por Luis David Ramírez Benítez
@1LuisDavid
Ojalá que cuando empieces tú también a oírte, porque un día vas a oírte, no te hagas pendejo. Y si te escuchas, ojalá que no vuelvas de nuevo a hacerte pendejo.
EMILIANO MONGE
No contar todo
Emiliano Monge, escritor consolidado y politólogo, publicó en 2018 No contar todo, su quinta novela y la que más trabajo le ha costado escribir, según él mismo.
No contar todo es una novela sofisticada, como un buen tinto, que requiere un lector educado y atento. Pero en caso de no conocer o apreciar la sutileza de los detalles novelísticos, entretiene, insisto, como un buen tinto.
La trama es por demás simple. No hay grandes intrigas o saltos audaces de una situación a otra. La novela consiste mayormente en la exposición de la vida interior de varios miembros de la familia cuyo raro apellido es Monge. El abuelo Monge, el padre Monge y el hijo Monge —los tres Monges— son los personajes sobre los cuales se pone mayor énfasis. Aunque el personaje mejor logrado, desde mi punto de vista, es el tío Polo, un cacique gobernador de Sinaloa, medio narco, macho alfa y quien toma el lugar de padre y abuelo cuando el mayor de los Monges decide abandonar a su familia. Porque de eso se trata la novela y la vida de los tres Monges, del abandono.
La novela describe las vidas de los tres Monges desde diferentes registros. Podemos leer el diario del abuelo, podemos leer la entrevista que hace el hijo al padre, donde los diálogos del hijo fueron suprimidos. Esta supresión de la voz del hijo Monge es la que permite ver toda la personalidad no del padre Monge sino del hijo, quien, después del tío Polo, me parece un personaje tan ambiguo como intrigante.
No contar todo también es una novela autorreferencial, ya que de la entrevista que el hijo hace al padre, podemos suponer, que nace la novela que tenemos en nuestras manos. Así, No contar todo es una novela que cuenta la historia de cómo fue escrita.
Así llegamos al punto más importante en la novela. Entonces, una novela que hace referencia a sí misma guarda una similitud con el humano que recuerda una parte de su pasado. Si No contar todo cuenta la historia de cómo fue hecha, el ser humano, al recordar, se cuenta la historia de cómo se ha convertido en lo que es, la historia de cómo fue hecho. Cuando uno se oye a sí mismo, cuando uno puede analizarse a sí mismo, usualmente damos un golpe de timón, nos rebelamos y buscamos ser otros. Alguno de los Monges, en plena lucidez y después de haberse escuchado a sí mismo, toma conciencia de que: “mi existencia ha sido consecuencia de otras existencias. Una forma de involución de anhelos”. Por otro lado, el Monge padre le lanza a su hijo: “Ojalá que cuando empieces tú también a oírte, porque un día vas a oírte, no te hagas pendejo”. Al parecer, ese Monge no se hizo pendejo cuando se escuchó a sí mismo.
Los tres Monges, por diferentes insatisfacciones que la vida les fue preparando en algún punto decidieron partir lejos y desaparecer del radar familiar. Esas insatisfacciones son magistralmente mostradas por la vía del circunloquio por parte del autor. Esas insatisfacciones no fueron contadas; pero se pueden palpar, sentir, oír. Ese es el gran logro de No contar todo. Borges solía decir que en una enumeración del uno al diez, donde no figurara el número nueve, éste estaría implícito aunque no fuese pronunciado porque todo el mundo estaría pensando en él. ¿Por qué no mencionaron al número nueve? Así, todos vemos las policromáticas insatisfacciones que obligaron a los Monges a escapar de sus propias vidas. El estilo del autor es elegante en su sencillez. La prosa utilizada es muy concisa y ligera.
El autor se fue despojando poco a poco de los hechos de la vida de sus personajes hasta que solo quedaron unas pocas palabras que dejan al desnudo sus personalidades, miedos, frustraciones, rencores y deseos. En este aspecto se parece a Samuel Beckett, pero sin llegar al soliloquio minimalista. Emiliano Monge usa una prosa límpida y veloz que incita al lector a seguir la enumeración silenciosa que, página tras página, la novela va fraguando.
No contar todo es una novela aparentemente sencilla que, paradójicamente, es rica en complejidad, alegre y divertida. Tan lejos de la novela de peripecias como de la psicologista, Emiliano Monge se mantiene en la zona de lisa ambigüedad a donde pocos escritores han llegado.