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Éfren Calleja Macedo

@lem_mexico

 

“Tampoco me divertí cuando tuve que esconderme. El tren se paró y todos los que íbamos arriba, en el techo de los vagones bajamos de prisa. Mi mamá nos metió en un agujero y se acostó encima de nosotros. Era de noche. Alcancé a ver que perseguían a la gente y la subían en unos camiones amarillos. Nos quedamos en el agujero hasta que amaneció”, cuenta el pequeño narrador de Migrar (Tecolote, 2011), libro escrito por José Manuel Mateo e ilustrado por Javier Martínez Pedro.

Así, la memoria infantil registra un momento del recorrido migrante que, como todas las vivencias intempestivas, oculta y desvela la verdad en el mismo movimiento. Es un vistazo a la disolución de la alegría, el rompimiento de la tranquilidad, la irrupción amenazante de la otredad, el transcurrir familiar en permanente secrecía, la cacería humana como sinónimo de lo legal… en resumen, la angustia de la movilidad forzada.

Si bien Ediciones Tecolote debe su prestigio a la calidad de sus libros para niños. Migrar rebasa por mucho esta categoría y, sin colocarse en el rubro de obras para adultos, tiende un puente entre la narrativa protagonizada por personajes infantiles y los grandes temas sociales.

Es evidente que abundan los intentos por editar obras con estas características, también es común que en esas apuestas predomine el didactismo o se construya un falso lenguaje infantil. Ocurre entonces que la intención de concientizar y el afán de denuncia opacan la historia, automatizan el texto, generan una ilustración panfletaria y minimizan las virtudes editoriales de la obra.

Por el contrario, Migrar demuestra que es posible evadir los límites de la mímesis realista y producir obras literarias que se conviertan en cismas existenciales para los lectores. Y lo hace desde todos los ángulos.

Primero, el formato. Este acordeón amate en blanco negro que despliega diez caras rectangulares de 32 centímetros por 16 centímetros hace recordar, por supuesto, los códices prehispánicos, esos que —como explicó el Instituto Nacional de Antropología e Historia, a propósito de la exposición Códices de México, memorias y saberes, presentada en 2014 en el Museo Nacional de Antropología— “representan sistemas complejos de creencias y saberes que abarcan todos los ámbitos de la vida: registros geográficos, históricos, económicos, calendáricos y simbólicos”. Desdoblar este libro es extender los planos evocativos del migrante, enfrentarse al abismo existencial de quien ha sido expulsado de su hogar.

Después, la escritura. José Manuel Mateo engarza trece breves y pulcros párrafos para definir una personalidad infantil reconocible en cualquier parte del mundo: el protagonista juega a correr, sabe a qué se dedica su papá, le gusta esconderse, tiene un perro y da cuenta de los acontecimientos macro: “Mi mamá quiso sembrar el terreno pero el dueño le dijo que no. Buscó trabajo pero en todos lados le pagaban muy poquito”. Lo micro, lo íntimo y la dolencia acechan al lector detrás de las palabras infantiles.

En paralelo, la ilustración. Abigarrada como la vida, la memoria y el devenir, la imagen refleja la tradición pictórica de Xalitla, municipio de Tepecoacuilco de Trujano, Guerrero, localidad de la que es originario Javier Martínez Pedro. Con discurso propio, la ilustración traza un recorrido entre dos extremos. En una punta está la profusión vital que reúne astros, cordilleras, animales, personas y elementos naturales. En la otra orilla se ubican las palmeras empequeñecidas por los edificios y custodiadas por una patrulla y dos vehículos. Ambos límites demarcan el viaje forzado de la tierra materna a la modernidad salvaje. Durante el trayecto, la abundancia de viajeros parece interpelar al lector: ¿cuántas de esas vidas no tuvieron un testigo que las incorporara a la memoria colectiva?

En este sentido testimonial, la página legal del libro incluye un sucinto pero poderoso texto de motivos que concluye así: “[…] hicimos este libro para no olvidar que las niñas y los niños migrantes existen y padecen, y también porque otra realidad reclama fuerte su derecho a existir”.

Por esta calidad que reúne lo mejor de los lenguajes editoriales, Migrar recibió el premio Nuevos Horizontes en la Feria del Libro Infantil de Bolonia 2012, la más importante del mundo en su género. En LEM estamos convencidos de que éste y todos los premios son muy merecidos.

  • artículo originalmente publicado en el Periódico “El Popular” (que puede consultarse en el siguiente enlace: https://www.elpopular.mx/2018/10/08/opinion/el-codice-evocativo-del-migrante-191159)
Efrén Calleja Macedo

Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Veracruzana (UV), Maestro en Gestión Cultural por el Instituto Universitario Ortega y Gasset campus México y Maestro en Diseño y Producción Editorial por la Universidad Autónoma Metropolitana campus Xochimilco (UAM-X), durante poco más de dos décadas ha acompañado, conceptualizado, desarrollado y materializado propuestas de contenido para editoriales, instituciones gubernamentales, organismos descentralizados, festivales, ferias del libro, universidades, autores independientes, museos, organizaciones internacionales, centros de salvaguardia del patrimonio y empresas de muy diversos ámbitos.