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Por René Cervera Galán 

Aparentemente hay un conflicto entre tener un pensamiento político y simplemente una aceptación de la realidad. En diversas mesas de análisis es una constante que salga la afirmación de que las ideologías desvían el entendimiento de la realidad.

Un buen político es un galeno social, sabe lo que no es saludable, revisa los síntomas, en su diagnóstico deduce cuál es la enfermedad y receta o aplica directamente las medicinas que impulsan el saneamiento en las dosis que sus estudios y experiencia le dictan.

Un denominador común es que independientemente de si eres alópata, homeópata, acupunturista o aplicas la medicina tradicional debes saber por los síntomas cuál es la enfermedad, pero la receta si cambia según la disciplina médica.

Algo muy parecido ocurre en el análisis de la política, lo social y la economía, las recetas se realizan desde una perspectiva ideológica, tales como la liberal, conservadora, anarquista, democristiana, comunista, socialdemócrata y otras más, aunque no siempre estén claras o no siempre son confesables.

Es muy cierto que la naturaleza tiene sus propias leyes físicas y los seres humanos actuamos bajo mecanismos sociales, pero un análisis de los fenómenos históricos nos dice que la realidad cambia por naturaleza y por humanismo.

El sentido del pensamiento ideológico no es evitar la realidad, sino lo contrario, su intención es ver más allá de lo aparente, encontrar la energía que nos mueve e incidir en ella, aceptando la posibilidad de estar equivocados porque sin este requisito se vuelve dogma, y entonces ya no se encuentra en el espacio político y pertenece al religioso.

Comúnmente se dice que los intereses de tal o cuál país son lo que está en juego, como si el interés de una nación fuera el mismo entre sus clases sociales, sus sectores productivos, sus grados de educación, sus condiciones de salud y sus géneros.

Las guerras suelen disfrazarse con diferentes causas, pero normalmente son causadas por motivos económicos, Jean Jaurès ese gran político francés que sí era un galeno social que se opuso tenazmente a la gran guerra más tarde bautizada como primera guerra mundial, lo decía con claridad. El conflicto es por el comercio con el beneficio de la burguesía y la sangre de los trabajadores y lo pagó con su vida.

Los seres humanos somos muy utilizables cuando actuamos con las convicciones ajenas, el patriotismo nos hace vulnerables y no digo que hagamos a un lado el compromiso con quienes compartimos espacio y nuestro pasado, pero sí es necesario revisar si los sacrificios que nos exigen son para que vivamos mejor todos los paisanos o para favorecer el patrimonio de un sector.

Los  más favorecidos si tienen ideología, necesitan justificar sus condiciones, con algún argumento de superioridad moral, la voluntad de Dios por encima de la voluntad popular fue un discurso usado por la monarquía que aún encuentra simpatizantes, la acumulación del capital como generador de trabajo sin que importen las diferencias sociales es liberalismo, de igual manera la libertad para no tener frenos que esclavicen a otros, los derechos humanos que deben aplicar los vecinos, aunque no se apliquen internamente, es una contradicción constante , todos Tienen una envoltura ideológica aunque no la confiesen abiertamente y con frecuencia la contradigan.

Antes que el derecho a la libertad de expresión está el derecho a la información, al debate, a la reflexión política, a la construcción de un discurso interno que pueda no solo expresarse, también debe tener las condiciones de ser transformador.

Los partidos políticos sin ideología son automáticamente fraudulentos, el origen de su organización, su concepción social, su diagnóstico de los problemas sociales, sus propuestas de solución, es lo que legitima las aportaciones económicas que reciben, es lo que justifica que ocupen un espacio en las boletas electorales. Tienen la responsabilidad de crear escuelas de pensamiento social.

Actuar sin concepciones políticas que se sistematicen y den lugar a una ideología, es convertirnos en rebaño al que aparentemente los pastores de los medios de comunicación cuidan del lobo, cuando de fondo son los pastores los que tienen proyectado comernos.

René Cervera Galán

Compositor y autor del libro Entre el puño y la rosa (visión de La Socialdemocracia), así como de In memorian Olof Palme, La democracia es una fiesta y Antojos literarios. Ex representante del Partido Humanista en el IECM y conductor del programa La Orquesta Filosófica [email protected] En Tempo, publica artículos de análisis político en la sección “Entre espejos y ventanas”.