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Danner González

@dannerglez

Es la autoficción una frontera nebulosa entre la vida inventada y la vida verdadera, que concita por igual simpatías o desencuentros entre autores y lectores. Y sin embargo desde ella se relata sin recato ni miedo al qué dirán. El aprendiz de narrador sin duda extraerá de allí valiosas lecciones sobre su arte, demostraciones de un estilo ausente de afectación: no autocensurarse o editarse por temor a las maledicencias ajenas; hurgar en los abismos del propio ser, en los deseos recónditos, en los miedos terribilísimos; encontrar el motivo, quiero decir, el tema de sus novelas en ensoñaciones y desviaciones inconfesables, en eso que a menudo piensa que haría si pudiera, si no estuviera mal visto por la sociedad o si no se castigaran con cárcel aquellas conductas en las que a menudo se recrea.

La francesa Annie Ernaux (Premio Nobel de Literatura 2022), o debo decir quizá, la narradora de sus novelas, explora en las zonas más oscuras de su existencia. “Siempre quise escribir como si no fuera a estar cuando publicaran lo escrito. Escribir como si fuera a morirme y ya no hubiera jueces”. Con esa frase inaugura La ocupación (2002), y es en sí misma una declaración de intenciones no reprimidas, pues se dispone a hacer, acto seguido, lo contrario. Como antes en El acontecimiento (2000), la autora concentra sus recursos en breves pero poderosos relatos fragmentados que, aunados a su economía verbal y con una marcada ausencia de artilugios narrativos, ganan en redondez. Lo que importa es la historia. Los personajes no distraen siquiera con nombres que induzcan a la interpretación simbólica. Se llaman J o W; O, u N; L.B. o la señora P. R. Su reconocimiento de la otredad se disuelve en los rostros de una masa indefinible, en donde el protagonista o el antagonista podría ser cualquiera. Mención especial merece la contundencia con la que remata sus enunciados, sabedora de que ha bordado minuciosa, párrafo tras párrafo, para luego alejarse airosa, galana.

Los epígrafes prefiguran los resortes internos de la escritura. Tómense por ejemplo los de El acontecimiento: “Este es mi doble deseo: que el acontecimiento pase a ser escritura y que la escritura sea un acontecimiento” (Michel Leiris) y, “Quizá la memoria solo consista en mirar las cosas hasta el final…” (Yüko Tsushima).  La autora vuelve a la escritura un acontecimiento, cada pasaje suyo es como una bomba que detona la explosión de la memoria, algo que, sostiene, “no tiene nada que ver con lo que sentía entonces: es tan solo una emoción que permite la escritura y que constituye la señal de su verdad”. Ver con la imaginación o volver a ver por medio de la memoria es el patrimonio de su escritura. Pese a la honda huella que “el acontecimiento” –sin spoilers– deja en su vida, no lo interpreta, se limita a consignarlo tal como lo recuerda. Convierte su cuerpo, sus sensaciones y sus pensamientos en escritura. Que andado el siglo XXI haya mujeres escribiendo sobre el descubrimiento de su cuerpo y que sus lectores nos sintamos maravillados ante ello solo indica cuán tarde hemos llegado a testimoniar la riqueza de su narración.

“Escribe con las vísceras, no le importa descarnarse frente al lector” dice Brenda Navarro sobre Idea Vilariño. Hay allí una seña de identidad, desde luego extrapolable a la obra de Annie Ernaux, y reconocible en autoras contemporáneas como Cristina Rivera Garza, Pilar Quintana, Andrea Abreu o Alma Delia Murillo. La precisión de la literatura escrita por mujeres estriba en su forma honesta, sin temor a mostrar sus costuras, sin presuntuosidad narrativa. Su forma de ir al grano celebra un feliz despojamiento de la herencia patriarcal que, todavía asusta a ciertos sectores, tanto de la vida verdadera como de la crítica literaria. La escritura vista, en resumidas cuentas, como unos celos de lo real, escribe Annie Ernaux.

Danner González

Especialista en comunicación y marketing político. Ha realizado estudios de Derecho en la Universidad Veracruzana; de Literatura en la UNAM; de Historia Económica de México con el Banco de México y el ITAM, y de Estrategia y Comunicación Político-Electoral con la Universidad de Georgetown, The Government Affairs Institute. Máster en Comunicación y Marketing Político con la Universidad de Alcalá y el Centro de Estudios en Comunicación Política de Madrid, España, además del Diplomado en Seguridad y Defensa Nacional con el Colegio de Defensa de la SEDENA y el Senado de la República. Ha sido Diputado Federal a la LXII Legislatura del Congreso de la Unión, Vicecoordinador de su Grupo Parlamentario y Consejero del Poder Legislativo ante el Consejo General del Instituto Nacional Electoral. Entre 2009 y 2010 fue becario de la Fundación Antonio Gala para Jóvenes Creadores en Córdoba, España. Sus ensayos, artículos y relatos, han sido publicados en revistas y periódicos nacionales e internacionales. Es Presidente fundador de Tempo, Política Constante.