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Por Roberto Carlos Sánchez Téllez

Involucrar a los jóvenes en la política es fundamental no solo para el presente, sino también para el futuro, al ser un elemento crucial para fortalecer la democracia. Sin embargo, con frecuencia los jóvenes somos señalados por nuestra supuesta apatía ante los asuntos públicos, lo cual es una expresión imprecisa y en muchos casos, emitida desde el prejuicio. ¿Qué sucede en realidad? ¿Por qué el distanciamiento? ¿Cómo revertir esa percepción?

En primer lugar, es oportuno definir a la participación política como la implicación activa de los ciudadanos (en este caso, de los jóvenes) en el proceso político y en asuntos relacionados con la toma de decisiones en la sociedad. También cabe detallar que se puede manifestar de diversas formas, que van desde votar en elecciones y formar parte de partidos políticos; hasta involucrarse en actividades legislativas, promoción de cambios sociales y trabajo comunitario.

Sobre la apatía, hay que decirlo con toda claridad: es difícil confiar e involucrarse plenamente a la política cuando observamos patrones de conducta donde predomina la percepción de corrupción, prevalece la desconexión entre sus prioridades con las de la ciudadanía y en las agendas políticas están vigentes viejos vicios arraigadas que se reproducen en prácticas más cercanas al clientelismo que a un verdadero compromiso cívico.

Además, los partidos políticos no son atractivos para las juventudes porque no están siendo los medios adecuados para reconocer nuestras inquietudes ni para fomentar la participación política institucional. Otro fenómeno que enfrentamos es que no recibimos una adecuada alfabetización cívica que nos proporcione elementos de conocimiento necesarios para el completo ejercicio de nuestros derechos político-electorales.

Con todo, de cualquier manera, acudimos a las urnas, pero con desanimo no vemos a las acciones políticas como una alternativa efectiva para la solución de los problemas de nuestras comunidades y mucho de ello es consecuencia de que en los últimos años se ha privilegiado al voto como el medio de participación por excelencia, poniendo a la sombra otros medios de participación existentes.

El reto es ayudar a que la participación por parte de los jóvenes incremente. Al efecto, el presidente Nacional de Juventud Real, Alejandro Reynoso en un artículo publicado por la Revista CÁMARA Periodismo Legislativo, desglosa una serie de puntos que pueden ser de gran utilidad, entre ellos se encuentran los siguientes: incentivar en las escuelas actividades como debates estudiantiles, simulaciones de votación y programas de educación cívica; brindar a los jóvenes un espacio para que puedan expresar sus opiniones y a la vez ser escuchados; y promover instrumentos de transparencia y la rendición de cuentas.

Desde hace décadas, en México la participación política (de los jóvenes y de la ciudadanía en general), ha sido un asunto pendiente y para lograr un cambio de paradigma es vital impulsar la participación de las juventudes. Así podremos avanzar en la construcción de sociedades más justas, inclusivas y democráticas, donde las voces y las aspiraciones de todos los ciudadanos, independientemente de su edad, sean escuchadas y tomadas en cuenta en la toma de decisiones que afectan sus vidas y su futuro.

Roberto Carlos Sánchez Téllez

Roberto Carlos Sánchez Téllez estudiante de la Licenciatura en Derecho en la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEM), plantel Texcoco (generación 2019-2024).