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Por Salvador López Santiago

@sls1103

 

La política es esencia la vida política, la lucha por el poder; es el fenómeno en sí mismo (Marcel Prélot). Lo siguiente es definir a la ciencia política, al respecto, podemos señalar que en términos generales consiste en la disciplina que aspira a recopilar, mediante métodos formales de investigación, datos sobre los hechos políticos, y a teorizar sobre ellos.

 

Aunque elemental, la definición es útil para los fines del presente escrito y solo restaría contextualizar la incursión de esta disciplina en nuestro país, cuya incursión en el ámbito nacional se remonta a la década de los años ochenta. En un medio de profundos cambios sociales dirigidos al fortalecimiento social y al empoderamiento y autonomía de las Instituciones del Estado, la disciplina se ha hecho prácticamente indispensable.

 

Paulatinamente adquirió mayor relevancia el reclamo social por la democratización del régimen para avanzar hacia escenarios de pluralidad, independencia entre poderes e involucramiento social en lo público. De esta manera en 1997, el PRI perdió por primera vez la mayoría absoluta del Congreso, con lo cual culminó una época de pleno dominio por parte de dicho instituto político.

Posteriormente se dieron cambios inusitados -hasta entonces impensables-, como la primera transición en el poder Ejecutivo Federal, el fortalecimiento de los partidos de oposición y su arribó a más puestos de elección popular, el proceso de fortalecimiento y autonomía de Instituciones; así como una segunda y una tercera transición -que algunos llaman cambio de régimen y no transición-.

 

Sobre esta última cuestión, estemos a favor o en contra de la forma de hacer política de la actual administración federal, es claro que la vida democrática de México se encuentra en un momento histórico porque en un hecho sin precedentes, el 1º de julio de 2018 la coalición Juntos Haremos Historia recibió la confianza de más de 30 millones de votos para llegar a la presidencia, equivalente a más del 50% de los sufragios emitidos en 2018.

 

En este momento de la historia nacional -con un nuevo partido en el poder en prácticamente todos los niveles-, se hace más notable el quehacer de la Ciencia Política. En principio, todos esos cambios no se podrían entender sin el proceso democratizador que les precede, mismo que tuvo diversas implicaciones, entre ellas, la cultura de la legalidad, transparencia y rendición de cuentas -no solo como una cuestión normativa, sino como un mecanismo de equilibrio entre poderes y con medios de exigibilidad-.

La Ciencia Política es vital para realizar los estudios de prospectiva necesarios para planear los proyectos de interés nacional o las reformas de gran calado; también lo es para estudiar su viabilidad, riesgos, beneficios e impacto en el sector o sectores que se trate; y lo es para medir los avances en su construcción o implementación, así como para evaluar sus resultados. En la esencia misma de la Administración Pública Federal, está presente en el diseño e implementación de las políticas públicas, que van desde la atención de las demandas sociales más cotidianas hasta las más apremiantes.

El quehacer de esta disciplina no se agota en los casos en comento, entre otras cuestiones, también se hace presente en el estudio sobre los regímenes de gobierno, ya sea de un hiperpresidencialismo, presidencialismo, gobiernos de coalición u otros. A partir de la configuración de los Congresos, es importante para construir los escenarios de las coaliciones legislativas ganadoras o una coalición mínima ganadora en los diferentes asuntos que se discuten en el Congreso de la Unión y en sus homólogos en las entidades federativas.

 

Los casos referidos, lejos de ser taxativos, pretenden poner en perspectiva la dimensión y alcances que puede llegar a tener la Ciencia Política, cuya fortaleza descansa en su propio soporte científico y dogmático, pero al mismo tiempo en la estrecha relación que tiene con otras áreas del conocimiento como son Economía, Derecho, Filosofía, Administración e incluso, Ingenierías al ser el medio por excelencia para analizar el quehacer de lo público.

 

 

 

 

Salvador López Santiago

Es Licenciado en Derecho por la UNAM, Maestro en Ciencia Política por la UPAEP, Maestro en Derecho Electoral por la EJE del TEPJF y cuenta con estudios de posgrado en Derecho Parlamentario en la UAEMéx. Fue Consejero Electoral Distrital en el Instituto Federal Electoral (IFE) y en el Instituto Nacional Electoral (INE) durante los Procesos Electorales Federales 2011-2012 y 2014-2015, respectivamente. Asimismo, se ha desempeñado como asesor legislativo en el Senado de la República en la LXII, LXIII, la LXIV y la LXV Legislatura. Desde enero de 2020 es director editorial en Tempo, Política Constante.