reconoce cuando se observa competencia, tenacidad, congruencia personal, sentido ético y responsabilidad por las acciones que se impulsan. La integridad es esencial para ser confiable e implica un estricto código moral o ético, congruencia entre pensamientos y acciones, valores que inspiran a los demás, autenticidad de carácter y el cumplimiento de compromisos. “El liderazgo no se trata de títulos, posiciones o diagramas de flujo, sino de una vida que influye sobre otra” (John Maxwell).
Sin que sean las únicas, las características referidas, dan un amplio marco para comenzar a buscar ser un líder en nuestro entorno -sin pretensiones-, “El que nunca ha aprendido a obedecer no puede ser un buen comandante” (Aristóteles). Bien direccionados, la coincidencia de varios liderazgos en una comunidad, grupo o equipo darán paso a mejores escenarios individuales y colectivos; profesionales y personales; inmediatos y de largo aliento.