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Por René Cervera Galán

El sentido de la democracia es hacer posible la gobernabilidad a través del diálogo, buscando que las políticas públicas consideren el pensamiento y los intereses de los ciudadanos, no escribo de los gobernados porque entiendo que en una democracia quienes tienen la responsabilidad están entre los gobernados por la voluntad social.

Es natural que al hacer política queramos convencer y esto implica un sector de la población dispuesta a escuchar, analizar y tomar decisiones en función de sus convicciones, las cuales pueden cambiar si la reflexión da lugar a un cambio de conducta, pero cuando el ambiente se polariza, la mente se cierra y este es el caso del México actual.

Un segmento de la población considera que tenemos el mejor gobierno de la historia y otros están convencidos que no puede haber otro peor. No es necesario que una institución dé el banderazo para que inicie una campaña política, en realidad permanentemente estamos tratando de convencer al otro, constantemente se envían mensajes tratando de ridiculizar al gobierno o a la oposición.

Para unos todo lo que hace la 4T está bajo sospecha de mala fe, para otros todo lo que dice o hace Don AMLO es una epifanía y ambas cosas resultan inútiles las más de las veces, porque los convencidos de ambos lados ya no escuchan, ya no ven, debido a que el amor es ciego y el odio también.

El número de personas que pueden cambiar sus decisiones por un acontecimiento reprobable de la autoridad es reducido, se hace absurdo convencer al convencido y la consecuencia es que no hay diálogo.

Tenemos un presidente que no se presta a una política con mayores consensos, descalifica inmediatamente y lo descalifican de igual manera. Ha pisado callos, pero no lo suficiente de hecho. Su lema debería ser: primero los pobres y algunos ricos.

A parte de la prensa le pagan por difamarlo y otros en el medio de la comunicación que tal vez son los menos, sienten como obligación moral justificarlo, aunque no dudo que también buscan beneficios.

La polarización se presta a la violencia, entre súper millonarios que se sienten amenazados, izquierdistas que esperaban más de un gobierno que presume ser de izquierda, tiene como icono a Benito Juárez, a pesar de que fue un presidente liberal. Un presidente que dice estar en contra de los conservadores, con un lenguaje religioso y políticas centralistas, cuando los militares adquieren mayor poder que lo prudente en el ejercicio democrático, hay narcos que reciben abrazos y tiran balazos.

Entre ecologistas que se oponen lo mismo al remedio que a la enfermedad, feministas que presionan agresivamente, la guerra entre Rusia los Estados Unidos y Europa y sus consecuencias económicas, las pandemias, el conflicto con el INE, la cuestionada legitimidad del gobierno peruano que expulsa a nuestro embajador, de manera especial menciono los crímenes de periodistas destacando que las clases sociales en este gremio son muy dispares y no todos conducen camionetas blindadas. El ambiente es tenso y muy polarizado.

Se habla mucho del México que deseamos, pero no todos y todas queremos las mismas políticas para el país. Corresponde al poder ejecutivo tomar la iniciativa para destensar en lo posible la vida nacional, pero sin ceder a los principios rectores con los que convenció le dieran el voto, sin embargo, la diplomacia no está demás.

Hace falta una prensa que cuestione, pero reconozca, que le dé cabida a toda duda, necesitamos que el capital acepte que la paz social que exige para sus inversiones requiere de equidad económica. Ciudadanos que entiendan la democracia como una construcción que inicia en la familia, la escuela, los barrios, las empresas, las fundaciones civiles y continúa, pero no nace en los partidos políticos y las instituciones públicas.

Es necesario contar con expresiones políticas considerar que la justificación en los cargos de responsabilidad popular sea por pensamiento político y no por ser hombre, mujer, mestizo, indígena, afrodescendiente, heterosexual o lo contario.

Exigir que la honestidad inicie en la capacidad y buscar alternativas políticas que no pongan toda la atención en una sola persona para que de esta manera no sea una persona el objeto de toda crítica o de todo halago. Pensar en un modelo parlamentario da lugar a mayores decisiones colectivas y aunque quien preside suele ser quien está en la mira de los tiradores, es mejor que se juzgue o se impulse el modelo social que a la persona.

René Cervera Galán

Compositor y autor del libro Entre el puño y la rosa (visión de La Socialdemocracia), así como de In memorian Olof Palme, La democracia es una fiesta y Antojos literarios. Ex representante del Partido Humanista en el IECM y conductor del programa La Orquesta Filosófica [email protected] En Tempo, publica artículos de análisis político en la sección “Entre espejos y ventanas”.