El diablo está en los detalles
Por Salvador López Santiago
@sls1103
En el desarrollo de la vida pública, la comunicación efectiva es un elemento esencial para el éxito o fracaso de un proyecto individual, de partido y hasta de Estado. El impacto de la correcta trasmisión de un mensaje puede ser de tal magnitud que incluso, sin contar con un soporte, llega a tener repercusión entre la población; y si se logra alcanzar el binomio virtuoso entre comunicación efectiva y contenido, es altamente probable conseguir resultados muy positivos -como en la vida misma, en la política nada es seguro-.
Es importante lo que se dice, pero también lo que no se dice, quizá más importante. Me refiero a un aspecto de la vida pública en particular, el quehacer legislativo en el Congreso de la Unión, concretamente en el Senado de la República. Todo el tiempo se envían mensajes -al menos los que medianamente entienden el mundo político- en las reuniones de comisión, reuniones de trabajo, foros, sesiones ordinarias, declaraciones a medios o simplemente en las publicaciones en redes sociales. Algunas veces son evidentes y no requieren mayor interpretación, pero en otras ocasiones es necesario prestar atención a detalles que aparentemente no son relevantes o que no son premeditados.
Por regla general, en política no hay casualidades y tarde o temprano, toda acción tiene eco. Un ejemplo de esto ocurrió el 23 de octubre de 2019, fecha en la que la activista Rosario Ibarra de Piedra recibió la Medalla “Belisario Domínguez” en el Senado de la República. Para poner en contexto el caso referido, cabe remitirnos a la entrega de la medalla del año anterior -la primera en el sexenio de AMLO-. Así, recordamos que el 19 de diciembre de 2018, la Cámara Alta entregó la distinción al periodista Carlos Payán Velver.
Hace un año, en una sesión que tendría que estar revestida de solemnidad y cierta cordialidad, terminó siendo un debate entre legisladores del partido en el gobierno y la oposición. Dicha situación fue originada por el discurso de la presidenta de la Comisión de la Medalla Belisario Domínguez e integrante del PES, la senadora Sasil de León Villard, quien dedicó más del 80% de su posicionamiento para elogiar al titular del Ejecutivo Federal, en lugar de referirse al galardonado o al insigne senador Belisario Domínguez.
La reacción inmediata fue una discusión áspera. Don Jesús Reyes Heroles decía “en política la forma es fondo”, pero la falta de oficio político o quizá, un mero error de cálculo causó que la legisladora chiapaneca omitiera el principio tantas veces citado. Pero las consecuencias no se agotaron ese día y el 22 de octubre de 2019 nuevamente hubo efectos de aquel discurso.
Este martes, la sesión ordinaria del Senado inició a las 11:54 horas y concluyó a las 23:39, tiempo en el que más de cuatro horas fueron destinadas a los hechos ocurridos en Culiacán, Sinaloa, de los que nadie cuestiona su relevancia. Al ver que el debate de ayer resultó improductivo al dar paso a que algunas voces quisieran sacar “raja política” en lugar de avanzar en la búsqueda de soluciones, en principio se podría acusar falta de orden y control en la conducción por parte de la presidenta del Senado -quizá también sea un factor-, pero el análisis no es tan simple.
Lo extenso de la sesión, tiene al menos dos interpretaciones. En primer lugar, que en este tiempo que tuvo más de 20 intervenciones -evidentemente fue suficientemente discutido-, pero el extenso debate se entiende cuando se aprueba la discusión y luego se aprueba en forma muy ejecutiva el nombramiento de Magistradas o Magistrados de los Órganos Jurisdiccionales Locales en Materia Electoral de Baja California Sur, Campeche, Colima, Chiapas, Ciudad de México, Estado de México, Guanajuato, Guerrero, Michoacán, Morelos, Nuevo León, Querétaro, San Luis Potosí, Sonora, Tabasco y Yucatán. Al menos podemos inferir que en esas cuatro horas se negociaron espacios y cuotas -no han desaparecido-, incluso el senador Salgado Macedonio hizo alusión de ello diciendo “les fue muy bien y por eso están contentos”, al dirigirse a los partidos de oposición.
En segundo lugar, regresamos al 2018, porque se puede dilucidar que la flexibilidad en el tiempo que tuvieron para formular su postura todas las fracciones parlamentarias se sintetiza en una ecuación simple: que mejor hablen en la sesión y que en la sesión solemne no exista siquiera la tentación de un episodio como el del año pasado. Pudiera parecer una conjetura aventurada, pero se corroboró al ver que a nombre del Senado habló la senadora Ifigenia Martha Martínez y no quien preside la Comisión -como tradicionalmente se hace-, el discurso pronunciado en diciembre de 2018 volvió a tener repercusiones.
Queda todavía más claro al contrastar el ambiente en el que se desarrolló la sesión solemne de 2018 y la de 2019. Hace un año participaron 20 legisladores de distintas fuerzas políticas, hoy solo hubo dos intervenciones; hace un año la sesión fue entre señalamientos y hoy prevaleció el orden y la cordialidad. Esto no es casualidad, es producto de una negociación política, cuya esencia radica en el talento y talante de quienes hacen política, con todo lo que implica la expresión.
De esta manera la fracción parlamentaria mayoritaria en el Senado hizo su tarea de cerrar toda posibilidad de polémica alrededor del Ejecutivo Federal, solo hay dos grandes detalles: que en la negociación -parte medular de todo parlamento- quedó sembrada al menos la sospecha de anomalías, expuestas por quien presidió la Cámara Alta en el primer año de la LXIV Legislatura; y que al final de su intervención, la hija de Rosario Ibarra, en nombre de la galardonada le dejó la medalla a AMLO y le pidió se la regrese “cuando haya respuestas” sobre sus hijos los desaparecidos de México, como mensaje de que la realidad en ese delicado tema se mantiene igual.