Skip to main content

Por Golondrina Viajera

@nuezgolondrina

 

“El estridentismo se llamó así por el ruido que levantó a su derredor. ¿Qué fue lo conseguido? Sacudir el ambiente. Si no se admiten dioses literarios, fue nuestra irreverencia la que los arrojó de los altares”

–Germán List Azurbide

 

Ya se sabe que la economía no está para despilfarros pero uno siempre agradece una escapada de fin de semana que llene los sentidos y recargue las baterías, así que cuando puedan regálense una ida a Xalapa y visiten este lugar. Como seguramente saben, la capital del Estado de Veracruz es una joya cultural que transpira arte por todas partes, y hace muchos años fue la cuna de un movimiento poético de unos señores a los que todo el mundo tomaba a locos, que se hacían llamar Los Estridentistas. De hecho, en 1925, estos artistas rebautizaron Xalapa como Estridentópolis. Destacan entre ellos, Manuel Maples Arce, Fermín Revueltas, Ramón Alva de la Canal (una de las más importantes galerías de la ciudad lleva su nombre), Arqueles Vela, Germán Cueto y Germán List Azurbide. Luego se les sumarían Jean Charlot, Tina Modotti y hasta el panzón de Diego Rivera, pero esa es otra historia.

 

Esa irreverencia inspira el restaurante El toque de Gracia, cocina estridentista del chef Willy Gracia, situado en la céntrica esquina de Aldama y Landero y Coss, en pleno corazón de Xalapa. Apenas llegar nos recibieron con una buena selección de mezcales y cervezas artesanales, de donde mi pareja y yo elegimos unas cervezas Tiburón y un Tepeztate que es de mis agaves favoritos. Acompañamos nuestras bebidas con unos tacos de charales doraditos en tortilla de maíz azul y salsa verde. Después probamos un pambazo (tradicional de la región de Xalapa) que, en la interpretación del chef, lleva pato en escabeche. Ufff, ¡exquisito!

Llegaron los platos fuertes, y fuimos muy felices probando la tlayuda oaxaqueña, que de verdad sabe a Oaxaca, porque Willy Gracia proviene de una familia asentada en Minatitlán, al sur de Veracruz, y con fuertes influencias del Istmo, o abistmo de Tehuantepec, con sus totopos, sus quesos y demás. La cocina de El toque de gracia es tan disruptiva como poco convencional, y lo mismo encontramos en ella pastas y pizzas, como platillos veracruzanos y oaxaqueños.

 

Habíamos comido mucho ya, pero siguiendo la tradición del son jarocho, no es que seamos tragones, sino que no nos gusta malpasarnos, así que pedimos de postre un strudel de manzana y unos plátanos fritos, porque venir a Veracruz y no comer plátanos fritos es igual que no venir.

 

En resumen, El toque de Gracia es un lugar al que vale la pena conocer porque desde que uno se acerca encuentra una visión profunda y personal, de amor al arte, como puede mostrarse en los murales que decoran las paredes interiores y exteriores. Al exterior, un mural recuerda a doña Olga Vázquez Sánchez, abuelita del chef, con una frase que dice: “Quiéranse como hermanos”, tan propicia para estos tiempos revueltos. Al interior, se siente el calor de hogar mexicano, con pinturas de maíz y un gallo, creación de Amphybia.

 

De sus fogones no puede decirse menos, se trabaja allí con respeto a la cocina y amor por ella. Llegó la cuenta, y fue de lo mejor, porque todo lo que comimos apenas si sumó 500 pesitos. Pagamos felices, con la barriga llena y el corazón contento. En las bocinas los Macuiles cantaban aquello de: Te lo dije, te lo dije que tuvieras calma, que se me iba a componer el alma…

 

Golondrina Viajera

Mexicana. Foodie. Bon vivant. Always on the road…