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Por Salvador López Santiago
@sls1103

En el mundo del deber ser –de lo deseable–, cuando un representante popular habla, en teoría tendría que dejar clara su postura respecto a un tema de interés general. Para lograrlo, al menos se deben responder una serie de preguntas, comenzando por algo que puede parecer evidente pero que en la realidad a veces no lo es tanto: ¿qué se quiere decir? Con ese punto de partida, hay que tener claridad de cuestiones como ¿a quién se dirige el mensaje?, ¿en qué foro se dirá el mensaje?, ¿en qué contexto se dice?, y ¿desde que posición política se expone?

Aunque los temas de política distan de ser los más populares entre la población, de una u otra manera; y por una u otra circunstancia, todos o casi todos, en alguna ocasión hemos escuchado un discurso, una entrevista o una declaración de un representante popular. Al hacerlo, no siempre es fácil identificar y entender la idea que desean transmitirnos, eso es porque en ocasiones ni siquiera ellos lo hacen, lo cual obedece a la ausencia de un posicionamiento político, que esencialmente consiste en la postura que se desea posicionar –a riesgo de ser redundante– entre los votantes o potenciales votantes. No es algo que se inventa, sino que se identifica en la comunidad en el cual se busca incidir.

Las consecuencias de esa ausencia se sintetizan en la ruptura de la comunicación e interacción entre los actores políticos y la ciudadanía. En lo personal, he tenido la fortuna de colaborar con legisladores que sí entienden la importancia de fijar una postura y en la actualidad coincido con personas que no sólo lo entienden, sino que lo ejecutan de forma magistral. Sin embargo, llegamos a observar con más frecuencia de la que quisiéramos, a representantes que ni entienden la importancia del posicionamiento político ni están dispuestos a fortalecer las debilidades o áreas de oportunidad que tienen –bien dicen, la soberbia es el gran mal de este tiempo–.

Entonces, ¿por qué es importante el posicionamiento político?, bueno lo es porque al tratarse de personas públicas que llegaron a su encargo mediante el sufragio universal, lo ideal sería que sus mensajes estuvieran dirigidos hacia el respaldo, promoción o defensa de un determinado proyecto político. También es importante porque se trata de generar una postura coherente diferenciada de las demás y que sea identificada por la ciudadanía. Es la marca del partido político, misma con la que pueden apelar a cuestiones como la esperanza, el cambio, la certeza, la continuidad, etc. En otras palabras, es el punto en el que los ciudadanos deciden adherirse, difundir y defender como propia una oferta política y, en consecuencia, están dispuestos a votar por un partido, candidato o coalición.

El principal reto al posicionar es marcar la agenda pública, si esto no se lleva a cabo, se corre el riesgo de que lo hagan sus adversarios políticos en favor de sus propias pretensiones. Con un posicionamiento político sólido se pueda producir la emoción deseada: indignación, optimismo, convicción, nostalgia, desaprobación, empatía, etc., pero no todos los actores políticos lo tienen presente y los efectos pueden llegar a repercutir en el desempeño de su encargo e incluso en sus aspiraciones futuras.

No se trata de hablar por hablar, sino que al exponer un mensaje se debe hacer con sentido, congruencia y conciencia. El posicionamiento político exige de un análisis riguroso y una sutileza que, en no pocos casos, está ausente en el desarrollo de la vida pública. Es un proceso que va más allá de una cuestión geográfica, física o hasta conceptual, al buscar incidir en el ánimo de los potenciales votantes. Hay discursos formidables en su estructura, en sus conceptos y en su pertinencia, pero todo eso de nada sirve si no logra captar la atención, el interés y la empatía de la ciudadanía. Recordemos que se trata de contar historias (no inventar, sino en cuanto a la que se debe tener una narrativa) y que éstas sean bien recibidas por los votantes o potenciales votantes.

Cuando un representante popular habla, sin necesidad de que diga que forma parte de tal o cual partido, la ciudadanía tiene que identificarlo y eso se consigue con una postura acorde al sello distintivo de cada partido, proyecto o candidato. El posicionamiento político da seguridad a tus votantes, en consecuencia, tener una posición clara, tanto a nivel personal como de partido, es imprescindible en el mundo actual, ya que da seguridad a los votantes, que asumen lo que defiendes o rechazas. Los procesos electorales de los últimos tres años en nuestro país han demostrado que el votante actual no permite posicionamientos poco claros.

Salvador López Santiago

Es Licenciado en Derecho por la UNAM, Maestro en Ciencia Política por la UPAEP, Maestro en Derecho Electoral por la EJE del TEPJF y cuenta con estudios de posgrado en Derecho Parlamentario en la UAEMéx. Fue Consejero Electoral Distrital en el Instituto Federal Electoral (IFE) y en el Instituto Nacional Electoral (INE) durante los Procesos Electorales Federales 2011-2012 y 2014-2015, respectivamente. Asimismo, se ha desempeñado como asesor legislativo en el Senado de la República de noviembre de 2012 a la fecha, en la LXII, LXIII, la LXIV y la LXV Legislatura. Desde enero de 2020 es director editorial en Tempo, Política Constante.