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Por Danner González

@dannerglez

Tengo en alta estima a Javier Corral Jurado por la congruencia de su pensamiento liberal y progresista. La primera vez que fue senador se opuso férreamente a las reformas en materia de radio, televisión y telecomunicaciones conocidas como Ley Televisa en 2006, promovidas por el Presidente Fox. En 2013 le vi oponerse de nuevo a la reforma de telecomunicaciones promovida por Enrique Peña Nieto. En 2015 coincidimos en el Consejo General del INE, ambos éramos representantes del Poder Legislativo. Sus posiciones allí fueron razonadas, firmes y en absoluto obsequiosas con su partido. Es usted el más izquierdista de todos los panistas, le dije un día, y además es un rebelde, por eso me cae bien.

¿Qué es un rebelde? Se pregunta Albert Camus y responde: Un hombre que dice no. Por eso Javier Corral tiene mi consideración tras la difícil tarea que le tocó como gobernador de Chihuahua. Porque después de enfrentarse con la nomenclatura priísta por el caso de César Duarte e incluso con la de su mismo partido –una vez más–, rehusó el ofrecimiento del Presidente López Obrador para ser embajador de México, salida decorosa a las tempestades que ya se veían en su horizonte; habría sido un digno embajador, pero Corral declinó el gesto. Pienso que en su valoración política influyeron dos razones: la primera, no dar pie a quienes ven en los nombramientos de ex gobernadores, un pago de favores. Nada más distante de la realidad. Como gobernador, Corral también le dijo no con firmeza al Presidente cuando lo consideró oportuno. Saber ser oposición implica altura de miras y capacidad dialógica, cualidades que debieron influir en el ofrecimiento que declinó. La segunda razón es aún más poderosa: ¿Pensarían sus paisanos que huía? ¿Exiliarse sería darle la razón a la actual gobernadora que ha emprendido una cacería contra él?

Lejos de aceptar las seguridades del servicio diplomático, una vez terminado su encargo, Javier Corral anunció una nueva faceta de empresario. Se sabe que los ex gobernadores que acumulan riquezas son legión; algunos no resisten la tentación feudal y acaparan tierras, se vuelven constructores, inversionistas, mercaderes de influencias. El negocio que Corral decidió emprender es uno más bien idealista: dirigiría una nueva librería en Chihuahua, a la que llamó Sándor Márai en honor al escritor húngaro que lee y admira. Para la inauguración, Corral tendría un elenco de lujo: entre otros, Marcelo Uribe, poeta; Enrique Serna, narrador; Daniel Giménez Cacho, actor; Verónica Mendoza, directora de la librería Carlos Fuentes y vía remota Irene Vallejo, autora de El infinito en un junco. Antes del acto inaugural, la librería fue clausurada arbitrariamente por el gobierno panista de la ciudad, en una actuación que tiene todos los visos de represalia y acoso de la hoy gobernadora Maru Campos, quien entre otras cosas, no le perdona haber sido exhibida como parte de la nómina secreta de César Duarte. La dirigencia nacional del PAN le pidió al entonces gobernador borrar a su militante de la lista. Corral otra vez dijo no.

Sólo a un gobierno retrógrada y truculento se le ocurriría clausurar una librería. Sólo a un ex gobernador con la claridad de pensamiento de Javier Corral se le ocurriría quedarse en su ciudad a ejercer el oficio de librero en tiempos canallas. Quizá era solo un pretexto para dedicarse a la lectura, esa gran pasión. O quizá decidió jugar una minuciosa partida de ajedrez, como el enigmático señor B que con los momios en contra decide plantarle cara al campeón mundial en Novela de ajedrez de Stefan Zweig. Coincidencias literarias aparte, Zweig se suicidó después de escribir ésta, que sería considerada su obra maestra. También Sándor Márai. Consciente del dato, hace unos días Javier Corral le dijo al periódico español El País que contra la voluntad suicida de Márai, esta librería buscaba revivirlo, leyéndolo. Hay rebeldes que se emancipan de la vida, como Zweig, como Márai. Otros, como Javier Corral deciden quedarse a dar la cara con dignidad, con un cierto halo quijotesco y una superioridad moral que da gusto ver en un medio tan infamado como la política, aunque solo aparezca de tanto en tanto.

Danner González

Especialista en comunicación y marketing político. Ha realizado estudios de Derecho en la Universidad Veracruzana; de Literatura en la UNAM; de Historia Económica de México con el Banco de México y el ITAM, y de Estrategia y Comunicación Político-Electoral con la Universidad de Georgetown, The Government Affairs Institute. Máster en Comunicación y Marketing Político con la Universidad de Alcalá y el Centro de Estudios en Comunicación Política de Madrid, España, además del Diplomado en Seguridad y Defensa Nacional con el Colegio de Defensa de la SEDENA y el Senado de la República. Ha sido Diputado Federal a la LXII Legislatura del Congreso de la Unión, Vicecoordinador de su Grupo Parlamentario y Consejero del Poder Legislativo ante el Consejo General del Instituto Nacional Electoral. Entre 2009 y 2010 fue becario de la Fundación Antonio Gala para Jóvenes Creadores en Córdoba, España. Sus ensayos, artículos y relatos, han sido publicados en revistas y periódicos nacionales e internacionales. Es Presidente fundador de Tempo, Política Constante.